Una madre para Lori. (Kara G!P) Parte 2.

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N/A: En esta segunda parte iremos en constante saltos de tiempo, porque Kara y Lena tenían una historia antes, y la comprenderemos un poco más.

Disfruten

Kara.

El mundo parecía detenerse mientras la mirada de Lori se movía entre Andrea y yo, con sus manitas aferradas a la pierna de Lena como si su vida dependiera de ello. Mi corazón latía tan rápido que apenas podía escuchar mis propios pensamientos. Todo lo que había temido durante años estaba desmoronándose frente a mí, y ahora, con mi hija parada ahí, no había forma de evitar la verdad por más tiempo.

Andrea me miró, su expresión endurecida pero vulnerable. Vi el peso de los años en su rostro, pero también vi la frialdad que había dejado en su partida. La rabia volvió a encenderse en mí, pero antes de que pudiera decir algo, Lena soltó mi brazo suavemente y se agachó a la altura de Lori, acariciando su mejilla con esa ternura que siempre me dejaba sin aliento.

—Cariño —empezó Lena, con la voz calmada y serena—, ella es Andrea... tu otra mamá.

El aire en la habitación se volvió espeso, y sentí que mi estómago se revolvía. Lori frunció el ceño, claramente confundida, aferrándose aún más fuerte a Lena. No sabía qué decir. No sabía cómo explicar la complejidad de todo aquello a una niña de siete años.

—¿Mi... mamá? —repitió Lori, como si no entendiera del todo lo que Lena le había dicho. — Pero tu eres mi mamá. — Susurró claramente conflictuada, mirando a Lena. — No, ella no...

Andrea dio un paso hacia ella, con los ojos llenos de una mezcla de arrepentimiento y dolor, intentando llamar la atención de la niña. —Sí, Lori. Soy... soy tu mamá. Me fui cuando eras muy pequeña, pero estoy aquí ahora. Quiero conocerte.

Lori miró a Andrea, luego a mí, y finalmente a Lena. Mi corazón se rompió al ver cómo buscaba respuestas en la mujer que había estado a su lado estos meses. Lena, siempre tan paciente, le dedicó una pequeña sonrisa, pero pude ver la preocupación en sus ojos.

—Cielo, después hablaremos de eso. — Susurró calma la pelinegra. — Ahora, saluda a tu mamá.

—¿Por qué te fuiste? —preguntó Lori, su vocecita cargada de la inocencia que solo un niño podía tener. Esa era la pregunta que siempre había temido. — ¿De verdad estabas trabajando con gente necesitada?

Andrea titubeó, tragando saliva, y su voz se quebró al responder. —No, mi amor. — Miré a la mujer frente a mi, dándole una mirada de advertencia que al parecer no tuvo ningún efecto. — Yo no estaba lista para ser mamá, mi amor. Tenía miedo. — Intentó acercarse una vez más, pero Lori solo se hundió más en Lena. —Pero me equivoqué, y lamento mucho haberte dejado.

Lori bajó la mirada, procesando sus palabras, y yo sentí una ola de culpa arremeter contra mí. Había pasado años construyendo esta mentira, tratando de protegerla, y ahora todo se desplomaba. Intenté decir algo, cualquier cosa, pero Lena fue la primera en hablar, siempre con ese instinto protector hacia Lori.

—Lo importante ahora —dijo Lena suavemente— es que estás a salvo, y que te queremos mucho. No importa lo que pase, siempre tendrás a una familia que te ama. —Lena me miró por un momento, como buscando apoyo, y asentí, aunque una parte de mí estaba aterrada de lo que esto significaba para nosotras.

Lori se quedó en silencio un instante, pensando, y luego volvió a aferrarse a Lena. —No quiero que te vayas —susurró, casi imperceptible. Sentí un nudo en la garganta. — Tu eres mi mamá, no te vayas.

Andrea se contorsionó, como si hubiese recibido un golpe en el rostro. — Lori, hija.

—No. — Soltó ella. — No te quiero aquí, yo quiero a mi mami Lena.

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