El adiós de Lena Luthor.

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El adiós de Lena Luthor.

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Kara.

La vida había sido buena, en subida desde que nos habíamos enfrentado a ese último enemigo hace muchos años atrás. Desde ese entonces, mi capa había sido colgada hace bastante, sin la necesidad del enfrentamiento colosal o de un enemigo que pusiera en peligro a cada una de las vidas de la tierra; no, nada de eso, solo había sido una noche de patrullaje normal, un par de años después de que volviera de la Zona Fantasma, había capturado a un par de bribones que querían hacer de las suyas, luego había vuelto a casa, donde mi esposa esperaba tranquilamente, leyendo alguno de los tantos informes a los que se debía enfrentar todos los días.

Había entrado por el balcón que siempre permanecía abierto para mí y me había desprendido por última vez de los lentes que desencadenaban la materialización de mi traje, guardándolos con especial cariño en una caja de plomo y finalmente me ha envuelto entre los brazos cariñosos de mi mujer, consolándome de alguna manera de ese duelo que comenzaría a vivir.

Había sido triste dejar de lado esa vida, pero ahora enfrentaba otro tipo de desafío, que mes con mes se volvía más real. Cuando dejé mi vida de Supergirl, Lena recién estaba en el segundo me de embarazo, y para ser sincera, con esa mujer obstinada, negándose a alejarse del ojo mediático y poniéndose en peligro cada dos por tres, mi atención completa debía estar en protegerla de todo.

Siete meses después, Lori había llegado, dos años después siguió Kieran y para cuando la menor de nuestras hijas tenía cinco, decidimos adoptar a un desastroso Golden que amaba dormir entre las piernas de Lena.

En fin, desde eso han pasado muchos años, y pese a que ambas teníamos marcas significativas por la edad, el amor y esa admiración seguía siendo tal como cuando por fin dejamos de resistirnos a eso que estaba presente en nuestros corazones desde hace tanto tiempo. Cada mañana que abría los ojos y encontraba mi nariz enterrada entre el lustroso cabello negro, ya salpicado por algunas canas por el paso de los años me era imposible no sonreír.

Esa mañana en específico mi despertar no fue tan dulce como el de cada día desde que me había casado con esa mujer hermosa. Un mañana, de por ahí cuando ya llevábamos unos 28 años de casadas, me despertó por primera vez los movimientos bruscos de la cama porque Lena se había arrojado furiosamente de la cama para arrancar ropa del closet y tirarla a la cama.

Miré la hora y suspiré. — Amor. — Musité aún con la cabeza envuelta en la almohada. — ¿Qué se supone que haces despierta a las cinco de la mañana?

—L-Corp. — Farfulló corriendo al baño con desespero. — Tengo que llegar a la reunión.

—¿De qué reunión hablas? — Lena parecía estar fuera de foco, completamente frenética por eso que la había despertado. — ¡Lena! — Le llamé flotando tras ella hasta posar las manos sobre si cintura desnuda. — Creo que sigues un poco dormida. — Susurré arrancando el traje que estaba entre sus dedos. — Desde hace cuatro años que dejaste de trabajar, Lori está cargo de L-Corp y Ruby está a cargo del área investigativa.

Al escuchar Lena se detuvo de abrupto de su afanosa tarea y me miró de reojo con claros signos de confusión marcando cada una de las líneas de expresión. Cuidadosamente dejó deslizar la ropa de nuevo en su cajón y se dejó arrastrar semi desnuda hasta la cama, sonriendo cautelosamente sin llegar a achinar sus ojitos como lo hacía antes.

—Creo que me levanté un poco dormida, cielo. — Susurró extendiendo su mano para acariciar mi cuello, permitiéndose envolver para llevarnos flotando hasta el centro de la cama. — Estaba soñando con... con... el tiempo en que yo hacía investigaciones en L-Corp para sacar tecnología que ayudara al mundo.

One Shot SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora