Kara.
La brisa de la mañana se colaba a través de las rendijas de la ventana, acariciando mi rostro mientras me preparaba para el día. En mi oficina, rodeada de informes y propuestas para la próxima edición de "Luz y Vida", la revista que había construido con sangre, sudor y lágrimas, me encontraba tan absorta en mis deberes que el sonido de la puerta entreabierta terminó por sobresaltarme, rompiendo por completo el frágil periodo de concentración que había conseguido mantener durante unas pocas horas.
-Mami, ¿estás despierta? -La voz de Lori, mi hija, era ese sonido hermoso que se asemejaba a un coro de ángeles descendidos del mismo cielo. -¿Puedo pasar?
Me giré y la vi ahí, en el umbral de la puerta, con su vestido azul y una sonrisa radiante. A pesar de lo dura que había sido mi jornada, su presencia siempre lograba iluminar mi día. Me fijé en esos ojitos azules bebé, un poco más claros que los míos, similares a los de su otra progenitora, puestos en un rostro y un cabello que eran todos míos.
-Claro, cariño. ¿Qué pasa? -le pregunté mientras me inclinaba para que pudiera treparse a mi regazo.
-Estaba leyendo el libro que me diste ayer y... -miró hacia abajo, sus ojos parpadeando con curiosidad-. ¿Por qué no viene mi otra mamá a visitarnos? ¿Por qué ella no vive con nosotros?
El mundo se detuvo por un momento. La pregunta de Lori me dejó helada, como si un frío implacable se apoderara de mi ser. Había intentado posponer este momento durante tanto tiempo que no estaba preparada para enfrentarlo. Me froté los ojos, intentando ordenar mis pensamientos.
¿Cómo podía decirle que la realidad era mucho más dolorosa de lo que ella podía imaginar sin romperle el corazón? ¿Cómo explicarle que, desde el momento en que nació, Andrea había elegido ignorarla, relegándola a un lugar donde ni siquiera la más mínima consideración o amor tenía cabida? ¿Cómo transmitirle que Andrea nunca había querido ser parte de su vida, que la había abandonado y nunca le había dado una verdadera oportunidad?
-Tu otra mamá... -comencé, buscando las palabras adecuadas-, está muy ocupada con su trabajo, cariño. Tiene muchas responsabilidades y no puede venir a visitarnos ahora.
Lori parpadeó en mi regazo. -Pero tú también tienes mucho trabajo, mami. -Explicó con esa elocuencia que era tan propia de ella. -Te hiciste una oficina aquí para poder estar conmigo. -Vi cómo un atisbo de ansiedad empezaba a oscurecer sus ojitos. -¿Por qué mi otra mamá no puede?
Presioné mis ojos, buscando una explicación, cualquier cosa que no le rompiera el corazón. -Es que... es que ella... -Dios, esto era tan difícil. -Cielo, ella trabaja en otro país, está un poco lejos de nosotros y es difícil que pueda traer el trabajo a casa. -Los ojitos de Lori se extendieron con sorpresa, casi implorando que le contara más. -Está ayudando a unas personas muy pobres, que la necesitan mucho.
-¿Cómo una superheroína? -Preguntó con un tono de voz entusiasta. -¿Mamá es como una superheroína?
Tragué saliva, intentando suavizar el amargor de la mentira, sabiendo que Andrea merecía cualquier adjetivo, menos el de superheroína. No, ella merecía todos los adjetivos despreciables por haber abandonado a su hija recién nacida entre mis brazos, alegando no saber cómo ser madre y alejándose sin darle la oportunidad de conocer a esa hermosa niña que podía haber cambiado su vida.
La rabia me ardía en el pecho, una mezcla corrosiva de indignación y dolor por la injusticia que Andrea había perpetrado. Ella se había desentendido, dejando todo el peso y el sacrificio sobre mis hombros, sin siquiera un remordimiento. Cada vez que veía a Lori, supe que debía protegerla de la verdad brutal, una verdad que no era solo la realidad de una madre ausente, sino un acto de egoísmo cruel que había marcado nuestras vidas.
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One Shot Supercorp
FanfictionOne shot Supercorp de creación propia, algunos serán según la serie, otros serán de universos alternos.