✨
✨ |Holland|✨
Apreté los labios, conteniendo una sonrisa divertida al ver el aspecto de Markus cuando contestó nuestra habitual videollamada; llevaba un overol de florecitas azules que lo hacía ver adorable, una gorra beisbolera con la visera hacia atrás y las mejillas manchadas de pintura.
Intentaba acomodar el portátil en donde no hiciera estorbo o donde pudiera caerle pintura, al tiempo que me permitía contemplar el desastre que se había armado.
Cuando por fin logró dejarlo en un lugar bastante apartado de las paredes y botes de pintura, arqueó una ceja, dándome una mirada que sentenciaba lo desagradable que mi burla silenciosa le parecía.
—¿Qué es tan gracioso
—¿Estás pintando? —preferí cuestionar lo obvio, desviando la atención hasta el cuaderno en donde copiaba algunos detalles para el informe que estaba elaborando.
—No, estoy construyendo una pista de patinaje para mis futuros perros —respondió sarcásticamente, alejándose unos pasos para tomar la brocha del suelo y continuar cubriendo de blanco sus paredes—; por supuesto que estoy pintando, Holland, qué pregunta más tonta.
—¿De dónde sacaste el traje?
—Un compañero me lo prestó.
—¿Y no podías comprarte uno?
—No iba a hacer una inversión innecesaria; si Ashton no me hubiese ofrecido el traje, hubiese usado una de las sábanas que me regaló mi madre.
Esta vez no pude aguantar y me reí abiertamente, ignorando por unos segundos el trabajo de la universidad para ver cómo mi mejor amigo destrozaba las paredes de su apartamento; tenía algo de suerte con que solo se tratase de un simple blanco que contrastaba con la luz de la habitación, pero lo conocía y sabía lo creativo que solía ponerse si de pintura se trataba.
—¿No tenías algo menos espontáneo que hacer durante las vacaciones que no estuviera explícitamente relacionado con la carrera que estás estudiando?
—Cierra la boca, pesada, me gusta pintar —se defendió, apuntándome con la brocha y la expresión amenazante, para maldecir posteriormente luego de que un chorro de pintura cayera por fuera de la bolsa de protección que había puesto en el suelo para que el piso no se manchara—. Ay, joder.
—¿Siempre eres tan desastre, Ángel?
—No me llames así —me volvió a apuntar muy amenazadoramente, esta vez con el dedo índice ya que había tirado la brocha en el suelo para ir corriendo por un trapero; si mal recordaba, la baldosas del piso de Markus eran de un color que con facilidad podrían arruinarse si le caían hasta una gota de café, así que mi mejor amigo se esforzaba mucho porque su apartamento luciera decente—. Y si estoy pintando en vacaciones es porque no me apetece ir a hacerle el tonto a bares y gastarme el dinero y... Deja de reírte, cabrona.
Inspiré profundo para aliviar el dolor de estómago que me habían producido las carcajadas y recargué mi barbilla en la palma de mi mano mientras jugueteaba con el lapicero en la boca. Ya Markus me había hecho un pequeño recorrido en cuanto le entregaron los papeles del piso y empezó con la mudanza; era un apartamento pequeño, de dos habitaciones y un baño principal, una cocina-comedor un poco más amplia que la mía, y un enorme balcón que le envidié con locura porque desde él se podía contemplar los edificios y las luces del centro de la ciudad.
Las paredes que él pintaba eran las de la sala, y ya iba bastante avanzado, por lo que cuando acabó de lustrar el piso y devolvió el trapero a su sitio, regresó hasta el portátil para mostrarme más de cerca el increíble acabado en blanco que tenía la pared.
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HAN
Romance«El silencio puede destruir las palabras» Han no supo cómo sucedió; pasó de no preocuparse por nada a preocuparse por todo cuando Holland se le acercó el primer día de clases. Pasó de ignorarla; a mirarla por los pasillos y sentir un vuelco en...