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Una vez que llegue a casa, me fui directo a mi habitación para poder limpiarme la sangre seca que se quedo en mi rostro.

Mientras me ducho, pienso en lo que pasó cuando lo mate, fue extraño ya que no sentí absolutamente nada, ni asco ni pena por él.

¿Eso me convierte en una mala persona?

Quizá.

Dejo esos pensamientos a un lado y me termino de duchar, una vez que acabo, me pongo algo cómodo para dormir y me voy a la cama con la intención de descansar.

Pero nuevamente las pesadillas invaden mis sueños, el hombre misterioso se cuela en mis pensamientos.
Despierto con la respiración agitada.

¿Qué significaran?

¿Qué tiene que ver conmigo aquel hombre?

¿Por qué no puedo verlo?

Me pongo de pie y camino descalza por los pasillos oscuros hasta llegar a la cocina, una vez allí, tomo un vaso con agua y lo bebo.

Paso mi mano por mi cabello tratando de alejar esas preguntas que aún no tienen respuesta.

Camino de nuevo a mi habitación, pero de pronto en la sala se escuchan algunos acordes de un piano.
Decido ir hacía allí ya que me interesa saber quién produce ese sonido.

Cuando lo hago, lo veo, no lleva camisa, sino solo un pantalón de lana.
Su cabello está desarreglado y sus dedos se mueven ágilmente sobre el instrumento.

- No sabía que podías tocar el piano.- hablo, haciendo que Ryker se gire hacia mí.

- Ahora lo sabes.

- Eres bueno.- me acerco más a él.

- Lo sé.- pongo los ojos en blanco.

- Siempre me interesó aprender a tocar el piano.- me recargo en la pared frente al pelinegro.

- ¿Sí?

- Sí, pero jamás tuve la oportunidad de poder pagar una escuela o a un profesor que me enseñara.

- ¿Quieres aprender ahora?

- ¿Ahora?- alzo las cejas.

- ¿Eres idiota acaso?

- Si vas a empezar de odioso mejor me voy.- me giro para irme, pero con pasos rápidos me alcanza y me toma de los brazos pegándome a la pared.

- Nunca dije que podías marcharte.- su aliento me golpea el rostro.

- Y no tienes que decirme qué puedo y no puedo hacer.- lo miro directo a los ojos.

- ¿Ya iniciamos de nuevo?- alza una ceja mientras se sonríe de lado.

- Tú eres el que empieza.

- Y tú la que me sigue.

- No voy a dejarme de ti Ryker.- se pega más a mí.

- Joder.- cierra un momento los ojos.- Debes de hacerme caso una vez en tu vida, porque cuando no lo haces, logras que me ponga duro.

Su erección la pega a mi abdomen, haciendo que me tense en mi lugar.

- Si comenzaras a entenderme, las cosas serían distintas.

- Pero sería aburrido, ¿no lo crees?- ladea un poco la cabeza.

- Tal vez.- sonrío de lado.

- Ya ves.

- ¿Entonces vas a enseñarme a tocar o no?- alzo una ceja.

Fin del juego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora