Ya había cumplido mis dos semanas en el bar, he de admitir que me agradaba estar allí, pagaban bastante bien y además mi trabajo no era tan pesado, aunque había veces en las que algún listillo quería entrar al lugar siendo menor de edad o portando algún arma, cosa que me daba cuenta en seguida y lo mandaba lejos.

También note que había gente en el área VIP que siempre iba acompañada de guardaespaldas y con maletines raros, recuerdo que en una ocasión vi a un hombre consumiendo droga.

Jamás pude acercarme a ellos, no era mi deber y no podía, pero la curiosidad me invadía, quería saber qué era lo que hacían y de lo que hablaban que era tan importante que se reunían en un sitio apartado de la gente.

- ¿Qué quieres hacer después del trabajo?- pregunta Harry mientras come en el sofá papas fritas.

- No lo sé, ¿qué propones?- contesto mientras salgo del baño con una toalla alrededor de mi cuerpo.

- ¿Quieres ir a comer hamburguesas?- me mira con sus ojos brillantes.

- De acuerdo.

Llego a mi cama y comienzo a buscar mi traje para el trabajo.

- Deja de follarme con la mirada.- sonrío de lado mientras lo veo de reojo.

- Es que estás preciosa, ¿por qué debes de usar ropa?

- ¿No es obvio?

- Sí, lo es. Si alguien ve todo lo que estoy viendo yo se desmayaría.- me rio.

- Cállate y déjame cambiarme.

- De acuerdo.- se voltea y sigue viendo su programa mientras come.

Después de un rato, por fin estoy lista y juntos nos dirigimos a nuestro trabajo.
En el camino vamos platicando de los lugares en donde podríamos comer.

- Ah, cerca de mi casa hay un carro de comida.- dice mientras vamos en metro.

- ¿Sí?

- Sí, es buena.

- Bueno, entonces podremos ir allí.- lo miro.

- Vale, yo invito.

- ¿Quién eres y qué hiciste con mi amigo Harry?- nos reímos.

- Nada, sólo pensé en hacer algo lindo por ti.

- ¿Y eso lindo era invitándome a comer a un puesto de comida?- alzo una ceja divertida.

- Así es, es poco, pero con cariño.

- Bueno, acepto.- sonrío.

Finalmente llegamos al sitio que está infestado de gente, me despido de Harry y este se adentra para comenzar a servir tragos.

- Hola.- saludo a mi compañero.

- Hola.- contesta el moreno.

Las horas pasan un poco lentas, aunque está noche hay más personas que otras veces.

- Ahora vuelvo, tengo que ir al baño.- dice él.

- Claro.- se aleja con pasos grandes.

A los pocos minutos, dos camionetas negras enormes, con ventanas polarizadas e impecables se estacionan frente al lugar.
De estas bajan hombres trajeados igualmente de negro y bien peinados.

Me percato de que todos tienen por lo menos un arma y unos comunicadores.

Finalmente, baja un tipo increíblemente alto, traje negro con camisa blanca, ojos verdes demasiados intensos, pero en el derecho se encuentra una cicatriz que le llega hasta el pómulo, su semblante esta serio y su cabello es de un negro azabache algo despeinado pero no menos sexi.

Sin decir ni una palabra se acercan a la puerta, sin siquiera hacer fila.

- Alto.- hablo con voz firme.- Deben de formarse como todos aquí.

Un hombre enorme, ojos azules y cabello rubio me mira con el ceño fruncido.

- Aléjate niñita.- me interpongo en sus caminos, deteniendo el andar de los cinco hombres.

- No.- alzo la vista.- Dije que hicieran fila, no lo diré otra vez.

- ¿Por qué tardas tanto?

Una voz masculina y grave preguntó detrás del hombre con el que estaba hablando.

- Lo siento señor, hay una mujer que no se quita.- se hizo a un lado para dejarme ver al chico de mirada intensa y ojos verdes.

Él me observa, su vista me congela pero no dejo que vea el efecto que causo en mí.

- A un lado.- camina posicionándose frente a mí.

- Dije que no.- lo encaro.

- ¿Qué?- me percato de la rabia en su voz.- ¿No sabes quién soy verdad?

- No, y tampoco me interesa.- suelta un bufido.

- Que insolente.- me mira con desprecio.- Quítate, no lo pediré una vez más.

Y sin embargo, no lo hago, pronto observo que hace un leve movimiento de cabeza, indicándoles a sus hombres que me hagan a un lado.

Dos de ellos se acercan y tratan de tomarme por los brazos, pero no los dejo.

- No lo hagas más difícil.- dice uno.

- Quítenme las manos de encima.- me alejo.

- Ya saben qué hacer.- dice el hombre alto.

Los dos tipos se acercan aún más a mí, pero está vez con intenciones de golpearme, así que actuó rápido y comenzamos a pelear.

Fácilmente los dejo en el suelo, saco mi pistola y apunto al chico alto en la cara.
Sus dos matones más me apuntan igualmente, pero yo sólo tengo un objetivo y esta frente a mí.

Sus ojos verdes intensos me miran con sorpresa y furia al mismo tiempo, mi respiración está agitada y mis manos están firmes sujetando el arma.

- ¿Qué esta pasando?- dice una voz femenina detrás del hombre.- Len, suelta eso.

- Quería entrar sin hacer fila, además poseen armas.- no dejo de apuntar.

- Len, baja el arma.- me ordena mi jefa con fuerza.- Él es el dueño del lugar.

¿Qué? ¿Dueño?

Joder.

Fin del juego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora