Veintitrés

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El lugar qué escogió Fighter en verdad resultó idílico. No solo era la línea de árboles, sino que el espacio estaba lleno de flores silvestres, no hacía falta tener que sentarse en las mesas por lo que Fighter recomendó sentarse en el pasto cuando trajo la comida. Como prometió, tenía más que una cesta de pan, una pechuga de pollo a la plancha.

—La próxima vez recordaré y te llevaré por una comida mucho más sofisticada que esto.

—¿De qué hablas? Solo asegúrate de tener el mantel de cuadros rojos y seré el más feliz.

Figher se rió fuerte.

—Eres alguien muy simple, Pete —exclamó—. ¿Sabes? —Miró a su hijo que se había ido a jugar con otro niño—. Si no fuera por Sean jamás vendría a un lugar así.

Pete se sintió intrigado.

—Entonces, ¿Sean también tuvo algo que ver con el cambio de estilo? —Preguntó, señalando la ropa—. Si bien hoy estás más formal, no es como solías vestir antes.

—Todo mi cambio se debe a ese niño. Aunque al principio fui trajes de marca, zapatos y joyeria a juego. Pero cuando quedé solo con Sean... bueno, los trajes dejaron de ser prácticos. Demasiado caros para ser arruinados por cólicos de bebé.

Pete se sintió aún más intrigado.

—¿Estás solo con él? —Entonces se sonrojó de inmediato, avergonzado por el atrevimiento—. Lo siento, eso es algo que me incumba.

—Pensé que tu hermano te habría dicho algo.

—No.

—Sí, estoy solo con Sean. La mujer que mis padres idealizaron para mí era... no muy buena —Fighter lo miró como esperando una reacción, al no encontrar ninguna agregó—: ¿No lo sabes, verdad?

—¿Saber qué?

—Estoy desheredado oficialmente. No importa que tan brutal haya sido ella con Sean, para mis padres siguió siendo más importante la imagen. Están, aun hoy, de su lado. Soy el malo ahí, no sólo el que se fue, sino el que se llevó a su hijo aun cuando ella haya firmado un papel, por voluntad propia, donde se desentendía de su hijo. No fue gratis, pero... —Fighter se encogió de hombros—. Pero tengo a mi hijo.

—Oh. Lo de tus padres es... terrible. Lo siento mucho.

Fighter suspiró. Sean en ese momento se acercó, listo para comer, y reclamar de nuevo la promesa de jugar con Pete.

***

Ae y Tutor llegaron a una casa desolada. Aun así, Tutor buscó en todas las habitaciones.

—Tu hermano aun no llega, Tor.

—Eso veo —lo escuchó respirar hondo antes de tomar su teléfono y revisar casi obsesivamente su bandeja de entrada.

Ae estuvo a punto de decir algo cuando su propio teléfono anunció un mensaje. Se entretuvo respondiéndole a Tin. Aun no sabían el remitente de las fotos de Tutor, por lo que Ae recordó comentarle sobre las sospechas de Tutor que no era Trump. Ae quería hablar de eso. Quería saber todo. Pero cada vez que el tema era mencionado Tutor se cerraba totalmente. Y aunque no le hiciera sentirse bien, sabía que pronto perdería la paciencia. Intentó acercarse a su esposo, tomó su mano y enredado sus dedos. Ciertamente se sentía como si no lo hubiese hecho en mucho tiempo. Pero eso no era cierto, habían estado más cerca de la intimidad que nunca, pero entonces, Tutor apartó su mano. Ae lo miró.

—¿Por qué actúas así? —Se atrevió a preguntar.

—¿Así cómo?

—Tor... ya que estamos solos, ¿podrías hablar conmigo? Todo estaba bien, ¿por qué te vas de repente? Dices que no fue chantaje, ¿entonces qué? Tienes todo mi apoyo, pero...—Tutor tomó asiento y se rió. Eso crispó a Ae—. Ciertamente, no sé por qué te ríes. No quiero perder la paciencia pero...

Intercambio [AePete/ AeTor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora