Ya habían pasado unos cuantos días desde que llegue a este lugar, he de admitir que no era tan malo, aunque la comida sí era un asco, siempre daban cosas refinadas y caras, no me agradaba tanto, prefería mejor la comida chatarra, pero era difícil de conseguir estando aquí, ya que el idiota de Ryker jamás me dejaba salir.

Pero el que me traía la comida, era Erick, es amable y además tiene una sonrisa linda que hace que uno confíe en él rápidamente.

- ¿Cosa mangerai dopo?- pregunta Erick en italiano mientras me observa.

- Una mela.

- ¿No prefieres unos chilaquiles?- dice ahora en español.

- No.

- Vamos, eso es fácil.- se ríe.

- ¿Pues qué esperabas que te dijera?- hago lo mismo.

- No, estoy llena.- habla en español.- O algo así.

- No, estoy llena.- nos reímos.

- Len.- dice una voz masculina entrando al cuarto de estudio en donde estábamos.

- ¿Qué?

- Se dice mande.- frunce el ceño.- Te necesito en mi oficina, ahora.

- Ya voy.- suspiro y me pongo de pie.

Juntos comenzamos caminar por los pasillos de la mansión, después de un rato finalmente llegamos al lugar.

Es grande, tiene un sofá negro en una esquina, un escritorio y una vista a la piscina.

- Siéntate.- ordena mientras toma asiento frente a mí.- Tenemos algunos aspectos que deben ser llenados.

- ¿Como cuáles?- frunzo el ceño.

- Un contrato.

- ¿De qué?

- Uno en donde te comprometes a protegerme con tu vida y también en donde todo lo que veas o escuches no salga de tu boca.- saca algunas hojas.- No podrás decirle a nadie lo que hacemos aquí.

- ¿Y qué pasa si lo hago?- lo reto.

- Tu amigo Harry Adamson Sallow muere.- mi cuerpo se pone rígido al escuchar el nombre completo de mi amigo.

- Si algo le pasa, estás muerto Ryker.- lo fulmino con la mirada.

- Es por ese motivo que debes de firmar el contrato, para que no le pase nada.- sonríe de lado.

- ¿Qué debo de ocultar por ti?

- Ya lo verás con el paso de tiempo, aún es demasiado pronto, apenas llevas tres días aquí.

- Sí.

- Así que cuando Erick diga que estás lista, es cuando podrás acompañarnos.

- Bien. Pero déjame ver a mi amigo.

- No.- niega con la cabeza.

- ¿Por qué no? Ya dije que no le diré nada.

- No puedes salir de aquí.

- Entonces renuncio.- hablo fuerte.

- No puedes, estas bajo mi poder. De mí vives.

Aprieto la mandíbula.

- Eres un imbécil.

- Y tú una niña necia.

- Firmare el contrato, con la única condición de que me dejes verlo.

Se queda callado, con sus ojos puestos en los míos.

- Si no aceptas, me iré.

- Bien.- dice al fin.- Sólo podrás verlo los sábados.

- Pero.- me corta.

- Dije, sólo los sábados.

- Bien.- me cruzo de brazos.

Tomo una pluma y firmo el papel, una vez que termino se lo regreso.

- Ahora déjame en paz.- me levanto.

- Debemos de mejorar ese comportamiento, Len.- sonríe de lado.- Y la única forma en que lo hagas, es estando más tiempo conmigo.

- Joder, me tienes encerrada aquí y ahora me pides que este contigo todo el tiempo, estas loco.- suelo un bufido.

- Debes de aprender a respetarme.

- Una mierda.- comienzo a caminar a la salida.- Jamás te respetare, eso se gana, no se pide.

Digo antes de salir azotando la puerta.

Maldito Ryker.

Se atrevió a prohibirme ver a mi amigo y ahora me pide que lo respete, eso no pasará.

Fin del juego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora