"Demonio radio"

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La sensación en el aire era pesada, las risas en la oscuridad le incomodaban ¿Había realmente alguien allí? La rubia trago duro y agarro aún más fuerte la mano de su novia. Las sombras se burlaban de ambas chicas, como si se trataran de dos pequeñas ovejitas caminando solas hacía el lobo. Los gritos atroces de las victimas de los caníbales les aturdían los oídos, mientras los monstruos solo se concentraban en comer, por desgracia llegaron a la hora del almuerzo. Finalmente visualizaron la gran mansión del ciervo. Era imponente, de color vino con detalles de madera fina. Caminaron hasta la enorme puerta de madera y se detuvieron con duda ¿Lo iban a hacer realmente? Se miraron y asintieron. Ya no había marcha atrás, debían tocar la puerta y hablar con el demonio radio. Charlie respiro profundamente antes de atreverse a tocar. En ese momento, la entrada se abrió lentamente con un ruido muy agudo y ensordecedor, tensándolas mas de lo que estaban. Para su sorpresa, una pequeña mujer, se asomo, reconociendo su estilo como la de una bailarina exótica por sus llamativas prendas brillantes y sus adornos en el cabello. Con una tez pálida y ojos oscuros como el carbón, las miró a ambas de manera desinteresada.

-¿Puedo ayudarlas?-las miro de arriba abajo, reconociendo a la rubia. No entendía que estaba haciendo ahí la princesa del infierno. Las chicas pestañearon ante tan encantadora dama. Su aura las relajo, sintiéndose débiles y calmadas ante su presencia. El rubio de su cabello, el rojo de sus labios y la frescura de sus carnes tenían algo adictivo. Charlie sacudió la cabeza tratando de reacción. No sabía quien era esta mujer (ni si era un enemigo potencial o un futuro aliado) y porque se sentía muy bien estar cerca de ella, pero tenían una misión ahora mismo.

-Perdona-Charlie carraspeó-Venimos a ver al demonio radio, tenemos que hablar con el-Intento mantenerse sujeta a su propósito y ser autoritaria en su voz. Demandaba la visita como princesa del infierno o eso era su objetivo. Sin embargo, la pequeña bailarina endureció la mirada, crispo los ojos con un deje celoso y las miro fijamente con mucha desconfianza.

-¿Qué quieren de él? Está muy ocupado, no puede recibir a fans a esta hora... y menos cuando yo estoy con el- ataco insegura, al ver a dos chicas jóvenes y bonitas en la puerta de su amado.

-No, no somos fans...Tenemos que hablar con el de algo importante ¡Necesitamos que nos escuche!-trato de detener a la mujer, quien iba a cerrar la puerta sin chistar. No podía rendirse, no ahora, no estando tan cerca.

-Si claro, déjame adivinar-poso sus manos elegantes en sus caderas anchas-Quieres decirle cuánto lo quieres y todo lo que has pensado en su rostro y mierdas de ese estilo ¿No?-sus ojos denotaban veneno puro. Odiaba tratar con ese tipo de mujeres ¿Es que nadie en este infierno tenía un poco de dignidad?

-¡Estoy hablando enserio! ¡Venimos aquí por que queremos hablar! Y que nos haga un favor. Vengo de parte de mi padre, Lucifer ¿Verdad Vaggie?-Al momento de voltear a ver a su novia, vio como esta se mantenía con la mirada perdida, mejillas sonrojadas y sin reaccionar en lo más mínimo.

-¡Vaggie!- se altero tomando sus hombros, recibiendo como respuesta unos sonidos incoherentes ¿Qué le pasaba a la morena? La sacudió con brusquedad hasta que despertó de aquel extraño letargo.

-Ehh... y-yo... ¡ay! ¡lo siento!- Reaccionó llevando dedos hacía su frente mientras negaba con la cabeza.

-¡Por favor! ¡te lo pido! ¡déjanos entrar y hablar con Alastor!-trato de sonar firme ante la demonio exótica.

-Buen intento, será mejor que se vayan o -las amenazó con uno de sus dedos delicados, pero una voz gruesa y firme la detuvo en su actuar.

-Mimzy, querida ¿Por qué tardas tanto? ¿Qué es ese alboroto? ¿Quién esta en mi entrada?- Charlie trago duro y apretó la mano de su novia quien le infundio confianza. Desde las sombras, la elegante figura del demonio radio se asomó hasta hacer acto de presencia. Tan elegante como aterrador, su siniestra sonrisa brillo a través de la oscura tiniebla en su entorno. La princesa endureció la mirada sin dejarse intimidar. Viendo finalmente como el gran demonio radio se posaba ante ella, quien bien atento con educación, se inclino un poco al reconocerla, con una expresión amable.

-¡Oh! ¿Por qué me debo este placer? La princesa del infierno en persona- sin preguntarle le tomo de la mano para estrecharla.

-Yo... hm... señor Alastor, demonio radio. He venido aquí a hablar con usted de un asunto de gran importancia. Le pido un poco de su tiempo ahora mismo- explico como pudo ante el temible overlord. Debía mostrarse firme, debía quitar aquella expresión de terror puro de su rostro. Tomó aire, poniéndose firme, mirándolo con ojos firmes y decididos.

-Bien, por supuesto su alteza. Será mi mayor placer. Por favor, adelante-aplaudió llamando a su personal. Sonrió para sus adentros, los engranajes se empezaron a mover y por fin iba a poder saltar a escena. En ese mismo momento, algunos diablillos aparecieron para tomar a las chicas de las manos y guiarlas hasta la gran sala principal. Mimzy quien se había mantenido algo inquieta, suspiro rendida, pero al instante que intento dar un paso, fue detenida por la mano rojiza de su amo, levanto la mirada hacía el, algo confundida antes de que su amado respondiera.

-Lo siento, pero tu no vendrás. Me temo que tu presencia solo las distraerá, tendrás que mantenerte sola un rato, espero no te moleste- le comento mientras comenzaba a alejarse de ella. Mimzy enrojeció de rabia y celos ¿Por qué siempre la trataba como si fuera parte de la decoración? ¿Tan poco importante era?

-Bien-dijo antes de dirigirse a otro cuarto.

**

En cuanto Charlie se acomodo en un gran sillón junto a Vaggie, algunos sirvientes, llegaron con una tetera humeante y algunos platos de galletas, ofreciéndoles algo de té. Ambas las recibieron con recelo, pero no podían ser desagradecidas con su anfitrión. Probaron la comida que se les ofrecía, encontrándola extrañamente exquisita. Pudieron respirar tranquilas mientras disfrutaban las delicias ofrecidas. Nuevamente la presencia de Alastor, tenso el ambiente. Los sirvientes agacharon la cabeza y empezaron a temblar débilmente. Vaggie noto aquella conducta y codeo a su novia para que no se distrajera. Por un segundo habían olvidado en dónde se encontraban. El pelirrojo las miro sonriente, mientras iba a tomar asiento a su sillón preferido, forrado de terciopelo rojo, con detalles en negro.

-Entonces su majestad, dígame, ¿Qué necesita de mi? ¿En que le puedo ayudar? Solo soy un demonio común y corriente - mantuvo su inquietante sonrisa, sin quitar su atención en ambas mujeres.

-Alastor, es serio. Necesitamos tu ayuda con Valentino--

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Angel dejo caer la bolsa del polvo blanco. Dejo un verdadero desastre, se asustó. Valentino se iba a molestar si no lo dejaba limpio en cuanto llegara. Intento limpiar, pero un incipiente dolor en su nuca y pulmones no lo dejaba en paz. Tocia y se marea a un poco. La debilidad poco a poco le tomaba todo el cuerpo ¿Qué estaba pasando? Intento razonar y buscar una explicación razonable para su malestar-Seguramente ese idiota de Vox me dejo dolores en la espalda. Es tan bruto, se lo diré a Valentino cuando llegue-suspiro cansado. El pequeño cerdito que dormía a su lado, se levanto moviendo sus patitas hacía sus piernas, tratando de animar su estado mientras movía su trompita de un lado a otro, causando algo de gracia en su dueño-Si, tal vez no sea eso...-Menciono tomando a su mascota en brazos, llevando su mirada hacía las grandes ventanas-Oh Nuggs ¿Qué es esta sensación? ¿Por qué siento un revuelco en mi estomago? ¿Crees que lo esté imaginando? Quizás no sea nada-Entrecerró los ojos, mientras los oscuros cielos tomaba presencia en su alma y habitación.



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"Divina Obsesión"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora