Alguien llega, otro se va.

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Ethan estaba en el suelo, sangre brotaba de su estómago, se veía realmente mal.

Todo parecia suceder demasiado rápido, Dominic le gritó a Alexander que la ayudara a levantar a Ethan, sus ojos se estaban cerrando.

- ¡Tú!- me gritó Dominic.- Deshazte del hombre.

Alexander me miró y asintió, el también quería que lo hiciera y los tres sabiamos bien a que se referia con eso.

Tomé el tridente con fuerza, él hombre se estaba acercando cada vez más, traté de no mirarlo a lo ojos, traté de ser fuerte, lo miré y lo hice, lo maté, el tridente lo había atravesado por completo y ahora todo su peso estaba sobre el tridente, tiré de el y el hombre cayó por las escaleras.

En seguida, Alexander y Dominic pasaron junto a mi tratando de mantener de pie a Ethan, bajaron las escaleras, yo bajé después de ellos.

- ¿Y la carpeta?- les pregunté.

- Está en mi mochila.- me respondió Alexander.

Ethan ya se veía realmente mal.

- Yo...- comenzó a decir Ethan.- Ya no puedo.

- Resiste hasta que llegemos con la presidenta.- le dijo Dominic.

Cayó al suelo, pero Alexander y yo alcanzamos a sotener su cabeza antes de que se golpeara. Ambos estabamos de rodillas junto a el, ahora solo yo sotenía a Ethan.

Alexander me miró, sabíamos que quizá moriría.

- Tienen que irse.- nos dijo Ethan.

- No podemos irnos así.- le dijo Dominic.

Ethan leventó la vista, me estaba mirando.

- Dominic, tienes que ayudarlos, lo prometimos.- dijo.

- Tu irás con nosotros.- le dije.

- Sabes que no podré.- me respondió.

Entonces tuve la horrible sensación que antes solo imaginaba, al ver los juegos, veía todo el tiempo como los tributos perdían amigos y compañeros de distrito pero nunca me había imaginado que llegaría a sentirlo.

- Tenemos que ser positivos.- le dije.

Sonrió, sus ojos estaban vidriosos.

- Y bien... ¿Ahora confias en mi?- me preguntó.

- Claro que lo hago, para ser sincera siempre lo hice, pero tenía mis dudas.- traté de sonreirle.- Salvaste mi vida más de una vez.

- Y ahora muero por ti.- dijo, trató de reir pero solo se lastimó más.

- No lo harás.

Suspiró, y después cerró los ojos, tomé su mano para tratar de sentir su pulso pero no sentí nada.

Y allí estaba yo, en la misma casa en la que había estado encerrada siendo torturada, solo que en esta ocasión estaba en el suelo, con una de las unicás personas que se había arriesgado por mi, en mi regazo, pero ahora estaba sin vida.

Esto es lo que le pasa a las personas con las que estoy. Junto a mi todos están en peligro.

Después de sinsajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora