La victoria del Sinsajo- Capitulo 1

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Después de los juegos

Capítulo 1: La victoria del sinsajo

Mis recuerdos sobre ese día permanecen borrosos, recuerdo rebeldes entrando en mi alcoba y sacándome a rastras, con rabia.
Llevaba días sin salir de allí, mi abuelo me había castigado porque, sin su permiso entre en el lugar en el que tenían a los vencedores semanas antes de que todo ocurriera.
Lo que vi allí fue horrible; Peeta Mellark atado a una camilla, gritando, Annie Cresta en una celda... No pude ver más, los guardias ya habían entrado y me llevaron con mi abuelo. No tenía palabras para describir mi enojo, pero el si las tenía:

- ¡¿Acaso estas loca?! Me gritó

- No.- Le respondí con dureza y tome valor para decirle.- Pero al ver lo que les haces a ellos cualquiera pensaría que el loco eres tu, abuelo.

El se puso furioso, lo pude notar, por un instante sentí miedo de lo que pudiera hacer. Sin embargo solo dijo:

- Lárgate.

Y eso hice.
Camine hasta mi alcoba y en cuanto llegue mi enojo se transformó en tristeza y decepción, ¿Cómo pude tener esa venda en los ojos tantos años? Yo creía que el Capitolio ayudaba, no que torturaba a los tributos. Pase un largo rato pensando en todo lo que estaría mal con Panem y en que los rebeldes estaban haciendo lo correcto al comenzar la revolución, pensaba en que Katniss Everdeen después de todo, no era solo un símbolo, era la oportunidad de arreglar las cosas.

Dos guaridas entraron en la habitación de repente, mi abuelo iba delante de ellos y detrás de el, otro guardia llevando una camilla... Como en la que estaba Peeta.

- ¿Para qué es eso, abuelo? Pregunté
- Ah, ya lo verás, ¿No habías dicho muchas veces que admiras a los vencedores?
- Si...
- Bien, y yo te he dicho muchas veces que no me gusta que desobedezcas.

Y salió de la habitación, yo trate de alcanzarlo pero los dos guardias me detuvieron y recostaron en la camilla. Me esposaron a ella y pusieron algo sobre mi sien, trataba de liberarme pero no podía.
Empece a sentir las descargas eléctricas del aparato que estaba en mi frente, gritaba pero a nadie le importó, así pasaron los días hasta que me sacaron de allí, y supe que el sinsajo triunfo.

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