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Ryker

- ¿Qué fue eso?- pregunta una vez que estamos en el auto de camino a casa.

- ¿De qué hablas?- busco algo en mi teléfono.

- Lo del muelle.

- Nada.

- Se supone que debo de ser yo la que te cuide, no tú.- puedo sentir su mirada pesada.

- Él quería algo mío, y yo cuido lo que me pertenece.- dejo a un lado el aparato.

- No soy tuya.- me fulmina con la mirada.

- Lo serás.- la miro con lujuria.

El idiota de Andrew creyó que podría tener a Len, pero no iba a permitir que le pusiera una mano encima porque ella era un puto jarrón que no debía de ser tocado salvo por mí.

Y el simple hecho de que la mirara con lascivia hizo que quisiera matarlo allí mismo.

- Podría irme si así lo deseo.- alza su frente.

- Hazlo y te arrastrare de vuelta a mí.

- Te matare si me tocas.

- Entonces hazlo.- sonrío mientras saco un arma de mi pantalón y se la entrego.- Disparame.

Digo una vez que me acerco a ella, sus ojos negros profundos están fijos en los míos, sus labios están entreabiertos y su pecho sube y baja.

- Hazlo.- susurro cerca de su boca.

- Estás loco.- sonríe de lado.- Si te quisiera muerto no sería así de simple, primero te haría sufrir.

- Joder.- cierro por un momento los ojos.- Mira lo que me hiciste.

Baja sus ojos hasta mi entrepierna, estos brillan con liviandad.

- Tu forma de hablarme hace que me ponga duro, y sólo tú logras eso.- gruño.- ¿Te comió la lengua el ratón?

- Idiota.- me mira.

- Vamos Len, dime qué es lo que yo causo en ti.- me acerco más a ella.

- Nada.- sonríe.

- Claro.- suelto un bufido.- ¿Entonces me dirás que si hago esto no sentirás nada?

Con la llena de mis dedos recorro su rodilla hasta su pierna lentamente haciendo que se estremezca por mi tacto.
Su cuerpo se tensa y trata de cerrar las piernas, pero se lo impido.

- No.- sus ojos no se apartan de los míos.

Viajo mis dedos cerca de su intimidad, mi dureza aumenta y su cuerpo responde a mis caricias.
Subo por su abdomen hasta que llego al extremo de sus pechos que tanto he querido tocar.

- Ryker.- habla tragando saliva.

- ¿Qué a caso no sientes nada? ¿Me negaras que ahora mismo estás húmeda?- rozo su nariz con la mía.

Trazo el borde de uno de ellos, y puedo sentir su corazón galopar fuertemente.

- Tal vez tú no me lo digas, pero tu cuerpo reacciona a mí Len.

- Estás loco.- me aparta de un empujón mientras me rio.

- Claro.- regreso la vista al teléfono.

Joder, quiero follarla, quiero tenerla entre mis brazos mientras la embisto fuertemente y grita mi nombre.

Algún día llegara ese momento, y no esta tan lejos de ser cumplido.


•••

- ¿Desea algo más señor?- pregunta una mujer regordeta.

- No.- contesto mientras como.

- Si necesita otra cosa me llama.

- Espera.- hablo antes de que se vaya.

- ¿Sí señor?

- ¿Ya comió Len?

- Así es, de hecho ella esta comiendo ahora mismo con el joven Erick en el campo de tiro.- sonríe.

- ¿Qué?- frunzo el ceño.- ¿Qué hacen allí?

- Comer una hamburguesa señor.

- ¿Len no quiere la comida que preparan aquí?- mi enojo aumenta.

- La mayoría de veces se va a comer a otros lugares con el joven o sola, señor.

Me quedo callado un momento, pensando en lo que acaba de decirme la mujer.

¿Por qué no quiere la comida que le doy?

- Bien, ya vete.

- Sí señor.- se aleja con pasos rápidos.

Cada vez que veo o escucho que Erick y Len están juntos algo en mí hace que quiera matarlos a los dos.

¿Por qué deben de ser tan unidos?

¿Por qué con él sí es amable y conmigo no?

¿Qué acaso no ve lo atento, bondadoso y amable que soy?

Dejo esos pensamientos absurdos a un lado y cuando finalizo de comer, me levanto y me encamino a mi oficina a revisar los encargos pendientes que tengo, una vez que llego deshago mi corbata y tomo asiento.

Checo todo lo que hace falta y una vez que termino dejo caer mi espalda en el respaldo de la silla mientras cierro los ojos.

Y casi sin desearlo, aparecen unos iris negros intensos y unos labios perfectos.

¿Qué estará haciendo?

Nuevamente regreso mi vista a la computadora, voy a las cámaras que tengo instaladas en su habitación y la veo.

Esta en el cuarto de baño, lleva el cabello suelto y hay poco vapor que inunda el lugar.
Veo cómo se deshace de su ropa, haciendo que con solo verla mi cuerpo reaccione.

La observo adentrarse a la tina, una vez que lo hace hago zoom a la pantalla y me percato de que tiene algunos moretones en sus brazos.

Cierra sus ojos mientras suspira, sus pechos están mojados y se pierden en el agua, negándome esa vista espectacular.
De pronto, con su mano derecha comienza a recorrer todo su cuerpo lentamente, haciendo que el pantalón comience a molestarme.

Hunde su brazo y comienza a hacer gestos de satisfacción.

Rápidamente desabrocho la prenda, dejando mi largura a todo su esplendor.
La tomo y comienzo a subir y a bajar mi mano.

Su rostro se contrae, su espalda se arquea y su respiración aumenta.

Elevo el rito, haciendo que quiera cerrar los ojos, pero me niego a hacerlo ya que no quiero perderme ninguna imagen de ella.

Pienso que es Len la que tiene sus manos alrededor de mi pene, pienso que es ella la que esta de rodillas mientras le follo la boca.

Sigo y sigo hasta que los dos acabamos casi al mismo tiempo.

Tomo pañuelos que están en el escritorio y limpio mi desastre.

Maldita arpía, nadie había logrado que llegara a esto, a tocarme a mí mismo sólo para encontrar satisfacción.

Esto lo pagará y muy caro.

Fin del juego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora