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La vida de Nashira Black había cambiado completamente,había pasado de estar encerrada en su habitación todo el día a platicar y jugar todo un día completo con los gemelos Malfoy.
Aunque también había empezado a llevar a cabo su plan y la primera parte que estaba apunto de cumplir era el reclamar las bóvedas de Gringotts.
Ahora mismo Nashira se encontraba acompañada de Bellatrix y Narcissa y Lucius Malfoy quien estos últimos pedirán su custodia y adoptarían y eso era algo que tenía notablemente emocionada a la pequeña Black.
Los tres entraron al banco donde por dentro se veía más de lo mismo que afuera, habían una larga fila de asientos a ambos lados del lugar, en cada asiento había un duende ya sea contando dinero, pensando alguna roca grande y brillante o atendiendo a algún mago o bruja.
Al final llegaron a un gran cubículo donde estaba sentado un duende revisando algún tipo de libro de cuentas—Disculpe mi buen guardián, tengo una cita programada con el buen Ragnok—dijo Narcissa con tono firme, elegante y respetuoso.
El duende por un momento se sorprendió al igual que los magos que estaban cerca y lograron escuchar, pero al ver la dueña de la voz y quiénes acompañaban el duende sonrió en grande dejando ver sus dientes puntiagudos—¡Por supuesto, por supuesto!,me alegra verla nuevamente Madame Malfoy y Madame Lestrange, Señor Malfoy, porfavor siganme junto a su acompañante—dijo el duende bajándose de la silla donde estaba comenzando a caminar rumbo a unas oficinas alejadas, su andar era cojo y tambaleándose hacia los lados.
Tras unos instantes llegaron a una gran puerta de madera blanca con detalles dorados, las perillas eran de oro puro, el duende tocó 3 veces con su mano la puerta hasta recibir un "adelante" desde el otro lado,el duende giró las perillas abriendo la gran puerta dando paso a una oficina grande, en las paredes habían múltiples pinturas de otros duendes cada uno más viejo y feo que el otro.
El duende que los acompaño se dirigió hacia otro viejo y feo sentado en el escritorio de madera fina al final de la oficina, el que los trajo pareció surrarle algo al otro el cual asintió y de un movimiento de mano lo despidió.
El duende se acercó hasta los adultos e hizo una pequeña reverencia—Que les hurnas dorées soint toujours—dijo el duende hacía la mujer en tono poético.
—Et nos ennemis sous son épée doivent apparaître—terminaron los tres adultos haciendo un asentimiento de cabeza al duende.
—Madames,Señor Malfoy es un honor tenerlos de regreso,¿A qué se debe su cordial visita?—les indicó que se sentaran en las sillas frente a su escritorio y los presentes lo hicieron excepto Bellatrix quien había preferido mantenerse de pie junto a Nashira.
