"Lazo"

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Era muy complicado de explicar. Tanto Alastor como Angel no podían entender la atracción que sentían por el otro, era demasiado fuerte para ellos. Aun así el ciervo se mantuvo firme en su decisión. Estaba bastante seguro de que solo se trataba de la esencia adicta del albino. Se negaba a creer que podría tratare de otra cosa, como el absurdo pensamiento de que pudiera gustarle de verdad. Esas cosas no existen o quería creer fervientemente de que no. Aunque  admitía que Angel era especial y había tocado una fibra sensible que pensaba que no tenia o que había muerto hace bastante tiempo. Incluso con Mimzy, su fiel compañera, jamás había experimentado algo por el estilo y eso le mortifica ya que la rubia le había entregado el cuerpo y el alma sin dudarlo. Se sentía mal agradecido, ruin y malvado. Aquel pensamiento se había vuelto intrusivo y estaba haciendo estragos en su mente. Su radio interna colocaba canciones de amor al azar, por más que intentará acallarla. Su estática incontrolable, resonaba por toda la mansión y hasta el se estaba hartando del chirrido.

-Alastor—lo llamo preocupado. Veía lo perturbado que se encontraba el pelirrojo. Y para su gran pesar, sabía que tenía gran parte de la culpa. El mencionado abrió los ojos sorprendido, levanto la cabeza para encontrarse justamente con el que merodeaba en sus pensamientos. Torció la sonrisa intranquilo, al parecer de tanto pensarlo, lo invoco.

-Angel ¿Qué haces fuera de la habitación? no debes estar aquí—había estado tan distraído que se le había olvidado por completo el susodicho.

-Yo…— bajó la cabeza con tristeza—Ya no quiero estar encerrado. Los ángeles y Valentino nunca me dejaban salir—comento con melancolía.

-Angel lo lamento pero la mayoría de mis sirvientes, son diablillos traviesos y degenerados. Es peligroso que merodees por ahí—se ponía furioso con tal solo pensar que alguien más le pusiera las manos encima al arácnido. El albino apretó los labios sin evitar que unas ligeras lagrimas se deslizaran por sus mejillas, eso desconcertó al locutor, quien de inmediato se levanto nervioso acercándose con cautela.

-Oye ¿Qué ocurre? No te pongas así— tartamudeo estirando un brazo hacía el, tocando una de sus mejillas con delicadeza.

-Tuve una pesadilla. Bueno, son recurrentes. Mi Re ni me deja en paz—se agarró la cabeza con desesperación. Alastor lo miro serio deteniendo su accionar. Sostuvo las manos delicadas entre las suyas.

-¿Soñaste con Valentino?—

-Estaba—Trago duro—Estaba en su departamento de nuevo y cuando desperté, todo estaba oscuro y creí que... que..—se le notaba afligido. Alastor apretó aquellos dedos entre los suyos, acariciandolos.

-Puedes dejar las luces prendidas cuando quieras—

-No importa cuanto corra o a donde vaya. Mi destino es estar tras las paredes—

-tienes mucho poder. Solo el cielo puede controlarlo—

-No es así. Tú puedes hacerlo—respondió dando un paso hacía el, posando sus manos superiores en su pecho. El pelirrojo se sorprendió por eso, no rechazo el tacto y suavemente llevo una de sus manos a su cintura. Sin darse cuenta que lo estaba abrazando con delicadeza.

-¿Qué estás diciendo? ¿Por qué crees que yo, un simple demonio, podría controlar un poder divino?—

-Tú puedes tenerlo y llevarlo bajo tu mano. Puedes controlarlo—sus palabras carecían de lógica. No tenían sustento y sin embargo, las creyó fervientemente. Creo ser el dueño de aquel ser poderoso. Pero sabía, muy en su interior, que era una ilusión que su corazón quería creer a toda costa ¿Tenerlo para si mismo? ¿Y luego qué?

-Escucha querido, eres demasiado ingenuo. Yo no soy el más poderoso de este lugar ni por lejos. Tampoco puedo decidir quedarme contigo y ganarme a un poderoso enemigo como lo es Lucifer. Estaría arriesgando demasiado—Termino de hablar con seriedad llevando sus manos hacía atrás sintiendo en su interior la profunda decepción de Angel, no sabía el porque, pero podía sentir como este estaba destrozado por dentro. Apretó los dientes con fuerza queriendo quitar esa compasión, no podía compartir ese pesar, su mente vacilaba entre consolarlo o hacer lo correcto y llamar a Charlie de una buena vez por todas. Con un suspiro pesado se volteo lentamente, mirando como el albino, lloraba en silencio, se acerco a él para apaciguar esas lagrimas con sus pulgares.

-Angel, tienes que entenderme—

-Tú me gustas...— sollozó suavemente.

 -Y tu a mi. Pero tengo que entregarte, esto no esta bien— Sin impórtale las consecuencias el de cuatro brazos, se lanzo a abrazarlo del cuello. Por unos segundos el contrario dudó, pero termino cediendo a sus caprichos correspondiendo el gesto.

****

Mas allá del oscuro cielo rojo, desde el otro lado de la ciudad, en el gran castillo real, Charlie se cruzo de brazos pensativa. Vaggie con una mueca seria, le colocó una mano en su hombro con una expresión muy seria.

-No debimos confiar en el—

-Debe haber una explicación—Charlie miraba el cielo preocupada. Debía confiar en el ciervo, era su única esperanza.

-Valentino ha cerrado muchos de sus negocios y perdió un territorio y solo ha pasado una semana. Es obvio que él tiene aquello que le daba poder. Seguro lo tiene para el—su ceño fruncido demostraba cuánto aborrecía al demonio radio. Desde el primer momento, sabía que algo malo pasaría.

-Alastor puede ser siniestro y sanguinario, lo sé, pero también es un hombre de palabra—

-Pronto dará un aviso, tenemos un trato, debemos confiar—le sonrió a su pareja. La de un ojo, torció los labios insegura pero aun así abrazo a su novia, esperando ver como terminaba toda esta situación. La influencia de Valentino estaba cayendo en sus territorios y muchos demonios comenzaban a reaccionar y salir de su letargo. Era obvio que ya no tenía aquello que le daba poder, pero Alastor aun no daba noticias y eso solo ponía en tensión a la princesa, sobre todo, porque notaba que su padre estaba perdiendo la paciencia. Respiro profundo intentando calmarse seguro el demonio radio estaba por resolver las cosas, sin imaginarse siquiera que este mismo, no solo se encontraba con aquella reliquia adictiva, si no que hasta estaba mimándolo.

***

Angel se acurruco en el pecho del ciervo, sentados juntos en el sillón, dejaron que la música en la radio apaciguara el ambiente.

-¿Te sientes mejor?—pregunto el pelirrojo, acariciando su espalda.

-Aun esta oscuro—susurro avergonzado.

-la oscuridad es mi reino no tienes que temer yo te protegeré—beso su cabeza con ternura.

-Esa canción me encanta, me recuerda a mi vida—por fin logro sonreír. Alastor encantado, se atrevió a levantarse ante la confusión del albino quien lo miro expectante en cuanto le ofreció su mano y con una emoción tímida, la tomo dejando que guie sus pasos hacía el lenguaje de la música. A pesar de la diferencia de altura, logro acomodar sin problemas su cabeza en su hombro, disfrutando de la cercanía tan cálida. Ambos demonios, estaban tan gusto con la tierna sensación en su interior, como si sus pechos revolotearan de gracia y encanto. No se daban cuenta que sus almas se conectaban fuertemente con un lazo astral, uniéndolos firmemente, mientras bailaban hasta el anochecer. Alastor cayó rendido ante Angel. A la mierda el mundo.

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"Divina Obsesión"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora