Chapter Six

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LA CENA NO IBA DE LA MEJOR FORMA, o al menos no para mi. Al principio fue agradable porque charlaba con todos, pero llegó un momento en que los adultos se enfrascaron en una conversación acerca de Dojos, que nos dejaron de lado al resto de los adolescentes. A Miguel y a Sam no le importó mucho, ellos estaban coqueteando. Sin embargo, a mi si.

Anthony no había parado de mirarme, lanzarme sonrisas coquetas, decirme comentarios coquetos, e inclusive me guiñó el ojo tres veces. Era obvio que la cena, se tornó incómoda.

Afortunadamente, mamá lo notó, y cambió de tema para así incluirnos a nosotros.

— ¿Qué tal la escuela, chicos?. — preguntó ella, refiriéndose a nosotros.

— Muy bien, querida suegra. Todo va muy bien. — lo miré mal. Él se ha divertido a costas de molestar a Kenny, eso no era correcto.

— ¿Y qué tal tú, Holl's?, ¿cómo llevas la vuelta a clases?. — suspiré, antes de contestarle a la señora LaRusso.

— Ha sido un poco... estresante. CJ me está ayudando con el tema de los deberes. — los demás asintieron comprensivos.

— Por otro lado, ¿cómo lo sobrellevan ustedes?, ya pronto entrarán a la universidad. — digamos que después de eso, todo se tornó raro de nuevo.

Miguel derramó su copa de vino sobre Daniel, causando que Anthony y yo riéramos un poco.

— Tranquilo Miguel, fue un accidente. Es normal. — intenté calmarlo. No me gustaba ver a las personas estresadas.

Fue gracioso, debo admitirlo, sin embargo, dejó de serlo cuando noté que se asustó.

— Si, es solo un poco de vino. No pasa nada. — mamá asintió ante las palabras del señor LaRusso.

— Chicos, ¿por qué no mejor suben?, pueden jugar algún videojuego o charlar. Nosotros hablaremos de cosas de adultos, tal vez se puedan aburrir. — le regalé una mala mirada a mi madre, la cual me sonrió burlona.

Se estaba vengando de la broma que le hice la semana pasada, aquella que dejó su cabello color verde por dos días. Sabía que en algún momento, se la iba a desquitar.

Juro que sino fuera mi progenitor, le hubiera alzado de mi dedo del medio.

— Vamos, Antonio. — me levanté, despidiéndome de todos con un asentimiento, y dirigiéndome a las escaleras.

— Preferiría que me llames "mi vida". Es un mejor apodo.

— Créeme, no te gustará descubrir los apodos con los que te llamo. — una sonrisa malévola apareció en mi rostro, haciendo que él tragara en seco.

— ¿Qué quieres hacer?. — preguntó, ingresando a su habitación.

— Quisiera hablar como personas civilizadas, sin coqueteos, e insultos de por medio. — me senté en su cama, LaRusso imitó mi acción. — llegas a coquetearme durante la conversación, y lanzo tu Playstation por la ventana. Sabes que soy capaz.

El pelinegro frente a mi, alzó sus manos en símbolo de paz. Tomé un gran suspiro, pensando en cómo iniciar la conversación. No tenía idea de cómo hablar con él sin insultarlo, ya me acostumbré a eso.

— ¿Por qué molestas a Kenny?. — fue lo primero que salió de mi boca, tomándolo por sorpresa.

El pecoso se quedó callado, mordiéndose su labio inferior sin saber qué decir.

— Sé que hacer una broma de vez en cuando no está mal. Solo que... ustedes ya se están pasando. Eso de dejar leche en su casillero, o de llevarlo al parque disfrazado de ardilla es demasiado.

— ¿Cómo te enteraste de lo primero?, ese día tú faltaste a clases, y CJ también. — me cortó. Se sentó como un indio, jugando con sus manos.

— Caroline no es mi única amiga en la escuela. — le recordé. — aunque ese no es el punto, a lo que quiero llegar, es que sus acciones están mal. Deben parar.

Anthony no dijo nada, solo siguió jugando con sus manos. Me debatí en lo que iba a hacer, no quería confundir las cosas; vine con él para hablar, no para otra algo más. No obstante, viendo su inseguridad y nerviosismo, me acerqué, rodeándolo con mis brazos.

Nos fundimos en un abrazo, que aparentemente LaRusso necesitaba, debido a que me abrazó con más fuerza. Cómo si no quisiera soltarme.

— ¿No lo haces porque quieres, cierto?, te sientes obligado. Lo demostraste ese día en el parque, tú no querías golpearlo; así como él, tenías miedo. — solté, comprendiendo todo.

Sus gestos al momento de molestarlo, su nerviosismo, todo eso quería decir, que él lo hacía para ser aceptado.

— Es él, o yo. Si él no es molestado, entonces seré yo, y no quiero volver a revivir ese tipo de situaciones. — murmuró. Yo le acaricié el cabello.

— Anth, nadie se burlará de ti nuevamente. De eso me encargaré yo, hablaré con los chicos. — sentí como LaRusso se relajó. — pero, lo haré si tú te disculpas con Kenny. ¿Es un trato?.

Ambos nos separamos, quedando un poco cerca. Me alejé, para oír mejor su respuesta. Observé cómo dudó un poco, aceptando al final.

— Es un trato. — afirmó. — solo que con una condición.

Rodé mis ojos, íbamos muy bien.

Lo miré interrogante, dándole a entender que podía hablar.

— Quiero que aceptes salir conmigo. — propuso, sonriendo coqueto.

Eso, en definitiva, arruinó la agradable burbuja en la que nos habíamos metido.

Negué.

— ¡Dios mío, Holland!. — exclamó, sobresaltandome. — te he pedido una cita desde hace 3 años, hice de todo y sigues negándote, ¿qué otra cosa debo hacer para que aceptes?.

Lo pensé muy bien. Era cierto que siempre le dije que no, pero, no era porque no quisiera. Si soy sincera, una pequeña parte de mi, gusta de él. Solo que la otra parte de mi, la parte coherente, piensa que Anthony solo lo hace para llamar más la atención, para ser más popular.

Todavía recuerdo cuando me llevo una serenata, estaba segura de que lo hizo porque gran parte de los estudiantes viven por esa zona. Recuerdo que muchos llegaron a grabarlo, cosa que no le molestó, parecía muy feliz.

Así que era muy obvio que lo hacía para ganar popularidad.

También recuerdo que esa noche, la señora Lee le lanzó un zapato a un mariachi, ya que su voz era algo desafinada y no la dejaba dormir. Fue muy divertido ver esa escena.

No obstante, ese no era el tema.

Mi cerebro debatía en qué decirle, no quería salir con nadie por el momento.

Llegué a la conclusión de responderle con algo que sabía que no podría cumplir. No tenía una cuenta bancaria, no podría hacerlo.

— Te aceptaré una cita, el día en que me compres un boleto a Dubai. — dije, saliendo del cuarto con una sonrisa.

Él no haría eso, tal vez con el tema de los mariachis si, porque según mamá, algunos contactos de mi padre eran músicos. Papá era el padrino de LaRusso, por lo que con solo una llamada, mi progenitor le pasó los números telefónicos de estos.

Pero, que me comprara un boleto a Dubai era imposible porque tendría que pedirle dinero a sus padres, y dudo, que alguno de ellos le dé tan siquiera un centavo.

¿Cierto?.

𝐓𝐑𝐔𝐄 𝐋𝐎𝐕𝐄 ━━ Anthony LaRusso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora