Eres mía.

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Lena.

Cada uno de esos enemigos furiosos y un tanto imposibles de superar en su momento había sido vencido, primero Lex, los fantasmas que nos quitaron a Kara y por último esa diablilla de la quinta dimensión como era Nyxly que casi nos desarma a todos con sus jugarretas furiosas. Cada uno de ellos había sido superado y la paz en National City había sido encontrada a un precio demasiado alto, pero que finalmente nos había dado tranquilidad.

Desde entonces, todos habíamos puesto el mayor esfuerzo para que cada una de las cosas volvieran a la normalidad.

Kara estaba poniendo en regla a cada uno de los delincuentes que habían escapado en regla, lo que había disminuido nuestros tiempos de calidad como lo eran esos almuerzos juntas o esas reuniones en el balcón para conversar de lo que fuese. Por otra parte estaba Andrea, quien apoyaba a los superamigos con su alter ego de Acrata, sin embargo, la mayoría de su tiempo se estaba centrando en levantar a Catco de la crítica mediática en la que se había sumergido.

—Lena Luthor, cualquiera diría que desde la gran batalla estás empeñada en ocultarte del mundo. — La voz de Andrea llegó dulce y tentativa, casi como si tuviera un motivo oculto. — Cualquier a diría que estarías empeñada en investigar tus nuevas habilidades, pero solo te has centrado en investigar como prever nuevos ataques cuando todo está en paz. — Tenía razón, la investigación sobre la quinta dimensión me había consumido en las últimas semanas. — Tienes que relajarte, mujer.

Y por otro lado estaba yo, quien me había enfrascado furiosamente en las investigaciones sobre todos los posibles ataques que podíamos volver a suceder en cualquier escenario posible. Pero no comprendía como eso podía ser contraproducente para nadie.

—¿Por qué estar investigando podría ser malo? — Cuestioné jugueteando con las artículos que tenía sobre el mesón estéril. — Pensé que esto podría ayudar un poco.

—Es malo. — Susurró cuidadosamente, dando vueltas en círculos hasta estar a mi lado. — Muy malo si privas al mundo de ver esos hermosos ojitos. — Esa aseveración maliciosa casi me lanza de espaldas al suelo y atragantándome con mi propia saliva. — No te hagas la sorprendida, si eres conocedora de tener los ojitos más lindos de toda National City.

Andrea sonreía abiertamente, casi como si por fin hubiese dejado de lado cada una de las preocupaciones, como si el dolor que la persiguió por años dejara de estar tras sus pasos y pudiera respirar libre. El opaco de sus ojos azules desapareció, dejando únicamente ese color transparente que permitía ver como un espejo mucho más allá de la fachada de CEO dura que rompía traseros todo el tiempo.

—Te ves diferente. — Murmuré quedamente. — Te... te escuchar diferente.

—Me siento diferente. — Corroboró ella con suavidad. — Me siento libre.

—Es irónico que sintiéndote libre hayas decidido venir a encerrarte conmigo. — Había muchas cosas que no estaba comprendiendo en este momento y en esta situación. — No comprendo porque querrías...

—Quizás mi sentimiento de libertad no está en el espacio físico que me rodea. — Por primera vez, la mirada de Andrea chocó con la mía y su mano cautelosa escaló por mi brazo hasta acariciar con adoración mi mejilla. — Quizás ese sentido de libertad viene de las personas que me rodean. — Un tirón suave nos dejó una frente a la otra. — Quizás esa sensación de libertad es porque estoy aquí, a tu lado, sabiendo que existes en el mismo espacio que yo.

Estaba entrando en un pánico tremendo de no saber si el latir acelerado de mi corazón era porque pensaba que la actitud de Andrea era brutalmente impropia o porque de verdad no podía apartar los ojos de esa mirada azulada que, durante tanto tiempo había significado mi lugar seguro.

One Shot SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora