34. Regreso a Hogwarts

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Las vacaciones no son para siempre.

Los siguientes días estuve viendo a Harry y hubo una ocasión donde nos juntamos Luna, Roger y yo en casa de Lovegood, fue un rato agradable. Mis padres regresaron a casa dos días después y si se dio la oportunidad de que conocieran a Remus.

— Que lastima que tengas que irte, te vamos a extrañar.

— Yo también los voy a extrañar, y demasiado —le dije a Sirius.

— Cuídate, y suerte en la última prueba del torneo —dijo Remus.

— Creo que ya sabes buenos hechizos, se que lo lograrás —dijo mi hermana, se acercó y nos fundimos en un abrazo.

Me acerqué al tren y un hombre me ayudó a subir mi baúl, se llevó a Henry a un lugar solo para ellos y yo subí al tren. Busqué un vagón libre y por suerte había llegado temprano y muchos estaban vacíos. Me quité el suéter ya que las ventanas seguían cerradas y el calor estaba bueno adentro. A través de la ventana seguía mi hermana y sus dos compañeros —uno era su novio—, se dieron cuenta de donde estaba mi lugar y ellos saludaron. Les regresé el gesto hasta que me di cuenta que no me saludaban a mi. Giré mi cabeza y estaba Harry, a un lado de mi hermana se acercaron sus padres y ellos si me saludaron a mi. Les regresé el gesto y por debajo de la ventana sentí las manos de Harry en mi cintura.

— Que preciosa estás —susurró en mi oído antes de recargar su cabeza en mi hombro.

Sonreí ya que nuestras familias seguían viéndonos con una sonrisa. De pronto unos pelirrojos entraron al vagón, saludamos a todos y la atención a la familia se había desvanecido por los chicos.

— Lamentó mucho lo sucedido, estuve bebiendo mucho en esos días —dijo Fred.

Harry me miró esperando una respuesta.

— Solo no vuelvas a hacer nada relacionado con eso o prometo romperte la cara.

— Entendido, ¿bandera blanca? —me ofreció su mano y tardé unos segundos en estrecharla con él.

— Bueno, nosotros nos vamos —digo George.

Los gemelos se fueron y solo se quedó Ron. A los minutos apareció Hermione y todos nos abrazamos. Poco a poco se empezó a llenar el tren y Roger se unió al vagón con nosotros.

— ¿Y Luna? —pregunté.

— Ayer la vi, me dijo que ella llegaría mañana por un asunto con su padre ahí en su hogar.

Asentí entendiendo y el tren empezó a andar. Hermione se quedó leyendo el periódico, Roger la revista y Ron platicaba con Harry mientras yo estaba en la esquina junto a la ventana, tratando de dormir. Pero mi cabeza estaba fija en otra cosa: Harry.

Solo pasaron dos días de que vi a Harry y sentía que algo había cambiado en él, no algo sentimental, si no físicamente. Desde que lo vi en el vagón sentí algo raro... bueno, está claro que no es raro, ya me había pasado antes, pero solo cuando había bebido un poco y mis hormonas se alteraban. Pero en ese momento estaba sobria, y aún así me sentía de esa forma.

Abrí los ojos de nuevo y pude ver de perfil a Harry reír, sus músculos se contraían al hacer fuerza en su estómago. Ron decía algún comentario y Harry le contestaba, pero llegaba a relamerse sus labios para no tener la boca seca. Tenía ganas de subirme en él y plantarle un beso, pero estábamos en público.

— Iré a buscar a la señora de los dulces —mencionó Harry, Ron asintió y luego se puso de pie—. ¿Quieres algo cariño?

Tardé dos segundos en asimilar lo que había dicho porque estaba más enfocada en sus labios que no presté atención.

𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭 𝐬𝐦𝐢𝐥𝐞 harry j. potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora