No provoques al cachorro.

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Kara.

Luego de la patrulla nocturna y de asegurarme de que todas las cosas estuviesen en su lugar me encaminé directamente hacia el balcón de esa mujer que me estaba rondando en la cabeza durante todas las horas del día, provocando esa cálida sensación en el centro de mi pecho. Toda mi vida se estaba volcando en esa endemoniada mujer de ojos verdes que era capaz de controlar mi vida en con un movimiento metódico de cejas.

Me deslicé con gracia por el balcón que siempre se encontraba desbloqueado para mí, evitando que se alzaran las alarmas que solían ser parte de ese avanzado sistema de seguridad, terminando por deslizarme con gracia hasta estar dentro del lugar oscuro. Lena estaba de espaldas a mí, quizás preparando una taza de té o lavando la vajilla, demasiado distraída para poner atención a mi cuerpo que se acercaba sigiloso hacia ella.

Mis dedos se deslizaron cautelosamente su cintura para girarla con rapidez, provocando el inminente que el té que se estaba preparando hace algunos segundos se derramara sobre la insignia de mi pecho. Los ojos de Lena estaban abiertos, intentando procesar el hecho de que en un par de segundos había sido arrebatada de sus tareas para quedar apresada entre mis brazos.

—Has manchado mi traje. — Musité con desinterés, observando la mirada verdosa de la chica frente a mí. — Muy mal, señorita Luthor.

Lena pareció sorprenderse en un principio, aún sin comprender que estaba jugando con ella, para finalmente darme una sonrisa preciosa y colgar sus brazos en mis hombros, acariciando suavemente el inicio del cabello. Los ojos verdes comenzaron a brillar con malicia, como cada vez que nos encontrábamos a escondidas.

—Lo siento mucho, señorita Zor-El. — Susurró tentando su boca con la mía sin llegar a besarme. — Pero usted ha tenido la culpa por espantarme. — Una vez más su labio inferior barrió entre mis labios, sin dejar que los capturase y que los hiciera míos, luego me dio una sonrisa maliciosa. — No creo que deba tener un castigo por algo que no es completamente mi culpa.

Maldita chica traviesa, pensé llena de lujuria barriendo en mi vientre. — No creo que sea bueno tentarme, pequeña. — Musité impulsando su trasero para sentarla sobre la mesada, colándome de inmediato en el valle entre sus piernas. — No creo que sea conveniente que tientes a la chica de acero. — Mis labios barrieron su cuello, suspirando sobre esa piel tersa que deseaba marcar. — Menos cuando tengo demasiadas ganas de castigarte.

Lena tarareó suavemente algo que no llegué a comprender del todo, porque un beso tierno estrelló en mi boca, tentativos como todo en ella. Respondí de manera inmediata, sabiendo que no importaba lo que estuviera pasando afuera de este ático, nunca importaría mientras estuviera a esta mujer entre mis brazos.

Mi mano escurridiza se enredó en su tobillo para poder alzarla y enredarla en mi cintura, mientras seguía en esa afanosa tarea de besarla con pasión, usurpando el territorio de su lengua para poder colar la mía y acariciar sin pudor alguno esa dulce cavidad. Mi mano no podía estar quieta, subiendo desesperadamente por esas kilométricas piernas, apretando y marcando la carne sensible de sus muslos, sabiendo que aún había marcas de nuestras noches anteriores.

—Kara. — La escuché gemir contra mis labios. — No puedo, tengo que trabajar.

—Trabajas mucho. — Me opuse de inmediato, presionando con más fuerza su cintura para alzarla contra mi cuerpo para llevarla a la cama. — Tienes derecho a descansar durante la noche.

Lena jadeó en protesta. — Ayer no trabaje por estar contigo. — Sus uñas rasguñaron mi cabeza e intentaron tirar de mi cabello para separarme de su cuello. — Kara, no dejes marcas. — No me importaba, succioné con más fuerza la piel de su cuello. — Nadie sabe.

One Shot SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora