Chapter Thirteen

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— TÚ DEBES IR ALLÁ, Y NOSOTRAS ACÁ. — explicó Devon, ubicando sus cosas en el pequeño compartimento del avión.

Estábamos abordando junto con los demás pasajeros, todos buscaban sus asientos o se acomodaban una vez los que encontraban. En nuestro caso, nos demoramos un poco por un berrinche que hizo CJ.

— ¡No es justo!. — exclamó Caroline, cómo si fuera una niña pequeña. — en todos los viajes me siento con Holly, ya es una tradición.

— Si, bueno, yo no fui quien compró los boletos. En todo caso ve a quejarte con Maritza. — Devon se encogió de hombros. Yo solo miraba la situación divertida.

— Hija de... — rápidamente la interrumpí.

— ¡Caroline!. — le grité, tranquilizándola.

— Bien, me voy, pero quiero que sepas, que ya no me caes tan bien como antes. — dijo, mirando a Devon. Se volteó dispuesta a irse, sin embargo, se giró para vernos una última vez. — por cierto, aquí está la carta que te escribió LaRusso. Cuando termines de leerla, no actúes como un personaje de una película adolescente.

La castaña agarró su bolso de mano, y se dirigió a su silla. Una vez que se fue, me acomodé en mi lugar, poniéndome mis audífonos para escuchar algunas canciones.

La música era mi vida, siempre que quiero relajarme, escucho mis múltiples playlist. Aunque también las escucho en otras ocasiones, cómo cuando hago los deberes, saco a pasear a Tommy, o al cocinar con mamá.

— ¿Sabes?, es la primera vez que voy a Los Ángeles.— saqué mis auriculares, para así prestarle atención a Devon.

La asiática tenía una gran sonrisa de emoción en su cara. Se veía muy tierna.

— ¿En serio?.

— Si, solo salí de California una semana y fue por la boda de mi tía Gertrude. Vive en Massachussets.

— Mírale el lado positivo, has salido de All Valley. Yo tengo 14 años y nunca he viajado a otro lugar que no sean Los Ángeles o Santa Monica.

— ¿Qué hay de CJ?, según ella, viajas con su familia también. — negué.

Mi madre era muy sobreprotectora, a diferencia de los padres de Caroline. Solo me permitía salir con ellos a centros comerciales o restaurantes. Ella dice que se debe a que los señores Johansson le prestan más atención al trabajo, y descuidan a CJ.

No me gustaba aceptarlo, pero era la verdad. Los padres de Caroline incluso pasaban los fines de semana en el concesionario del señor LaRusso.

Es por eso que CJ la mayor parte del tiempo está en mi casa.

— No le creas, es muy exagerada. — le expliqué. — mamá solo me permite acompañarlos a sitios que estén en el Valle. Nunca he ido a otra parte con su familia.

La pelinegra asintió.

— ¿Cómo son tu papá y su novia?. — preguntó, cambiando de tema.

— Bueno... mi padre se llama Blake, Blake Salvatore... — empecé a explicar, siendo interrumpida.

— ¿El apellido de tu mamá no es Salvatore?.

— No, su apellido de soltera es Clover. Solo que en la ciudad, todos están acostumbrados a llamarla por el apellido de papá. — me pausé, para continuar. — como decía, su nombre es Blake. Es alto... muy alto, mide 1,88. — Devon abrió sus ojos sorprendida. — es blanco, su cabello es castaño y sus ojos son color miel. Ama pintar, en su casa hay un salón de arte donde tiene un montón de dibujos.

— A su lado somos unas pulgas. — susurró, aún sorprendida por la estatura de mi progenitor.

— Harper, es más parecida a mamá. Es bajita, pelirroja, solo que es morena. Es parlanchina, ¡igual que tú!. — lo último lo dije con el objetivo de molestarla. Lo logré, la chica me miró mal. — le encanta leer, siempre la encontraras en la biblioteca.

— Uh, ¿cerca de su hogar hay una librería?.

— Si, pero yo me refiero a la que tienen.

— ¿¡Tienen una biblioteca!?. — Devon exclamó, provocando que los pasajeros nos miren.

— ¡El maldito avión está por despegar y hay personas que quieren dormir, cállense par de cotorras!. — el grito de CJ resonó en todo el avión. Mi amiga y yo, compartimos miradas aguantando la risa.

Ella sacó una revista que empezó a ojear, y yo me dispuse a seguir escuchando música.



•••




— HOLLY, OYE, HOLLY. — un murmuró, hizo que volviera a la realidad.

Ya estábamos en los cielos, era de noche. Los pasajeros en su gran mayoría dormían. Yo sinceramente, no podía. Aveces, cuando tenía varios pensamientos en mi cabeza, no lograba conciliar el sueño.

Leía, tratando de relajarme. Aunque siendo sincera, lo que menos hacía era calmarme. Chillaba como una loca; casi terminaba Boulevard y sentía dolor por la muerte de Luke cómo si fuera Hasley.

Mi nariz ya estaba roja por mis llantos, algunos mocos salían de ella. Mordía mi labio inferior para no despertar a Devon, la cual, dormía tranquilamente sobre mi hombro.

— ¿Qué quieres, Caroline?. — le respondí, quitándome mis audífonos. Estos, reproducían Traitor de Olivia Rodrigo. — ¿no te enseñaron a respetar el sueño ajeno?. — dije, refiriéndome a Lee.

— Necesito que cambiemos de puestos. — ignoró mi comentario. Su cara demostraba desesperación. — tengo como acompañante a una anciana que no ha parado de criticar mi forma de vestir. Además, es muy chismosa. Hablé con Zack antes de que el avión despegara, y ella no dejó de mirar la conversación.

Negué algo irritada. No tanto porque ella estuviera frente a nosotras a ese hora, sino, porque interrumpió mi preciada lectura.

— Bien, yo estaré en tu asiento lo que resta del viaje. — me levanté, agarré mi bolso y una pequeña almohada que llevé. — ¿te doy un consejo?, ponte unos auriculares. Devon ronca más que mi abuelo.

— Cuídate de Gladys. — fue todo lo que la castaña dijo, antes de ocupar mi silla.

Me fui confundida. ¿A qué se refería con eso?, estar con una señora mayor no era nada del otro mundo.

𝐓𝐑𝐔𝐄 𝐋𝐎𝐕𝐄 ━━ Anthony LaRusso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora