Visitante Inesperado (Kara G!P)

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Lena.

El día había sido horriblemente desastroso, demasiado cansador y yo solo necesitaba llegar a casa, servir un vaso de wisky y hundirme en la cama para entrar a una especie de letargo definitivo del que nadie me sacaría.

Los días se habían vuelto extremadamente monótonos desde ese quiebre con Kara, esa separación definitiva en la que nuestra amistad se había roto irremediablemente y sin opción a retractarse. Desde entonces mi vida se había hecho un poco más monótona, bastante más gris y algo tediosa; y si, me atrevería a decir que no había una manera razonable en que la situación se pudiese revertir.

En fin, solo quedaba volver a casa y sumergirme en la miseria absoluta.

Desde entonces, llegar a casa se había vuelto un fastidio, más aún cuando sabía que no había forma posible en la que pudiese llenar ese vacío persistente que se había abierto en mi propia vida; o quizás era demasiado cobarde para hacerlo. Jess me había dicho que podía instalar una aplicación y conocer a gente para llenar ese vacío absoluto, pero me negaba a utilizar un segundo más de mi tiempo para dejar que alguien más ingresara a mi vida.

En fin, estaba sola, y no tenía duda de que así me quedaría para siempre, porque no tenía energías para introducir a alguien más a mi vida y que jugase conmigo como lo había hecho la misma Kara Danvers, el símbolo de la rectitud.

No haría nada por recomponer esa mierda, nunca más, lo había decidido.

Es por eso por lo que entrar a mi departamento, sabiendo que me sumiría en una completa soledad no me provocaba nada, solo una sensación familiar a la que poco a poco comenzaba a acostumbrar y la hacía propia. Tenía que hacerlo, no dejaría que las consecuencias retardadas de la mentira de Kara me volviesen a alcanzar.

Llegar, lanzar las cosas descuidadas al sofá, desprenderme de los zapatos e ir directo a la alacena para poder servir el primer vaso de escocés y precipitarlo contra mi garganta sin ningún tipo de mueca, para luego servir otro y encaminarme la botella hacia el balcón para dejarme acompañar por los sonidos de la ciudad.

—¿No crees que beber solo es un poco deprimente?

—¡Mierda! — Fue casi automático que mi vaso fuera arrojado en dirección de donde salió esa voz, encontrando a un joven de al menos 20 años, quien tomó el vaso al vuelo con una rapidez impresionante, mientras que en su otra mano se encontraba uno de mis prototipos más recientes para purificar el aire. — ¿¡Qué mierda!? ¿¡Quién eres!? — Por un minuto pensé en tirarle también la botella, pero luego decliné al recordar lo costosa que era. — ¿¡Qué demonios haces en mi casa!?

Él solo bajó el vaso. — Tranquila, si dejas de gritarme, puedo explicar.

—¡No quiero explicaciones! — Estaba extrañamente histérica, demasiado absorta en todas las señales para saber si requería algún tipo de acción más extrema. — ¡Vete de mi casa!

Lo vi oler el vaso. — Este escocés es muy bueno. — Lazó con un extraño brillo en los ojos azules que pasaban a ser cálidos. — ¿Me das un poco? — Este tipo estaba loco. — Así te puedo explicar y conversamos tranquilamente.

Este tipo estaba loco o era idiota. — Si, de seguro me sentaré a conversar contigo. — Pese a todo, había algo casi encantador en el muchacho, como si fuese una especie de cachorrito que estaba moviendo tentativamente la cola para encontrar simpatía. — ¿Cómo sé que no eres un asesino enviado por mi hermano o por mi madre?

—Porque... porque llevamos hablando más de 10 minutos y no te he matado. — De inmediato movió el vaso. — Incluso después de que intentaste lastimarme con un vaso bastante pesado. — Lanzó una risa casi contagiosa. — Por favor, siéntate conmigo, parece que necesitas compañía.

One Shot SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora