Excepcional

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Excepcional 

Kara.

Otro día en esa odiosa escuela, sin nada especial, sin nada nuevo que contar, mucho menos con algo de emoción en mi vida. Siempre las mismas personas, el mismo lugar, los mismos profesores y las mismas situaciones sin ningún cambio en esta monotonía abrumadora.

Hacía falta un cambio, algo que diera esa sensación excepcional por una vez en mi vida.

—¿Qué pasa, Danvers? — La voz de Sam llegó cuidadosa, casi dulce. — No me digas que has despertado de mal humor.

—Estoy aburrida. — Suspiré cada palabra con cansancio.

—Pero si apenas comienza en día. — Lanzó entre risas. — No puedes estar hastiada de la vida sin empiece el día.

—Es que aquí no hay nada nuevo. — Me quejé furiosamente. — Es todo tan... monótono.

—Nos tienes a nosotros.

—No es lo mismo, Sam. — Murmuré cuidadosamente. — Tú tienes a mi hermana, Winn tiene a Lyra y Nia a Briany, pero yo sigo en lo mismo. — Suspiré pesadamente. — No lo sé, Sam, es como si estuviese destinada a quedarme estancada en lo mismo de siempre, que estoy destinada a ser la cretina sola del grupo.

Sam sonrió dulcemente, pasando su brazo sobre mis hombros. — Es solo cosa de tiempo, Danvers. — El cariño que destilaban sus palabras me hicieron sentir más miserable. — Kara, el amor no se puede apresurar, solo debes esperarlo para que puedas experimentar todas sus bondades y amarguras. Tienes que estar atenta, amiga.

El carraspeo del profesor llegó, completamente estruendoso y pesado, marcando el poderío que el hombre mantenía dentro del aula. El mismo viejo de lentes gruesos, con la panza más grande que el trasero y con esa pelada que parecía ser un espejo para la luz solar se encontraba frente al pizarrón, meciéndose sobre sus talones con expectación. Increíblemente, al lado de ese hombre tan común había una especie de ángel con un bolso colgado en el hombro y con la mirada enterrada en el piso.

—¿Quién es ella? — Musité perdida en esa menudita figura al lado de ese hombre grotesco. — Sam, ¿sabes cómo se llama?

—No la conozco, Kara. — Escuchaba a mi amiga, pero no había manera de que pudiera apartar la mirada de esa chica. — Quizás sea una alumna nueva.

—El diablo te escuche.

—¡Chicos! — Llamó el profesor con voz solemne. — Hoy se integra una nueva alumna. — Estaría en mí mismo curso. Sin siquiera querer, comencé a sonreír. — Ella es Lena Luthor. — El profesor puso la mano sobre el hombro de la chica, quien se remeció con la fuerza de una persona a la que físicamente le hacen daño, hasta que finalmente pudo poner una distancia prudente entre el hombre de mediana edad y ella. — Mi niña, ¿quieres presentarte con tus compañeros?

La chica negó furiosamente, sin apartar la mirada de sus pies. — No quiero presentarme. — Dijo en un tono atropellado, un tanto rígido y nervioso. — Usted ha dicho mi nombre, ya saben... ellos saben.

—Lena, recuerda que tu mamá dijo...

—Usted ya dijo mi nombre. — Alzó la voz con cierto desespero, como si le afectase notablemente que el profesor siguiera insistiendo en presentarse. — Usted me preguntó si quería presentarme y no quiero. — Negó con la cabeza, aún desesperada porque el hombre parecía querer volver a tomar su hombro. — Ya dijo mi nombre y no lo quiero volver a decir.

—Lena. —Susurró nervioso, intentando estirarse para tomarle su hombro. — Lena, deja de hacer este escándalo. — Comenzó a subir la voz, y con eso, las gruesas gotas de sudor corrieron por su sien. — ¡Tienes que controlarte! — Gritó.

One Shot SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora