Una nueva herida

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- Y bien...- dije.- ¿Cuándo podemos irnos?

- El tren sale mañana por la mañana, me temo que tendrán que pasar la noche aquí.- respondió Paylor.

Dominic soltó una carcajada. Y comprendí porque lo hizó, él sabía que sería difícil sobrevivir una noche allí, en ese edificio lleno de gente que quería matarme.

- Tal vez esto si es una trampa, usted sabe que me podrían hacer daño aquí.- le dije a Paylor.

- Y a tu amigo.- dijo Dominic.- No olvides a tu amigo.

- No te preocupes por eso.- dijo Paylor.- Dominic se encargará de que no les hagan daño.

- ¿Yo?.- exclamó Dominic.

- Tu los trajiste, asi que te asegurarás de que salgan de aquí sin ni un sólo rasguño.- dijo Paylor con tono autoritario.- Llévalos a un lugar donde molesten a nadie.

- Para eso tendría que encerrarlos en un armario.

Dominic nos hizo un gesto con la cabeza indicando que lo siguieramos.

- ¿A dónde nos llevarás?.- le preguntó Alexander a Dominic.

- Como no tenemos muchos armarios aquí... supongo que a la sala de estar.

Observé el piso de el lugar, estaba cubierto de vidrios rotos.

- ¡¿Quién la dejó entrar?!.- gritó alguien, me di media vuelta y vi a una mujer, una mujer furiosa y con un arma, mirándome.

- Otra vez no.- susurré.

- Más vale que te vayas acostumbrando.- dijo Dominic mientras se aproximaba a la mujer.- No se preocupe, señora, la presidenta Paylor le ha dado el permiso de estar aquí solo hasta mañana.

Eso no pareció tranquilizar a la mujer, sino que parecía haberla hecho enojar aún más. Se dió media vuelta temblando de la rabia.

- No siempre voy a estar para protegerte.- me dijo Dominic en el oído.- Ya va siendo hora de que lo hagas tu misma.

Siguió caminiando por delante de Alexander y mío pero luego volví a escuchar la voz de la mujer.

- No, no puedo dejar que se vaya así.- dijo,me giré para verla, tenía un pedazo de vidrio roto en la mano y la pistola en la otra. Me lanzó el vidrio y esté se clavó en mi brazo. Grité.

Dominic y Alexander que ya iban más adelante, se voltearon a verme y cuando supieron lo que estaba pasando trataron de acercarse, pero no pudieron.

La mujer me apuntaba con el arma, y yo no tenia nada para defenderme más que un pedazo de vidrio roto, que por cierto estaba en mi brazo derecho.

Con el brazo izquierdo traté de quitar el vidrio.

- No te muevas.- dijo la mujer.

Miré detrás de ella, había cuatro hombres que se habían acercado a ver que ocurría, pero ninguno trataba de detenerla, probablemente solo estaban ahí esperando que tirara del gatillo.

Desobedecí a la mujer, y con un rápido movimiento saqué el vidrio de mi brazo. Perfecto, al menos ahora moriría sin ninguna molestia en el brazo.

Una idea llegó a mi mente.

- No me mates así.- le dije a la mujer.

- ¿Por qué no habría de hacerlo?.- dijo sin dejar de apuntarme.

- Porque esa no es la manera en la que quieres hacerlo y lo sabes, quieres verme sufrir, quieres verme sangrar y retorcerme del dolor, por eso lanzaste el vidrio primero; pudiste haberme disparado por la espalda, pero preferiste verme sufrir primero.

Pude notar en los ojos de la mujer que yo tenía razón. Ella se fue acercando, dejo de apuntarme, ahora estaba a unos cuantos centímetros de mi. Me golpeó en el estómago, luego en las clavículas, no tuve demasiado tiempo de reaccionar, sin embargo, lo hice.

Segundos después del golpe en las clavículas, golpeé a la mujer en el cuello, perdió un poco el equilibrio, pero no fue sufuciente, la golpeé en el estomagó, su arma cayó y ella también.

Tomé el arma mientras ella trataba de ponerse de pie, para cuando ella estuvo de pie y con la mirada en mi de nuevo, yo ya estaba apuntando a su frente, con mi dedo en el gatillo.

"- No siempre voy a estar para protegerte." me había dicho Dominic.

"Ya va siendo hora de que lo hagas tu misma."

Observé bien a la mujer, se veía ya grande, su cabello era rubio, en sus ojos azules había tristeza y lágrimas a punto de caer.

Ella debía tener razónes para odiarme... Quizá había pérdido a algún ser querido, quizá su esposo, quizá un hijo, quizá a una hija.

Puse la pistola en el suelo.

La mirada de la mujer se dirigió a alguien detrás de mi.

- Tú, serás reasignada a el distrito 2.- era la voz de Paylor.

La mujer asintió con la cabeza y se fue.

Después de sinsajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora