Cinco

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Esta vez Pete no se había quedado dormido, incluso despertó antes que sonara la alarma. Ae dormía así que se levantó en silencio y bajó. Cuando el desayuno estuvo servido Ae apareció silbando con suavidad. Su silbido trastabilló un poco al verlo. Pete comprendió que no esperaba verlo allí en lo absoluto.

—Buenos días —saludó Pete—. ¿Dormiste bien?

Ae ignoró la pregunta.

—¿Qué haces todavía aquí? Pensé que te habías ido.

Pete se movió nervioso.

—Modifiqué el horario ¿Recuerdas? Siéntate, el desayuno está listo, solo estaba esperándote.

—De acuerdo —si bien la respuesta fue afirmativa, el hombre aún parecía cauteloso. Al sentarse, miró el desayuno frente a ellos—. Oye, esto es una barbaridad para una persona —señaló.

—Anoche no cené, la verdad es que realmente tengo hambre —intentó sonreírle—. ¿Qué quieres que te sirva?

Si bien el desayuno transcurrió en silencio, Pete sintió una pequeña conexión a diferencia del día anterior. Al llegar la hora de irse, se dio cuenta que había llegado el momento de viajar en su propio auto. Bueno, el de Tutor. Suspiró. Tenía miedo. Hacía años que no manejaba. Pete usualmente prefería el transporte público, pero estaba claro que eso haría que lo descubrieran, por lo que minutos más tarde subió al ostentoso auto de su gemelo.

¿Por qué si iban al mismo lugar iban en autos separados? Él simplemente no lo entendía y eso lo ponía de los nervios.

Tranquilo, Pete, se dijo al sentarse al volante. Por supuesto que recuerdas como manejar. Nadie se olvida de algo así. Esperó salir y estar a una distancia considerable de la casa por si Ae lo observaba o venía demasiado cerca y se detuvo para colocar la dirección de la oficina en el gps. En su trayecto no se cruzó con Ae ¿Irían por rutas distintas? Sólo volvieron a verse cuando salió a comer y lo encontró esperándolo fuera de su oficina.

—¡Ae!

Sí, esto parecía ser un cambio. Uno bueno en solo dos días.

—Hola. No quiero que vuelvas a ir donde como regularmente con Tin y Can —fue su respuesta, lo que detuvo los pasos de Pete que se sintió ofendido. Sin embargo, Ae se aclaró la garganta—. Hay demasiado condimento en todo. Es peligroso. Hoy... —se detuvo—. Hoy iré a ese lugar donde vas tu a comer.

Algo hormigueó en la piel de Pete. Era algo muy sencillo pero a la vez un gran detalle. Sí, algo estaba cambiando en el herido matrimonio de su hermano. Ae rozó con la palma de su mano la espalda de Pete y lo guió camino al ascensor. Era prácticamente la segunda muestra de que eran algo. La primera había sido el beso rápido en la mejilla la noche anterior.

Afuera, Pete se dio cuenta con horror que Tutor parecía recurrir a un solo lugar, y no tenía idea cuál era. Afortunadamente, Ae parecía y saber y siguió guiándolo con su mano en la espalda. El lugar era uno que él, como Pete jamás frecuentaría. Era demasiado... ostentoso. Podía simpatizar perfectamente con la mueca de Ae en ese instante, y aunque Tutor capaz sí apreciaba el lugar, la necesidad de defenderse como Pete fue más fuerte.

—Es muy ostentoso, lo sé —okey, listo. Ahora debía defenderlo como Tutor—. Pero todo libre de condimentos... y...bueno, cero peligro de alergias —tragó cuando vio los precios de las cosas ¡Ay, Tor!

—Lo sé, no tienes que decir nada —respondió en una mueca Ae—. Yo mismo te recomendé este lugar ¿No te acuerdas? —Pete lo miró, en shock—. Aunque pensaba que te gustaba. Es la primera vez que te oigo decir algo negativo del lugar.

Intercambio [AePete/ AeTor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora