"Rechazo"

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La silenciosa tarde dejó a Angel dormido profundamente, el pelirrojo, con sumo cuidado, lo cubrió con las sabanas, antes de salir en silencio para no despertarlo. En cuanto aseguró el cerrojo, se dejo caer contra la madera llevando su mano hacía su cara, desplomándose frustrado. Cayó de sentado en el suelo, pensando en donde se metió, que es lo que había hecho y como esto afectaba su futuro. Unos minutos mas tarde, con las manos en la espalda, se encamino sin soltar un solo sonido con una expresión dura en su rostro. Debía llamar a Charlie, era lo mejor, no podía arriesgarse más de la cuenta. Se detuvo de golpe, soltando un fuerte suspiro. Una parte de él le pedía que corriera de nuevo a la habitación y le hiciera el amor hasta caer exhausto y otra estaba preparado para entregarlo. La disyuntiva lo estaba matando y le revolvía incómodo las entrañas.

-Alastor—el mencionado se despertó de sus pensamientos, observando que delante de el, la regordeta bailarina se posaba con una mueca de disgusto. No la había visto, no sintió su presencia y eso era malo.

-Mimz—susurro agotado. No quería lidiar con el enojo de ella.

-¿Qué paso? Te estuve esperando toda la mañana—

-Solo fue un pequeño inconveniente—esquivo su mirada acusadora y sus gestos posesivos. No quería nada con ella. La pequeña rubia bajo un poco la mirada, pero lo olvido e intento acercarse de nuevo a él, pidiendo un abrazo sin palabras. Algo que no paso desapercibido para el mayor, quien sin pensarlo mucho, decidió corresponder solo para no empezar a discutir ¿Desde cuándo la rehuía? ¿Cómo había cambiado tanto en esos días? Pero en cuanto ella se acerco lo suficiente a él, una pesada sensación envolvió su ambiente alrededor. Un malestar, le revolcó el estomago y las náuseas lo atacaron de sorpresa. En un impulso inconsciente, la aparto de un empujón haciéndola trastabillar por la fuerza utilizadas. Su respiración se volvió agitada, mirándola con los ojos muy abiertos, mientras ella, se quedo en total consternación por tal acción repentina.

-¿Alastor?— se entristeció y sorprendió por partes iguales. Jamás había reaccionado de esa manera. Sin poder responder, el ciervo corrió velozmente hacía el baño, alejándose por completo de ella deseando separarse de ese ambiente tan repugnante. Se lavó la cara desesperadamente, quitando de encima todo esa horrible sensación. Primero el té que le había parecido el agua mas sucia que probo en su vida y ahora esa aura, que antaño había sido encantadora, que le daba poder y afecto, le era tan asquerosa que era imposible para él tenerla cerca ¿Qué es lo que le pasaba con ella? Ya no podía sentir ni una pisca del cariño que le tenía ni del deseo que le profesaba. Negó con fuerza, seguro estaba cansado por el estrés y la situación de aquel ser. Su aura era aun mas suave y tierna, quería fortalecer su alma con él, para quitar esta pesadez en su ser. Estar con Angel le haría bien. Se sobresalto de inmediato en su lugar, volviendo arrojarse agua a la cara ¿En qué pensaba? ¿Cómo que volver al lado de ese arácnido? no era posible, tenía total control de su mente, no podía caer en algo tan banal, como los encantos de una María tan simple. Alastor abrió los ojos, recordando esa linda expresión infantil y llena de brillo en su mirar. El recuerdo del albino, le era tan encantador que podía escuchar en su cabeza esa voz tan agraciada y divertida. Aquellas palabras que las había tomado a la ligera, parecían agarrar cada vez más fuerza “amor” “destino” “cuento de hadas” ¿Era todo verdad? ¿Los había unido un lazo tan grande que no podían vivir sin el otro? Quiso gritar y reír en partes iguales. Angel lo estaba hechizando y el era vulnerable ante aquella magia. Se odiaba, era igual de ingenuo que el albino, creyendo en el amor verdadero, en la unión milenaria de sus almas, en el destino que debían compartir.Con eso, la risilla del pelirrojo broto en sus labios, mientras se cubría el rostro, era tan gracioso lo ingenuo que era, esos cuentos del cielo, no eran mas que tontas leyendas para los lindos angelitos como el.

Aunque por un lado si conocía el linaje de las marías, seres de un néctar inigualable que solían ayudar a guerreros en tiempos remotos y a grandes entes a fortalecer su poder, algo ridículo en su gusto. Y a pesar de que ya tenía una maría bajo su mano, no necesitaba de amuletos mágicos o pociones brillantes para ejercer su poder, el había conseguido su posición con dientes y uñas, por su propio sudor y sangre. Ahora era momento de engrandecer su nombre, pronto pertenecería a la realeza y tendría mucho más poder y lacayos a su disposición. Solo tenía que entregarle ese ángel a Charlie y todo estaría echo, entonces sin pensarlo bien, tensó su mandíbula y golpeo su frente contra la puerta. Tenía que entregar a su ángel. Debía entregar a su ángel. No quería entregar a su ángel. Se repetía constantemente con un fuerte suspiro en sus labios. Salió a duras penas del baño, pero la nauseabunda aura regreso a su entorno, se cubrió la boca y la nariz viendo a unos metros, parada enfrente de el, a la exótica bailarina, quien aun mas preocupada intento acercarse para preguntar, sin embargo, levanto su mano deteniéndola al instante

-Al...—lo llamo cariñosamente, no entendía nada de lo que estaba pasando.

-Mimzy ahora no, estoy indispuesto. Necesito que me des espacio. Vete ahora mismo a la habitación—volteo el rostro reteniendo las ganas de vomitar.

-Yo puedo cuidarte, siempre lo hago—dio un paso más mientras el ciervo se alejaba.

-Obedece—dijo con una voz lúgubre, fuerte, que resonó en toda la estancia. Con un pesar en su pecho, la pobre mujer salió casi corriendo del lugar llevando sus manos juntas, apretando su pecho que sangraba y dolía como nunca antes. Alastor volvió a respirar con alivio, eso fue demasiado fuerte para él, parecía que en cualquier momento iba desmayarse por el asco, aunque aun así, seguía sin explicar tal situación. Levanto la vista con lastima, hacía donde se había ido su pareja. Mimzy ha sido su compañera durante muchos años. Su suave néctar fue de gran ayuda durante muchas batallas y le ha fortalecido y curado un sinfín más. No era un desalmado, la quería y le daba las gracias por todo lo que había hecho por él pero no sabía que era lo que ocurría. Simplemente ahora no podía soportar su presencia y muy en el fondo si le daba mucho pesar en su ya magullado corazón. Aún había un tema que resolver. Con los ojos cansados y los pies pesados, se dirigió a la habitación donde estaba su mayor tormento y su más grande felicidad.

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porque es semana santa como no voy a traer un regalito (?)

"Divina Obsesión"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora