Capitulo 1:
Se desmayó, su cuerpo le pesaba y la cabeza le dolía. Se agarró la cabeza con las manos y poco a poco empezó a distinguir lo que parecía ser una ciudad. Su vista estaba borrosa y su boca pastosa ¿Qué había pasado? Se preguntaba mientras intentaba ponerse de pie, aunque con poco éxito. Su cuerpo temblaba y estaba débil y mareado. Un fuerte bullicio le retumbaba en los oídos ¿Esos eran personas? Buscó la forma de entender donde estaba, pero al enfocar su vista vio que en la oscuridad se escondían muchos ojos, miles de ellos a su alrededor, brillando entre las penumbras. Figura tras figura pasaba delante como si realmente nada les importara, seres de aspectos inimaginables, bastantes atemorizantes para su gusto. Monstruos, bestias ¿Demonios? Algo en su interior hizo un "click" Definitivamente esto no era el cielo, pero ya tenía idea de dónde se encontraba.
El miedo comenzaba a inundar su pecho, asustado se encogió en su lugar, abrazándose para calmar su estado. Una mano se atrevió a tocarlo. Aquello le sobresalto y le puso la piel de gallina. Suavemente, sin llamar la atención, movió sus ojos hacía la dirección del tacto y se sorprendió al encontrar un par de brazos extra en su cuerpo ¿Cuatro brazos? Se empezó a tocar con desesperación, conociendo a duras penas su nueva apariencia. Había cambiado totalmente. Su suave piel, ahora peluda y esponjosa. Sus piernas eran largas y delgadas, su pecho abultado y aún más suave ¿Qué era exactamente? ¿Un monstruo igual que los demás? A pesar de la impresión que estaba viviendo en ese mismo momento, recordó que debía pensar en un plan que seguir. Sacudió la cabeza para concentrarse, miro hacía el cielo, reconociendo un gran pentagrama rojo, brillando con intensidad. Con un poco de esfuerzo se terminó de poner de pie, limpiándose el polvo residual, antes de comenzar a caminar. Ese corto trayecto fue suficiente para entender que se su teoría había sido correcta. Se hallaba en tierras infernales. Efectivamente había salido del paraíso, había caído en los confines de la tierra y no estaba seguro de sentirse aliviado o aterrado.
Suspiro con fuerza, procesando su situación. A pesar de estar en medio de una ciudad con un gran pentagrama, reconocido como el lugar mas perverso de todos y el mas grande castigo después de la muerte. No pudo evitar sentir un ligero alivio muy en el fondo de su interior. En vida se había dedicado a estudiar y el conocía todo lo que se decía del averno. Un lugar con siete círculos infernales, dominados por el diablo o lucifer. Seres con tridentes que te hostigan y torturan por toda la eternidad ¿Esto era realmente así? Dio un rápido vistazo y se encontró con tiendas de todo tipo, con personas conversando alegres por la calles y uno que otro malhechor haciendo maldades por los callejones. No parecía tan malo, no parecía el hoyo de condena eterna que se decía en los textos. Quizás aquí iba a poder hacer su sueño realidad y empezar una nueva vida.
Satisfecho comenzó a caminar evitando llamar la atención, menos mal que se había llevado una capa para cubrir su desnudes. No entendía porque su ropa había desaparecido de la nada, pero aquel detalle ya no importaba. Con la mente divagando, se detuvo de golpe al pararse en frente de una enorme vitrina. Observo su propio reflejo, dándose cuenta del cambio real que había tenido en este tiempo. Se bajo la capucha, para mirarse a plenitud. Bastante impresionado, pestañeo ligeramente. Era hermoso, sublime, a penas se podía reconocer. Todo en el había cambiado, su cuerpo, brazos y piernas. Su tonalidad se veía tan blanca como la leche. Se llevo sus finos dedos rosados hacía su cabello disfrutando su propia suavidad, acaricio sus redondas mejillas brillantes, le parecía gracioso notar que tenía varios ojos también ¿Era una especie de demonio? ¿Animal? ¿Monstruo? No podía decirlo con certeza, pero no le desagradaba en lo más mínimo. Su aspecto era precioso y se amaba. Bien a gusto con su apariencia, no había notado que no era el único que disfrutaba la vista de su nuevo yo. Esa encantadora belleza atrajo ciertos observadores que para nada lo admiraban con buenas intenciones. Antes de poder darse cuenta, se encontraba rodeado. Miles y Miles de ojos lo miraban con lujuria latente, saboreando su piel y tiernas carnes. Un numeroso grupo de demonios se aglomeraron en su entorno aspirando el aroma que desprendía ese lindo niño arácnido. Atrás había quedado la cordura, solo actuaban por instinto, moviéndose y gruñendo alrededor.
El albino se dio cuenta de eso y supo del peligro que corría en las manos de aquellos seres. Abrieron sus grandes bocas, dientes enormes y filosos, lenguas serpenteantes, saliva oscura y viscosa. Estaban en todos lados y no supo cómo reaccionar. Atemorizado, se abrazo a si mismo, dando unos pasos hacía atrás, chocando contra el cristal, temblando de nervios, intentaba pensar que hacer. En un impulso salto por encima de la guarda, cayendo arriba de un cartel de anuncios. Por poco le atrapaban con sus garras, reaccionó rápido y poderoso. Incrédulo, se tambaleo en lo alto y sonrió divertido por lo ágil que se había vuelto. Volvió a la realidad, se bajó de allí y se dispuso a salir corriendo por las calles sin rumbo alguno. Ahora tenía una preocupación más, alejarse lo más posible de la gente, ya que, no eran inmune a sus encantos naturales.
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Sin detenerse, corrió a lo mas que podían las piernas, desesperado por alejarse lo mas posible. Trataba de hallar algo o alguien quien pudiera ayudarle, cualquier cosa, pero no había nada. Ya exhausto se arrimo en un callejón y se escondió entre los escombros. Debía pensar en un plan. No sabía que hacer, a donde ir o llegar. Ahora estaba solo y con las manos vacías ¿Qué sería de él? Se cubrió el rostro con los brazos apoyándolos encima de sus rodillas, mientras continuaba lamentándose por su estado. Jamás fue de lamentarse. Siempre afrontaba los problemas con la mirada en alto, pero esta vez, la desesperación lo estaba consumiendo. Estaba así, cuando sintió el toque de una mano que se poso suavemente en su hombro, logrando que pegara un pequeño grito ahogado, casi un agudo chillido.
Se levanto de un salto al ver que no estaba solo, inquieto, logró notar entre las sombras una gran figura que se alzaba por encima de él. Un demonio de tonos oscuros, lo miraba fijamente a través de sus lentes de corazón. Anthony apretó los labios al sentirse intimidado, no solo por el aura oscura que rodeaba al demonio, si no, por su aspecto tan singular. Piel violeta, ojos rojos, penetrantes, sonrisa burlona y cuatro brazos, al igual que él. Tenía que admitir que tenía bastante estilo con su simpleza. Podía decir que, hasta tenía envidia de aquel brillante abrigo color rojo fuego. Y aunque jamás se atrevería a usar ese sombrero de gala, admitía que a él le quedaba muy bien. Sin embargo, lo que mas destacaba del intruso, era su tamaño. Era realmente alto, incluso mas que aquellos guardias que solían custodiarlo en el cielo. Preocupado, se llevo las manos hacía su pecho y agacho la cabeza con un leve temblor ¿Acaso había demonios mas altos y amenazantes? ¿Qué tal si lo eran mucho más? ¿Cómo podría afrontar eso?
Estaba perdido, en un gran problema, quería tirarse al piso y llorar. Pero una mano amable le ofreció ayuda. Los ojos, antes amenazantes, se volvieron tiernos y comprensivos. Sorprendido por tal gesto, levantó su vista hacía él. Intento articular alguna palabra, pero nada salía de sus labios. El demonio alto lo vio y rio ligeramente. Anthony tomo de la mano y se levantó con ayuda del contrario. Quedaron frente a frente, con las miradas cruzadas. La araña se sonrojo por aquel tacto tan suave y le devolvió una tímida sonrisa.
-Pobrecito ¿Acaso te perdiste, criaturita?—Comento con su fuerte y ronca voz. Anthony al escucharla quedó de piedra. Su voz era sensual y le hacía hundirse en un letargo y turbación que no podía controlar.
-... ¿Q-qué... ?... —Balbuceo nervioso.
-No hay porque temer, no te haré daño... déjame auxiliarte—Se acerco serenamente—¿Cómo te llamas pequeño ángel?—Le paso su abrigo. Anthony temblaba aunque no de frío, igualmente le agradeció el gesto, acurrucándose en la calidez que desprendía la prenda. El olor era tan masculino, aspiro con disimulo, ahogando un gemido bajo. Era delicioso.
-¿Ángel?—Se sorprendió por el tierno apodo, conteniendo una traviesa sonrisa que amenazaba en asomarse—yo...—
- ¿Ese es tu nombre? No pareció molestarte mi pequeño mote— ladeo su cabeza sin dejar de observarlo de arriba a abajo. Era más que hermoso. Pensaba que podía sacarle bastante provecho a su apariencia y ese exquisito aroma que desprendía ¿Qué era aquello que le aturdía tanto? Hizo acopio de todo su autocontrol, manteniendo su sonrisa bonachona en el rostro. Debía hacer que ese pequeño ángel confiara en él a toda costa.
-Angel suena como un buen nombre—Decidió apoderarse del apodo. No quería dar su información privada, ya eso era parte de un pasado que no iba a volver ¿Acaso importaba? Lo único que si, era que estaba en el infierno, al lado de un gran demonio que parecía amable ¿No?
-Parece que eres nuevo. No te preocupes, yo te daré cobijo. Ven conmigo—le volvió a tender la mano y esta vez, Angel accedió rápidamente, caminando al lado del demonio. Le pregunto su nombre y era "Valentino" overlord del infierno, dueño de la pornografía del anillo del orgullo.
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"Divina Obsesión"
Fanfic"Él era especial. Su sangre un elixir de los dioses, su rostro, angelical como ninguno y sin embargo, se encontraba en el infierno" este fanfic es una colaboración con @QueenFirebell entre las dos lo escribimos y editamos. espero que les guste. Rad...