"Mercancía"

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Nuevamente un día mas se alzaba en las tierras infernales. Él pobre vendedor escuchaba los gritos de Valentino desde el otro lado de su teléfono, cediendo tristemente ante sus peticiones.

-Si, jefe—colgó con un fuerte suspiro. Trago duro antes de acercarse hacía las entradas de su negocio. Desde los cristales, se podía ver un gran grupo de demonios ansiosos por entrar. Apretó los dientes abriendo poco a poco las puertas, mas no fue suficiente. Terminó siendo atropellado y aplastado, como cada mañana. Tan solo paso un mes, un maldito mes, desde que el gran señor ordeno a sus lacayos distribuir la nueva marca de perfumes en sus tiendas. Cada amanecer, muchos de los empleados eran pisoteados, empujados y hasta golpeados por sus clientes, al intentar conseguir uno de los diminutos frascos redondos. El nombre del gran V se expandió eufóricamente por todo el mundo del espectáculo, ocupando casi todo el sistema mercantil. Desde pequeñas tiendas móviles, hasta grandes centros comerciales. Los anuncios cubrían cada edificio y carteles gigantes, los demonios no perdían una oportunidad de estar atentos a cualquier publicidad que mencionara sobre su nuevo elixir.

Todos quedaron encantados con tal delicioso producto, cada día las exigencias se multiplicaban y la demanda crecía exponencialmente. Rápidamente, los locales eran vaciados. No quedaba nada. Cada frasco se vendía, se agotaba. No había tiempo de reponerlos, no había suficiente producto. Gran parte de la población infernal comenzaba a enloquecer fácilmente, como si no pudieran vivir sin aquel dulce aroma que los envolvía y los dejaba en un letargo placentero. Era como el opio, como el éxtasis o cualquier droga. Incluso peor, se sentía cien veces más adictivo, más dependiente.

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Con un débil forcejeo, el lamentable vendedor, se levanto tambaleándose por los dolores corporales. Con una mueca cansada, se acomodo los lentes viendo al ultimo diablillo salir por la puerta mientras arrojaba el dinero.

-Gracias, vuelvan cuando quieran—todos los días se repetía la misma historia. Nada era suficiente para la rueda enojada y embravecida de llegaba cada mañana a así pequeña tienda ¿Qué productor tan peligroso estaba vendiendo? Cerro la puerta y admiro los estantes vacíos. Ciertamente era una mina de oro, se haría millonario en cualquier segundo si esto continuaba. Sonrió mientras contaba los billetes.

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La elegante habitación, era iluminada con una tenue luz azulada. Valentino extendió sus miembros, deleitándose con una sonora carcajada. Pateo al oso verde que le estaba besando los pies, el cual con una sonrisa perdida, se ahogaba con el vino que se le ofreció. Encantado, la polilla se levanto acomodando su abrigo. Satisfecho salió de la sala de juntas, había conseguido un nuevo territorio y ni siquiera tuvo que mover un dedo. La manipulación siempre fue su mejor armamento, la debilidad de los demonios era un arte sencillo. Como libros abiertos, podía leer sus mentes, anticipando cada movimiento. Junto con Velvet aprendió a moverlos con antojo, destruyéndolos por dentro con aquella adicción, ganando jugosos tratos a beneficio propio. Animado le envió un mensaje a su novio, quería construir un nuevo edificio en su nueva propiedad. Voxx le escribió como respuesta una frase de sarcasmo, que no le pareció nada graciosa “Al parecer no es suficiente con tu casa de lujuria. Además de tus prostíbulos, clubes, discotecas y tiendas de juguetes sexuales” El morado de cuatro brazos, le envió algunas groserías, ordenando que haga lo que le dice. Vox sujeto su teléfono mofándose de los textos histéricos de su amante.
Cuando termino de hablar con Valentino, volteo sus ojos a través de la pantalla, observando al joven arácnido quien se mantenía arrodillado y muy confundido, al estar en frente de un ser tan extraño, preguntándose por que tenía una televisión en la cabeza. En cuanto el mayor tomo su mentón para examinarlo mejor, de inmediato, el albino lo aparto de un manotazo, recibiendo un gruñido de su parte.

-¡HEY!—grito Voxx al ver la insurrección de Angel.

-¡No te me acerques!— Se levanto de inmediato, sujetando un palo de hierro a la defensiva.

-Quédate quieto ¡Y baja eso antes de que me quites un ojo!—Tomo el fierro y lo tiró lejos, a la otra punta de la habitación.

-¡Déjame en paz! ¡cuando llegue Valentino—se abrazo con sus cuatro brazos, protegiéndose.

-¿Qué, le vas a llorar con tus lagrimas mágicas? ¡AH! ¡HEYY!— Se apartó de inmediato al casi recibir un golpe de un trozo de madera que el contrario le lanzo. -¡Deja eso! ¡En cuanto Valentino llegue, el que tendrá problemas, serás tu!—empezó a salir estática y chispas de su pantalla y antenas. Aquella araña tenía peor genio de lo que aparentaba si tierna y delicada apariencia. Mientras en el apartamento se creaba un desastre con objetos que salían volando por los aires, mas allá a las lejanías del pentagrama. Una vez mas en el palacio de Lucifer, el soberano, se sentó pesadamente con un fuerte suspiro al recibir otra queja de los demás príncipes colegas. No entendía que era lo que pasaba exactamente. Pero una vez mas, la expansión comercial de la marca V, estaba opacando gran parte de sus trabajos y molestando hasta en sus reinos. Rodo los ojos hastiado, no sabía que esperaban de él. Conocía a ese vil proxeneta y sabía lo que podía llegar a hacer, contar con tener poder y riquezas.  Chisto la lengua, frustrado ahora debía encargarse obligado.

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Alastor abrió los ojos de inmediato, apartándose bruscamente de su compañera, quien termino dando un quejido quejumbroso, en cuanto los dientes del contario salieron de golpe de su hombro. La rubia cubrió la herida con su mano mientras miraba desconcertada a su amante por el repentino movimiento. El pelirrojo con una mirada perdida por la impresión, volteo la cara hacía las ventanas. Se levantó en silencio, dando pasos pesados y con una sonrisa tensa en su rostro.

-¿Alastor?— pregunto incrédula la mujer, viendo su comportamiento extraño. Sin embargo él, aun conmocionado, ni siquiera pudo emitir algún sonido. Se sujeto el pecho con fuerza, perplejo por la sensación extraña. Una vez mas, su interior le volvía a alertar un avistamiento nuevo. Aunque esta vez, fue mucho mas intenso. Comenzó a sentirse nervioso, podía presentir, de que no se trataba de algo bueno. Sabía que terminaría envuelto y quizá no podría evitarlo. Su respiración se agitó y pequeñas gotas de sudor empaparon su escultural cuerpo, rodeado de cicatrices. Era un hombre esbelto, guapo, con porte elegante. Moreno y con cabello rojizo. Su amante lo miro desde la cama, admirando aquella belleza infernal. Se veía lejano, distante. Lo estaba perdiendo, lo sentía en su corazón y no podía hacer nada al respecto. Suspiro triste, desesperada.
En ese mismo instante Alastor, levantó la vista hacía unos edificios, inclinando la cabeza en lo que alzaba una ceja. Un enorme cartel de anuncio enseñaba la imagen de Valentino sosteniendo, con una mueca provocativa, un pequeño frasco redondo con un brillante liquido en su interior de un tono rosado. Sonrió admirando la belleza de la botella y el brillo del líquido. Su intuición le indicaba que ese cartel, tenía que ver con su premonición. Su pecho se agitó ansioso al contemplar aquel aviso. Necesitaba averiguar qué significaba aquella sensación.

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Está semana subí dos capítulos porque el otro era muy cortito. Espero que les guste este pequeño regalito jejeje. Feliz viernes.

"Divina Obsesión"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora