"Perdida de juicio"

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Michael miraba incrédulo la escena. Como era posible que una maría estuviera bajo las alas de su hermano y para empeorar en brazos de un demonio. Esto no podía ser real, pensó consternado. Se levanto de golpe, con la molestia expresada en su rostro dirigiéndose hacía el rubio, quien desinteresado, solo se ocupaba de comer su pastelillo.

- ¡¿Cómo osas tomar uno de los tesoros del cielo?! ¡Una María es una reliquia muy importante! ¡¿Cómo se te ocurre meterlo en esas inmundas áreas del infierno?!— gruño con fuerza. Su hermano lo miro con una ceja inclinada y una sonrisa engañosa en el rostro.

-¿Crees que yo lo traje conmigo. O será que tú impecable guardia fue lo suficientemente despistada para dejarlo ir?– apoyó su mentón en sus nudillos, dejando descansar el codo en el brazo del sillón cruzando las piernas.

-¡¿Pero que estas diciendo?!. No seas infantil Lucifer. Sabes que mi guardia es impecable—

-¡Ah! ¿No lo sabías? —fingió inocencia—hace un tiempo, parte del pelotón de guardias celestiales vino hacía mi pidiendo encontrar algo que se les había escapado—

-No, eso no puede ser posible—bajó la mirada irritado, recordando que hace un tiempo vio una inquietud por parte de la guardia de campo, aunque estos le dijeron que no era algo importante y confiando ciegamente en sus guerreros, no le dio al caso ¿Cómo pudieron dejar que una maría se escapara?—¡ESOS INÚTILES! ¡serán despojados de sus alas y enviados a trabajar en las ruinas del infierno por 6 mil años! —

-Michael por favor—rodó los ojos sarcásticos—fue un pequeño error. Además, la criatura aquí fue la que decidió escapar—desvió la vista hacía Angel, quien muy apenado bajo la cabeza, sosteniendo la mano de su pareja con fuerza. Michael miro a la maría con detenimiento, analizando su nueva y grotesca apariencia. No podía creer que esa cosa se hubiese escapado por si sola.

-¡Pues eso no es un tema a discutir! ¡Sabes muy bien que aquí lo errores están prohibidos! ¡Desde el tropiezo mas pequeño hasta la caída mas fuerte! ¡nada de eso esta permitido!—se empezó a agitar al pensar en su padre y la decepción que traería consigo este error. Quizás hasta peligraría su puesto como mano derecha del señor. Sacudió la cabeza, debía regresar a la maría al cielo. Cómo de lugar.

-Y por eso no tienes amigos— hizo una cara de falsa tristeza mientras tomaba otro pastelillo.

-¡Lucifer! ¡ahora no es momento de tus desquiciados juegos! ¡no soportaré mas tus tonterías! ¡es mejor que te retires!... en cuanto a ti...— llevó su vista hacía el albino, quien lo miro aterrado empezando a temblar—no volverás a ver la luz del día por tu incompetente falta de respeto. Tu perteneces aquí y aquí te quedaras, aunque sea encadenado— Sentencio con una fuerte entonación en su voz, logrando que el arácnido comenzara a sollozar siendo abrazado por el ciervo.

-Ehm... si bueno, eso hubiese sido muy efectivo, si hubieses prestado atención antes. Pero lamento informarte que ahora no te lo puedo entregar— mastico tranquilo el panecillo delicioso. Eso era lo único que extrañaba de este lugar. Las delicias cocinadas por los querubines.

-¡¿QUE?!—el arcángel regreso su vista hacía él, aun mas furioso que antes por el repentino comentario.

-Pues veras, como te dije—recalco sus palabras—esta criatura que tomo la decisión de escabullirse ante la alta y estricta seguridad de la guardia celestial que esta bajo tu impecable mando, enfrente de tus narices. Ha decidido tomar otro rumbo en su existencia— siguió burlándose ante la mirada compungida del contrario. Antes de que Michael pudiese decir algo, vio como Angel se desabotonaba la camisa para enseñar el resplandor de su alma y el contrato. Michael quedo tieso por unos segundos sin creer lo que veía. En sus miles de años, nunca había tenido que presenciar tal acto burdo, como la unión de un ángel y un demonio. Temblaba de rabia y sus esclavos estaban preocupados. Intentaron calmarlo ofreciéndole té y botanas. Nada funcionó, el rostro del ángel se volvió rojo y su mirada iracundos la dirigió al pelirrojo.

-Criatura infernal, que descaro ¡¿CÓMO TE ATREVES A ENLAZARTE CON UN TESORO CELESTIAL?!—rugió abriendo sus alas mientras los brazaletes en sus brazos brillaban a punto de invocar su espada. Michael era conocido por ser un buen peleador y Alastor estaba indefenso, sin poderes y débil. Se colocó delante del albino y lo protegió con su cuerpo.

-Mi señor, por favor le pido que se calme, déjeme explicarle— aclaro su garganta con un carraspeó, llevando sus manos a su saco con mucha elegancia. Incluso en frente de un peligro que destruiría su existencia, estaba dispuesto a dejar en claro que lo que sentía si era sincero—yo se lo importante que es una maría para el cielo y la catástrofe que se crearía en pocos segundos si es que cayera en manos equivocadas—empezo elocuente. Su forma de hablar era formal y hasta podía convencer a la más obtusa bestia, esperaba que diera sus frutos en esta ocasión. Logró que el moreno de ojos claros se calmara un poco. En ese momento, Angel se levantó y tomo el brazo del pelirrojo para apoyar cualquier argumento que diera, no estaba dispuesto a callar, el también quería dejar en claro lo que sentía.
-Se que no me creerá que estoy enamorado y esta bien, tiene sus motivos, pero lo que si le pido que me crea. No tengo intención de ocupar el poder de Angel en algo perverso. Tampoco para aumentar el gran poder que ya poseo—

-¿Me tomas por idiota? una maría seria la fuente de poder mas grande que podría adquirir un demonio ¿Por qué tendría que confiar en ti?—lo analizo de arriba abajo. Bien parecido, delgado y con un gusto estrafalario al vestir. Nada confiable a sus ojos.

-Cualquier demonio con ansias de poder, dispuesto a lo que sea por alimentar su vanidad, haría la acción mas cobarde y torpe por llegar a la cima—hablo entre dientes recordando a Valentino—pero yo no soy así. No podría hacerle eso a Angel—apretó su mano y el albino lo sintió correspondiendo aquel sutil gesto.

-¿Y tú eres diferente?—endureció su expresión

-Eso exactamente lo que quiero explicar mi señor, mi verdadero motivo y el porque estoy aquí desafiándolo. Usted sabe que yo estoy completamente desarmado en el cielo. Solo tengo mis palabras—Michael relajo su cara e hizo una mueca de ironía con sus ojos cansados, mientras Lucifer de reojo, sonreía divertido con burla. Finalmente el arcángel soltó un suspiro como si sacara todo el aire de su pecho de manera agotada para regresar su atención a la conversación, dando el paso final.

-Habla demonio, te escucho—nuevamente un gran dolor de cabeza amenazaba con posarse en sus cienes. Estaba cansado, agotado de tratar con esta gentuza. Solo quería que esto se resolviera rápido para volver a sus asuntos habituales. Pero allí estaba, escuchando a un vil demonio explicar porque el debía quedarse con la María.
Iluso.

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¿Otro capítulo en la semana? Pues así es, ya que estamos en la recta final avanzaremos más rapido. Quedan pocos capitulos. Así que espero que lo disfruten al máximo y les siga gustando un monton.

"Divina Obsesión"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora