Sola.

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Sola.

Lena.

Dos años antes.

El corazón me dolía profusamente, pese a que me había preparado con anticipación para no flaquear en este momento, no podía evitarlo. Verla ahí, tan tranquila y sin ningún tipo de culpa opacando sus azules eléctricos me decía que ella no veía la falla en su actuar, y mucho menos que se sentía arrepentida.

—¿Puedes mirarme? — Sollocé sin siquiera poder controlarme, sabiendo que mi madre estaría completamente decepcionada de mí. — Al menos eso me merezco después de todo lo que me has hecho, Kara.

—Yo no te he hecho nada. — Vociferó enérgica ante mi acusación, estrellando el vaso de whisky contra la mesa. — Desde el principio fui clara contigo, Lena, no es mi culpa que tu hayas pensado que en algún momento, podríamos ser más.

Dos años completos de lo que fuese que alguna vez fuimos, se terminaron por esfumar con esas palabras tan desinteresadas que salieron de su misma boca. Ella había dejado en claro que no le importaba en absoluto todo lo que estaba pasando, todo lo que había pasado, y que era tan desechable como cualquiera de las personas que había pasado por su vida antes que yo.

—Solo te había pedido una cosa, Kara. — Sollocé otra vez de manera inevitable. — Así que quiero que al menos tengas a decencia de responderme algo. — La rubia me miró hastiada, quizás arrepintiéndose del momento en que me puso una mano encima. —¿Te acostaste con Lucy? — Ella solo me miró de soslayo, sabiendo que su respuesta, fuese cual fuese, desataría un infierno. — Kara, al menos ten respeto de responderme. Tú has sido a la única persona a la que me he entregado y lo sabías; yo acepté tus condiciones de no ser nada, pero tú también has aceptado mis condiciones de tener un mínimo de respeto por mí y de dejarlo antes de acostarte con otra persona. — El hecho de que no me mirase me enervaba la sangre, y me impulsaba por primera vez a actuar de una manera errática y poco pulcra. — ¡Contéstame de una vez, maldita sea!

Los ojos azules de la mujer que había comenzado a querer se endurecieron, tanto que parecían convertirse en dos dagas a punto de clavarse en mi corazón. La mano fuerte de ella voló hasta impactar la mía y obligarme a soltarla, antes de erguirse cual columna de concreto, ahuecar mis mejillas con violencia explosiva y gritar.

—¡Me revolqué con ella toda la noche y lo disfruté como nunca! — Mi palma voló sola hasta su mejilla, impactando con tanta fuerza que la piel comenzó a hormiguear. Kara no dijo nada por un par de segundos, solo se quedó ahí, con el rostro vuelto y la mano en su mejilla. —¿Te sorprende, Lena? — Preguntó con veneno destilando en su voz. — ¿Crees que estaría siempre detrás de los huesos de la dulce y virgen Lena por el resto de la vida? ¡Por favor, eres más inteligente que esto!

—Eres despreciable. — Rugí con los dientes apretados. — Me arrepiento de haber permitido que esta mierda llegase tan lejos.

Una sonrisa ladina apareció en su rostro. — ¿Soy despreciable por decirte la verdad? — Se mofó con palabras vanas. — Siempre te dije que lo nuestro era sexo y que cuando me aburriera, esto se acabaría.

—¡Pues hubieses terminado esto antes de humillarme e irte a revolcar con Lucy en un balo público para que todo el mundo se enterase! — No sé qué me dolía más, si el hecho de que había comenzado a quererla pese a todos mis esfuerzos, o que toda la ciudad estuviese murmurando el cómo le habían pegado los cachos a la heredera del imperio Luthor. — Y lo peor de todo es que parece que disfrutas el hecho de haberme dañado, disfrutas que... que...

Kara sonrió. —Tal parece que tu orgullo está por los suelos, niña bonita.

—¡Vete al diablo, Kara! — Musité con los puños apretados, dando pasos vanos hacia atrás. — Me arrepiento de haberme enrollado con alguien tan despreciable como tú.

One Shot SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora