Treinta y tres

395 53 9
                                    



Pete intentó imitar la manera en que su hermano miraba a la gente que usualmente no le caía bien. Era la primera vez que intentó llevar a cabo su papel como correspondía. Cuando fue por su pedido, solo buscaba rectificar la imagen de su hermano, por lo que a decir verdad, había sido más auténtico de lo que había imaginado. Si no lo habían descubierto desde un inicio, había sido porque desconocían su existencia. Pero ahora era distinto. Lanzó la mejor mirada de arriba abajo que pudo cuando Todd apareció.

—Siempre creyéndote mucho —le dijo Todd sin sospechas mientras tomaba asiento y ponía dos copas sobre la mesa que había traído consigo, empujando una en su dirección—. Para ti.

Pete la tomó entre sus manos, dejando a la vista el reloj de Tutor. Sería propio de él.

—No me creo —respondió—, lo soy, para ti especialmente.

La irritación de su compañero se hizo evidente pero no duró demasiado, pronto su risa sobresaltó a Pete.

—Tor, Tor —cantó el nombre de su hermano con un tono que le hizo erizar el bello del cuello—. Bebe, por favor. Aquí ningún trago es barato. Te gustará. Estoy seguro que alcanza tus estándares.

Pete miró su copa y le frunció el ceño, como si fuera el mismo Todd lo que tenía en sus manos.

—No vine a beber contigo —le dijo—. Pero lo tomaré —bebió un sorbo. Era fuerte. Arrugó la frente antes de poder controlarse. Hizo lo que pudo para que no se notara su falta de gusto al alcohol—. Vine para decirte que dejes de rondarme, ¿crees que no me doy cuenta cómo me sigues? ¿Es tanta tu obsesión conmigo? —Imitó la sonrisa de Tutor—. ¿No puedes olvidarme?

Con cada pregunta Pete había esperado que el rostro de Todd se descompusiera. Eso jamás pasó. La sonrisa en su rostro solo se estiraba. Pete le dio otro sorbo a su copa, esta vez no arrugando el rostro, cuando Todd se agachó, estirando el cuerpo cerca de él, apoyando sus codos sobre sus rodillas.

—Tor —dijo en voz baja—, tú ya has estado debajo de mí. Y hoy lo volverás a estar —Pete escuchó su risa cerca de su oído antes de sentir las manos de Todd alrededor de su cintura—. Debes estar sintiéndote mareado, es un alcohol bastante fuerte, será mejor que vayamos a mi habitación, ¿no crees? Te haré más de lo que te hice aquella vez...

Pete lo entendió al momento. Tutor había tenido razón. No había sido Trump. Había sido Todd.

***

Tutor no había dicho mucho desde que salieron de su casa. O tal vez Ae no podía escucharlo por estar demasiado concentrado, con el corazón en la boca, en llegar a donde el maldito de todd se quedaba. Entró a la recepción sin siquiera saber si todavía Tutor venía o no a su lado cuando sintió que lo empujó y lo vio encaminarse a la secretaria. Cuando lo vio, la mujer parecía confundida.

—¿Señor Tutor? ¿No acaba de subir... con el señor...? —Ella señaló hacía el ascensor. A Ae le dio otro vuelco el corazón. Pete había subido con Todd. Tutor miró con el rostro bañado en miedo a Ae y regresó a la secretaria.

—¿Qué? —Preguntó, mirándola con inocencia—. No, salí a... —se miró—-...cambiarme... —Ae frunció el ceño. Tutor siempre era de pensar rápido—. ¿M puedes recordar la habitación? El señor Todd me está esperando.

—S-sí, claro. La habitación... 106—ella miró Ae en cuanto lo vio seguir a Tutor, parecía querer detenerlo pero no dijo nada o Ae no la escuchó.

Esta vez Ae se adelantó y empezó a apretar el botón que llamaba al ascensor. Por un segundo miró nervioso a Tutor, y lo vio comerse una uña y... frunció el ceño ante una línea blanca atravesando su muñeca. Una cicatriz.

Intercambio [AePete/ AeTor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora