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Desperté tranquila, por primera vez en mi vida por fin había dormido bien. Sin pesadillas ni hombres que aparecían en mis sueños para atormentarme.

Y todo gracias a él.

A Ryker que dormía a mi lado pacíficamente, su rostro estaba sereno y su ceño fruncido que siempre tenía no estaba, su boca se encontraba entreabierta y su pecho desnudo subía y bajaba a un ritmo lento.

¡Joder!

Lo que pasó ayer fue increíble, la forma en que me habló, la manera en que me tocó e hizo que llegara al clímax, me cautivó.

Bueno, aunque no me gustó la forma en que me hizo confesar mis sentimientos, yo jamás había hecho eso, jamás me había dejado manipular de esa manera.

Pero el maldito de Ryker sacaba ese lado de mí que estaba muy bien escondido.

Veo el reloj que está a mi lado. Son las seis de la mañana, ya casi comienza mi entrenamiento.

Con cuidado, quito su brazo de mí, me levanto de la cama y camino hacia el armario, tomo una camisa negra larga y me la coloco, al menos para no salir desnuda.

Mierda, toda mi ropa está abajo en la sala, después de cambiarme iré por ella.

Salgo con pasos sigilosos y una vez afuera de su habitación corro a la mía, cuando llego respiro varias veces y me preparo para lo que sea que este día tenga para mí.


•••


- Buenos días perdida.- dice Erick mientras sonríe.

- Hola.- llego al gimnasio.

- ¿Cómo estás?- me mira con intensidad.

- Bien.- dejo mi botella de agua en el suelo.

- ¿Qué tal tu noche ayer?- trata de no soltar una risa burlona.

- Lo sabes.- lo miro.

- Está mañana fui a buscarlo, pase por la sala y vi su ropa tirada, así que supuse que estaban ocupados.- finalmente se ríe.

- Sólo fue una noche, no volverá a pasar.- ruedo los ojos.- Es irritante y odioso, no me acostaría con él de nuevo.

- Buenos días señor.- dicen todos una vez que Ryker entra al lugar.

Lleva un shot negro, dejando sus piernas fuertes a la vista, también tiene una camisa de tirantes blanca dejando al aire libre sus brazos con algunos rasguños de mi parte.

- Cierra la boca Len, se te caerá la baba.- habla Erick con burla.

- Cállate.- me giro y me encamino a la caminadora.

Me subo en ella y comienzo a correr.

- Buenos días Len.- habla el pelinegro tomando el otro aparato que está a mi lado.

- Hola.- no lo miro.

- ¿Por qué te fuiste así?

- ¿Así?

- Sí, te robaste una de mis camisas y no me dijiste ni adiós.

- Mi ropa estaba abajo y no quería despertarte.- el sudor me recorre la cara.

- Cierto, después de que te folle te quedaste dormida en mis brazos y olvidé ir por la ropa.- se ríe.

- ¿Ahora qué, vas a molestarme porque te deje follarme?- lo miro con el ceño fruncido mientras me detengo.

- No, pero no quiero que vuelvas a dejarme así.- me mira con intensidad.

- No te preocupes.- sonrío.- No volverá a pasar porque lo que pasó anoche no se repetirá.

- ¿Quién dice que no?- frunce el ceño.

- Yo.- lo observo con la frente en alto.

- ¿Aún no entiendes que eres mía, cierto?

- No lo soy y jamás lo seré.- lo fulmino con la mirada.

- Eso ya lo veremos.- sonríe de lado.

Me aparto con pasos largos y decididos hasta que llego a los sacos de boxeo.
Golpeo uno fuertemente descargando mi ira en él.

Claro que me gustó lo de ayer, y obvio quiero que se repita.

Pero no quiero que vea el efecto que tiene en mí ya que eso lo puede usar a su favor y sería un punto débil de mi parte.

Fin del juego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora