Kara no te merece.

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Lena:

La copia de Supergirl que había adiestrado Lex se encontraba en mi laboratorio en L-Corp a la espera de que se terminase que tan peligrosa sería para el diario vivir de National City, y por sobre todo de nuestra heroína condecorada. La DEO había insistido en que utilizara la contención que alguna vez había usado en Reing para poder examinar al espécimen.

-Alex dijo que eras mala. - Farfulló con ese extraño acento marcado entre consonantes y erres un tanto torpes.- Pero yo no veo tu maldad. - Su cabeza se torció en un gesto de extrañeza. - Desde que estoy aquí eres la única que no me trata con mido.

-¿Alex? - Cuestioné levantando una ceja retadora. - ¿Por qué Alex diría eso de mí? Se supone que después de todo intentamos mantener un trato cordial.

La Kasniana negó torpemente. - No tu Alex, mi Alex.

-¿Lex? - Volví a indagar, obteniendo un torpe asentimiento de la mujer con mentalidad de niña que balanceaba sus piernas por el costado de la camilla. - Lex es un egocéntrico que decidió auto proclamarse el bueno y juzgar deliberadamente a cualquiera que no respondiera a su propósito. - Las mejillas de la rubia se tiñeron rápidamente de un rojo granate. - Y lo peor es que se vale de su ventaja en la lógica para engañar a cualquier inocente que le preste oído más dedos segundo. Aunque he de admitir que el desgraciado puede llegar a parecer encantador cuando se lo propone, hasta a mí me ha engañado.

Una alteración furiosa en su ritmo cardiaco me llamó la atención, una alteración casi tan repentina como el pitido de alerta en cada una de las máquinas que estaban conectadas a su cuerpo para alertar de un posible peligro.

-Lo siento. - Murmuró avergonzada, con la cabeza tan hundida entre sus hombros que parecía casi imposible que fuese el raudo tornado que casi termina con Supergirl. - Él me enseñó cosas y... y... y me dio galletitas. - Me fue imposible no sentir esa ternura que me carcomía el alma al verla como un pequeño solitario que temblaba en la camilla. - Yo pensé que... que era bueno.

Una mirada de cachorro mojado, vulnerable y cristalina me azotó furiosamente, una mirada que parecía repetirse en mis memorias cada vez que cierta reportera torpe tenía un mal día y jugaba con sus gafas de montura negra. Era como ver a Kara retorciendo sus manos y balbuceando en mi oficina.

-Cariño. - Susurré antes de darme cuenta lo que estaba haciendo, desactivando la pantalla reflectante y acercándome a ella por primera vez sin un fin científico. - No es tu culpa, nada de esto es tu culpa.

-¡Pero le creí! - Casi sollozó. - Yo... yo dañé personas porque le creí.

La Hija Roja no merecía cargar con las culpas de Lex, no cuando solo había sido otro de los tantos daños colaterales del ego maníaco y sociópata que se hacía llamar mi hermano. Ella no merecía cargar con las culpas de alguien que sabía manipular y mover a todas las personas como si fuesen simples piezas de ajedrez.

Sin pensar si sería peligroso o las reservas que podía tener Alex o la misma Supergirl, desactivé el campo de fuerza que nos mantenía separadas y crucé la estancia en dos grandes zancadas para poder mi mano sobre su tembloroso hombro. Por primera vez pude ver un puchero marcado y unos ojos cristalinos a punto de romper en llanto.

-No es tu culpa creer en quien te da la mano. - Susurré comprensiva, sabiendo lo que ere ser juzgada cruelmente por los errores o intenciones de otra persona. - Él te hizo creer que todo lo que decía era bueno y tú no sabías nada del mundo, no tenías a quien más creer.

-¿No piensas que soy malvada? - Farfulló bajito. - ¿Cómo los cerdos americanos?

Me contuve a no lanzar una carcajada. - Bueno, creo que debo sentirme alagada por haber nacido en Irlanda. - El sonrojo volvió a llegar a sus mejillas y sus labios cayeron con fuerza, quizás en un intento de pedir perdón. - No eres malvada, solo tenemos que trabajar en eso del odio a los cerdos americanos. - Me quedé viendo su expresión deseosa de agradar, batiendo su cabeza en una asentimiento enérgico. - No todos son malos, como... como Kara.

One Shot SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora