✨No había pasado ni una semana cuando Xian volvió al colegio; con la cara amoratonada y un yeso en su brazo izquierdo. Muchos de los estudiantes estaban cotilleando sobre lo qué le había sucedido, incluso Meyth le había preguntado a Markus (que era como su colega más cercano), entre risas, si acaso un bus lo había arrollado por imbécil. Markus se limitó a decirle que había tenido un pequeño accidente en carretera, con su hermano mayor, y después de eso pasó de largo y se perdió entre la gente para ir a pasar la hora del almuerzo con sus amigos.
Estaba claro que a muchos le interesaba saber qué era lo que le había sucedido; empezaron a llover rumores de que su hermano mayor lo había golpeado porque se lío con su novia; que su padre lo había metido a un club de boxeo para que descargara esa frustración con la que convivía siempre. Algunos decían que se había peleado con Haines, que también había estado con el labio partido esos días cuando Xian todavía tenía la cara hinchada.
El caso es que nadie lo sabía con exactitud, y muchos, entre ellos mi mejor amiga, estaban algo complacidos de verlo andar por los pasillos con un yeso totalmente cubierto por firmas, la cara inflamada por los golpes, y un ánimo asqueroso con el que había logrado alejar a sus cuatro únicos amigos durante esos días.
—No lo sé, preciosa —dijo Trevor un día en la cafetería cuando le pregunté lo que había sucedido con Xian.
—¿Estás seguro? Pero si son amigos, andan juntos todo el tiempo.
—Bueno pero ese día no lo estábamos —contraatacó, algo cansado y me miró con una clara expresión que delataba lo aburrido que le ponía el mismo tema que había estado corriendo por varias semanas—. ¿Podemos olvidarnos de Xian, por favor?
Yo le asentí; hicimos de cuentas que no habíamos tenido esa conversación y seguimos comiendo de las hamburguesas grasientas.
El caso es que lo más sospechoso era que Trevor tampoco se sentaba con Markus, Haines y Brant. De hecho, ninguno de ellos lo hacía; cada uno estaba ensimismado en sus propios pensamientos y se sentaban en mesas distintas, separadas y ni siquiera se dirigían la mirada en ningún momento.
Y por más idiotas que ellos me parecieran, me sentía un poco mal de verlos peleados porque afectaba mucho el cómo se estaban sintiendo cada uno de ellos. Se esforzaban por disimularlo, por hacer de cuentas que no había pasado nada y que pronto iba a reconciliarse; pero para mí era más que obvio que no iba a ser así. Además, a Trevor se le notaba que todo aquello estaba siendo duro para él: sus padres divorciándose, su hermana en depresión, y sus amigos peleados...no era algo con lo que a mí, especialmente, me gustaría lidiar.
Así que aproveché que con el cambio de clases Xian estaba guardando sus libros en la taquilla y me le acerqué. Sin conocer exactamente las palabras que quería decirle y lo mucho que eso, seguramente, iba a afectar en él. Aunque para mí seguía siendo sobrecogedor verlo con ese aspecto tan decaído cuando siempre lo había visto con el mentón elevado, los ojos inyectados en prepotencia y un carácter arrollador con el cuál podría desarmar a cualquiera; lo que me había gustado de verlo así, era que pocas veces se había metido con Han.
Sólo había tropezado su hombro con el de él un día y lo había mirado con cierto rencor, como si Han tuviera la culpa de algo.
—No molestes, Holland.
Ni siquiera me había permitido acercarme y hablarle cuando ya se había volteado como aquel Xian del que estaba más que acostumbrada a ver. Cerró la puerta de su taquilla con demasiada fuerza y tanto su mandíbula como su cara completa, estaban tan rígidas que me dio algo de miedo.
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HAN
Romansa«El silencio puede destruir las palabras» Han no supo cómo sucedió; pasó de no preocuparse por nada a preocuparse por todo cuando Holland se le acercó el primer día de clases. Pasó de ignorarla; a mirarla por los pasillos y sentir un vuelco en...