✨El señor Hunter había logrado calmarse en el trayecto del Instituto hacia el hospital; la señora Arixanne permaneció todo el tiempo a su lado, con la cabeza en su hombro y rodeándole la cintura, impartiéndole serenidad por medio de aquellos gestos que lograron disipar un poco la tensión de él; no le tomó mucho trabajo tranquilizarlo, porque fue toda una odisea incluso para mí cuando la ambulancia llegó y montaron a Han en una camilla mientras un montón de estudiantes lo rodeaban con sus móviles como si fuese una celebridad a la que le iban a destruir la reputación dentro de pocas horas. Estaba segura que pronto aparecerían un montón de videos colgados al internet en dónde Han era golpeado y luego arrastrado en camilla hasta una ambulancia.
También estaba segura que Hugo, con toda la influencia que sus padres tenían en Berlín y, con la ayuda de Xian, que tenía tantos contactos chuecos, harían parecer a Han como un buscapleítos; lo iban a dejar como el promotor del lío, como si él hubiese sido el culpable de que le fracturaran el hombro.
Yo luché con mis fuerzas ausentes para no ponerme a lagrimear cuando Han me dio una última mirada antes de que cerraran las puertas de la ambulancia; una mirada que emanó tranquilidad, calma, y una sonrisa tierna que acompañó cada gesto suyo para hacer lo mismo que había hecho su madre con su padre: tranquilizarme.
—Extraña.
Creo que lo único que impidió que me pusiera a llorar mientras veía la ambulancia desaparecer, fue el hecho de que Meyth apareciera detrás de mí y me envolviera entre sus brazos como una muñequita de porcelana que pronto se fragmetaría por su debilidad.
—Él va a estar bien, ¿de acuerdo?
Empecé a respirar con agitación, como si mi cuerpo intentara batallar con mi mente para doblegarme y empezar a llorar como una desahuciada.
—Tranquila —Meyth continuó abrazándome, con más esmero, sin darle importancia a que teníamos un montón de chicos que nos rodeaban y que, al igual que como habían hecho con Han, nos grababan—. Venga, salgamos de aquí.
—¡JAEHEE!
Nos encaminamos al llamado de su padre, quién nos esperaba afuera del Instituto junto con la señora Arixanne; ambos frente a la camioneta negra y brillante que relucía como un diamante precioso debido a la escasez de luminosidad.
—¡Ahí vamos, papá! —le respondió ella, caminando conmigo mientras me crubría con su cuerpo para que las personas que nos grababan no pudiesen captar mi innsaciable llanto.
—Oye, Meyth, una sonrisita, ¿si? —le pidió un chico que logró colarse frente a nosotras con el flash de su cámara distorsionando mi visión.
—Sonrisita te voy a dar cuando te quiebre los huevos a punta de patadas, imbécil.
—Uy, qué agresiva. ¿¡La escucharon!?
El chico siguió caminando de espaldas, sin quitar su móvil a la vez que intercalaba su atención en él y en las personas que compartían vítores de júbilo.
Meyth gruñó, y sentí que me echaba hacia adelante cuando en un arrebato desmedido mi mejor amiga estiró su mano y le arrebató el teléfono al chico. Manteniéndome presa entre sus brazos, Meyth alargó el otro brazo y le tomó por el cuello de la camiseta para que la mirara a los ojos. El chico, preso del pánico y del terror que emanaban sus pupilas, tuvo que empinararse porque mi amiga era más alta que él, para lograr, al menos, quedar a la altura de ella.
—O-oye... sssuélta-tame —gimió, desesperado con el rostro enrrojecido con aquél terror que translucía cada poro de su piel.
—¿Que te suelte? Con gusto.
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HAN
Romance«El silencio puede destruir las palabras» Han no supo cómo sucedió; pasó de no preocuparse por nada a preocuparse por todo cuando Holland se le acercó el primer día de clases. Pasó de ignorarla; a mirarla por los pasillos y sentir un vuelco en...