"Aclarado"

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Valentino se asomo nuevamente a su balcón, posando las manos encima del mármol con una expresión muy molesta y fría. Gruñó secamente apretando los dientes, iba a arrancarle el cuello a Alastor así sea lo ultimo que hiciera. No permitiría que ningún otro mugroso volviera a tocar a su tesoro a quien traería de regreso a rastras y lo ataría con cadenas para que no vuelva a intentar escapar. Chasqueo la lengua aún ensimismado, pero unos pasos lo devolvieron a la realidad. Eran los de su pareja, Vox. Volteó sin decir una palabra, en ese mismo momento el demonio electrónico levanto su brazo extendiéndole un localizador y un micrófono.

-Los hombres están preparados, en unos minutos irán al territorio caníbal a dejar el mensaje para el demonio radio—

-Yo también estoy preparado, quiero ir en persona y asegurarme de dejarle las cosas en claro a ese imbécil—la irá lo estaba consumiendo, ya no podía pensar con claridad.

-¡¿Estás loco?! ¡¿Tienes idea de quién es ese lunático?! ¡¿Quieres morir?!—sabia el inmenso poder que tenía Alastor y no se podía imagina lo poderoso que era ahora al ser del círculo interno de Lucifer.

-No te estoy pidiendo permiso, hazte aun lado— se encaminó a paso firme hacía la salida, siendo tomado del brazo por su amante.

-Val, por favor, reacciona, el se ha hecho mas fuerte. No tienes posibilidades. Piensa en nuestro negocio, nuestro imperio, conseguiremos algo mejor para hacerlo avanzar—trataba de tratar por el camino racional, pero nada funcionaba. Estaba embobado con ese ser.

-¡A la mierda! voy a traer a Angel, no me importa nada—se aparto de el bruscamente, saliendo de la habitación con un portazo.

**

La tarde era acogedora para Alastor, quien decidió tomar el té en su jardín delantero disfrutando de la vista infernal que le entregaba el territorio caníbal, mientras su ángel disfrutaba un pastelillos de crema a su lado. Que hermosa escena, así mismo se imaginaba su futuro junto al albino. Los dos tranquilos y lo más importante, juntos. En ese instante sintió un temblor gutural y supo que su visión de ensueño estaba a punto de ser arruinado. Suspiro mientras agarraba a Angel y lo protegía de lo que sea que estuviese viniendo. Cerro los ojos en cuanto un fuerte golpe llego a su puerta. Antes de poder abrir la boca para decir algo, un estruendo feroz hizo explotar las grandes entradas principales de la mansión. El de cuatro brazos por instinto, se abrazo con temor a su novio intentando cubrirse el rostro, mientras que el ciervo se acomodo el cabello sin inmutarse del ataque. En cuanto el humo se disperso por los alrededores, un ruido constante de pasos llegaron cerca de ellos, dejando a la vista un gran numero de hombres músculos de gran tamaño queriendo intimidar al señor supremo, quien solo rodó los ojos, tomando su té de nuevo, mientras acariciaba la espalda de su amante para confortarlo. Los demonios se desplazaron por el jardín haciendo paso al ser mas alto y jefe de ellos. Paso a paso la silueta de Valentino se asomó desde la oscuridad, enseñando su elegante y temible ser a la vista, con una expresión de pura ira.

-¡Valentino!— lo saludo con entusiasmo el pelirrojo con una ligera risa—Que amable eres en venir a visitarme, pero solo bastaba con que tocaras la puerta—mantenía imperturbable aquella eterna sonrisa en su rostro.

-Maldito bastardo, te romperé el cuello—exclamo entre dientes—devuélveme lo que es mio—

-¿Lo que es tuyo? no recuerdo ir a tu zona y tomar algo de ti— volvió a reírse, abrazando con mas fuerza a Angel quien empezó a temblar de la angustia—Mira lo que causas... ¡Niffty!—llamo a su sirvienta fiel.

-¡a la orden jefe!—se apareció de la nada la pequeña cíclope posándose aun lado de la pareja con una mano en frente en señal de estar atenta a su mandato.

-Llévalo a la cama, Valentino lo puso nervioso, necesita tomar una siesta—comentó haciendo que el albino se levantara para que se acerque a la mas bajita ante su confusa y aterrada expresión. No sabía que es lo que tramaba su pareja ni como iba a resolver todo el problema con Valentino. El ciervo le dio una sonrisa tranquilizadora mientras hacía un ademán para que se retiraran.

-Ni siquiera lo pienses—amenazo con un arma que saco de su abrigo, apuntando a la araña. El ciervo lo observo unos segundos entendiendo de que se trataba, viendo algo sorprendido que tenía entre sus manos un arma angelical.

-¿De dónde sacaste eso?- pregunto un poco mas severo.

-No voy a repetirlo Alastor, entrégame MI ángel- gruño entre dientes.

-Valentino por favor, estas siendo grosero. Arruinaste mi hora del té, además, me vienes a amenazar en mi propia casa, a un miembro principal del comité real con un arma ilegal en el infierno. Eso te costara caro— llevo de nuevo su taza a sus labios.

-Deja de joderme, ya te dije que no quiero repetir las cosas, será mejor que hagas esto por las buenas—seguía apuntando con el cañón.

-Déjame decirte que es lo que podría pasar por las buenas. Lo mejor sería que bajes el arma, te alejes de mi territorio y no vuelvas a aparecerte delante de mi jamás o las consecuencias harán que tu estadía en el infierno haya sido tu paraíso—por primera vez en la conversación se levantó y se arregló el traje que portaba. Había terminado su taza y no le estaba gustando nada el tono de la conversación. Ante eso, el morado volvió a gruñir viendo que no podía intimidarlo, así que decidió usar una de sus mejores cartas y deja salir de su boca, un humo fucsia de intenso aroma a dulce, una droga especial que utilizaba como su mejor arma para adormecer a sus victimas, pero quedo impresionado ante la reacción del ciervo, quien ni se inmutó ante su poder. No parecía afectarle en lo más mínimo, seguía con su estúpida sonrisa pegada en el rostro y su porte elegante.

-¿Qué...?... ¿Pero cómo es que tú...?... Tú...—exclamo nuevamente entre dientes.
-Te lo he advertido Valentino. Te di la oportunidad de retirarte y salvar tu deplorable alma pero parece que seres tan mediocres e inservibles como tú, son tan estúpidos que no merecen ni siquiera estar vivos— se levantó algo molesto arreglando su saco, para luego levantar una mano y hacer una seña con sus dedos que solo su leal servidora pudo entender.

-Maldito desgraciado, tu serás el único aquí que caerá ¡ATAQUEN!— levantó uno de sus brazos señalando al ciervo, esperando que sus hombres se alzaran encima de el para desgarrarlo lentamente. Pero en pocos segundos, la polilla quedo inmóvil con su brazo extendido al notar que ninguno de sus hombres le hacía caso, velozmente giro su cabeza encontrando con horror un rio de sangre en frente de él. Sus hombres yacían tirados en el piso cuan montaña unidos entre si en una masa sanguinolenta carente de forma. Encima de ellos, la pequeña cíclope rebosante de alegría, sostenía entre sus dientes un brazo de uno sus ya moribundos demonios.

-¿Q-qué mierda... ?— se asustó el de lentes. Algo allí estaba increíblemente mal y por primera vez en décadas, sentía que su vida corría peligro realmente.
-Aunque me pareció algo cobarde y patético de tu parte venir acompañado como un niño inmaduro, debo agradecer la comida, mi linda dulzura, Niffty, ha trabajado muy duro estos días y creo que se merecía una buena botana—recalcó divertido burlándose de la expresión del contrario. El locutor se atrevió a dar un paso, hasta que un quejido de terror lo descoloco. Se volteo a ver como Angel se cubría la boca y gimoteaba por ver tal escena. Se había olvidado que estaba ahí e inmediatamente regreso a hacerle una seña a su ayudante exclamando con su rostro que se lo llevara lejos de aquella masacre. Sin esperar un segundo más, la de un ojo se apresuró a correr hacía el albino para tomarlo de la mano y llevárselo de ahí, dejando solos a los rivales de amor. En ese instante tan extraño, el clima se había puesto más pesado, el cielo se oscureció indicando la llegada de una tormenta lluviosa. Alastor comenzó a caminar lentamente hacía el mas alto llevando sus manos hacía su espalda. Valentino aun se mantenía en shock por lo sucedido, hasta que reacciono con un fuerte gruñido, regresando para apuntar al demonio radio con su letal arma entre manos. El ciervo solo rodó los ojos, haciendo un movimiento con su dedo, creando un mini vórtice debajo del brazo del insecto, que succiono rápidamente el arma y con eso lastimando su brazo en el proceso, logrando que Val gritara de dolor.

-¡MALDITO HIJO DE PUTA! ¡TE MATARE!—se sujeto el antebrazo, intentando retener la sangre.

-Te lo advertí- comento con un tono mas severo, acercándose mas.

-¡ESPERA!—reacciono comenzando a temer por su vida -Por favor,  solo quiero a Angel de nuevo conmigo. Te daré lo que quieras, he ganado muchos tratos, te entregare cualquier cosa que pidas— Sabía que terminaría rogaría por su vida, pero fue tan rápido que fue algo aburrido para el locutor, quien volvió a rodar los ojos mientras chasqueaba los dedos. Antes de que el mas alto pudiera reaccionar, unos tentáculos, lo sujetaron por detrás, haciendo que cayera sentado. El pelirrojo se poso en frente de aquel patético ser que temblaba como una mugrosa presa que no valía nada, ya no tenía escape y el no era tan benevolente para dejarlo ir por las buenas. Lo haría sufrir y lo disfrutaría. La lluvia había empezado a caer, lavando el suelo, llevándose toda esa sangre inmunda y sin valor. Valentino tembló de frío y miedo. Aquel ser no tenía ni un ápice de bondad en su corazón y el lo sabía.

-No te entregaré a Angel—se burlo el ciervo.

-Yo lo vi primero—se lleno de ira y lloro en el piso como un niño—¡entrégamelo!—

-Me eligió a mi. Él me ama y yo a él, tu no eres nada— aquello hizo vacilar al proxeneta un segundo, hasta que sus lagrimas se entrelazaron con las gruesas gotas de la lluvia. Aquello fue suficiente para terminar una discusión que nunca llego a nada, lentamente Alastor elevo el brazo por encima de su cabeza ante la desconcertada mirada del morado. La lluvia se propago con mas violencia, invitando a los temibles rayos que hicieron temblar los cristales en la habitación del ciervo. Angel siendo cubierto con una manta por la pequeña Niffty, abrió los ojos con temor al escuchar el terrible grito desgarrador de Valentino apaciguado por los inminentes truenos.

-oh cielos, pero que mal clima— exclamo la diminuta pelirroja ante tal estruendo, acercándose muy inquieta hacía las ventanas para taparlas con las cortinas—Parece que la tormenta durara por mucho tiempo, es mejor que descanses— se volteo para sonreírle amablemente—Mañana será un buen día—

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"Divina Obsesión"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora