27. Hogsmeade

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Estas semanas pasaron muy rápido, cada vez se sentía el ambiente navideño rondar por el colegio. Las clases eran las mismas a excepción de Flitwick, con el nos pasábamos las tardes con lecciones de baile, y según él, era algo obligatorio. Me esforcé todo lo que pude ya que los tres campeones tienen que iniciar el baile con un tema principal. Eso significaba que podrían haber cientos de personas mirándome; y en el tema del baile no soy muy buena que digamos. Es como si tuviera dos pies izquierdos.

Y con Harry no hay ningún avance, ambos estamos pasando cada tarde haciendo lo mismo pero con los jefes de cada casa. Y en mis tiempos libres me quedaba con Luna y Roger en el dormitorio compartiendo anécdotas.

Una semana.

Tengo una semana exacta para pedirle a Harry que sea mi pareja.

Luna ya quedó con Ginny, pero solo yo lo sé. Sospechamos de que Roger también ya tenga pareja pero el no ha mencionado nada, ni con Fleur ni de nadie.

— Por fin viernes, no más clases de baile —dijo Roger—. Ya sentía que los pies se me desbordaban del cuerpo.

Luna y yo reímos por su comentario y solo dejé caer mi cabeza sobre la madera de la cama.

— ¿Has hablado con Harry? —preguntó Roger, me negué sin siquiera mirarlo con una cara de regañada—. En una semana es el baile, es muy importante que tu consigas pareja, ¿qué pasará cuando llegue el día y no tengas con quien bailar? Lo más probable es que te den la regañiza de tu vida y te terminen poniendo a alguien más como pareja. Además de que Harry creerá que no lo quieres.

— Tienes razón, no puedo seguir dejando que pase el tiempo —dije—. Iré a verlo ahora.

— ¡Esoo! ¡Consigue a tu hombre! —exclamó Roger para animarme y me levanté del suelo.

— ¡Suerte! —dijo Luna.

Les sonreí a ambos y salí del lugar muy decidida a hablar con Harry. La emoción me ganó que ni siquiera pensé donde podría estar... De tantos lugares que hay en el colegio y tengo que encontrarlo, o al menos a alguien que me pueda decir donde.

Llegué a las escaleras movedizas y me quedé sentada en algún suelo que no se moviera, esperando a ver si salía o entraba. Me quedé jugando con mi varita que pasaba entre la punta de mis dedos por un buen rato. Los estudiantes entraban y salían, pero nunca Harry. Así que ya ni volteaba con emoción cuando alguien salía.

Hasta que llegó un momento en el que se volvió a abrir el retrato, miré de reojo y fue como un milagro.

— ¡Harry! —exclamé con una sonrisa poniéndome de pie.

Analicé mejor a Harry y estaba usando una sudadera negra con capucha, pantalones del mismo color y en la mano llevaba un ramo de girasoles y una caja sobre sus manos. Al verme se sorprendió más y escondió lo que llevaba por detrás.

— ¡_____! Qu-que bueno verte —sonrió nervioso—. Hace tiempo que no hablábamos, ¿qué te trae por aquí?

— Me gustaría hablar contigo, quiero saber si eso sería posible.

— Oh, claro. De hecho yo quería hablar contigo también.

— Oh, ¡genial!

— ¿Pero podemos hablarlo en otro lado? Creo que estamos estorbando un poco —dijo, detrás de el estaban otras dos personas esperando a que Harry se quitara para poder salir.

— Claro.

Sentí la mano de Harry en mi espalda y así avanzamos, bajamos las escaleras y solo me dejé guiar por Harry hasta que nos detuvimos en medio del pasillo, en una de las bancas que estaba pegada a la pared tomamos asiento.

𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭 𝐬𝐦𝐢𝐥𝐞 harry j. potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora