Como callar a un Luthor.

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Kara.

Nyxly había pasado, la zona fantasma había pasado, Lex Luthor había pasado y esa vida oculta de Supergirl había pasado. El mundo había entrado a una especie de tranquilidad suficiente para hacerme respirar con soltura incluso sin tener el resguardo de la identidad secreta.

Mi hermana estaba se había casado y estaba en su lugar feliz junto a su esposa y su hija, Nia y Brainy estaban planeando escalar un paso más en su relación, yendo a vivir juntos antes de un matrimonio planeado cuidadosamente por ese último; Jhon había ido por una larga temporada a Marte para estar con M'gan, quien al parecer estaba pronta a darle una nueva oportunidad de familia en el año que estaba por llegar.

Las únicas dos personas que nos habíamos mantenidos sin grandes cambios éramos Lena y yo, quienes nos habíamos refugiado la una con la otra, compartiendo todas esas instancias comunes y corrientes en las que la vida solitaria nos proporcionaba. Entre nosotras todo parecía ser normal, hasta que llegó ella; y sabía claramente que no tenía derecho a sentirme de esa manera tan miserable, pero no podía evitarlo en absoluto.

Samantha, porque ya no me sentía en agrado de decirle solo Sam, había vuelto de Metrópoli luego de que Ruby lograse terminar el colegio y se aventurara a su primer año de universidad. Al parecer se había sentido sola y había vuelto con la intención de quedarse.

Es cierto que en un principio esa hermandad que había entre las tres había persistido, pero con el pasar de los días la sensación de querer ser desplazada se había asentado en el centro de mi vientre y me había vuelto un poco loca. Poco a poco fui observando como los ojos de Samantha se volcaban en Lena y parecían brillar con efusividad cada vez que tenía una respuesta positiva por parte de la menor de los Luthor.

De pronto esa familiaridad con la que recibí a la morena se volvió en un odio indómito que me escapaba por los poros cada vez que iba a ver a Lena a su oficina y ella se encontraba ahí oscilando a su alrededor. Había un fuego ardiendo en el centro de mi vientre que pugnaba por alcanzar la superficie y calcinarla por completo.

Entonces, de la nada y sin razón alguna me encontraba en las puertas de la fundación, rezando a cualquiera que fuese el dios que me estaba escuchando que Lena estuviese sola, esperando que no estuviese ocupada para mi y que me diese un poco de la atención que me había sido robada de abrupto.

—¿Por qué no entras, Kara? — Preguntó Jess al verme parada frente a las grandes puertas que parecían ser inamovibles. — Sabes que Lena siempre tiene tiempo para ti.

Negué sin apartar la mirada. — ¿Ella está...?

—Está sola, Kara. — La mujer parecía casi compasiva con sus palabras, hablando con un animal herido a punto de huir de quien quería ayudarlo. — Puedes entrar, sabes que siempre te recibirá. — Saber que estaba sola me hizo sonreír, sin embargo, mis piernas no se movieron en absoluto. — ¿O es que enfrentarse a Lena Luthor es demasiado para la chica de acero?

Solté un suspiro pesado. — Nadie... nadie puede con la chica de acero.

Cerré los puños antes de que comenzara a retorcerme las manos como una desquiciada, empezando a dar pasos dudosos en dirección a la gran puerta, empujando suavemente con la palma de la mano con ese deseo casi penoso de no romper nada por el nerviosismo. El corazón me latía en los oídos y la garganta se me apretó, solo unos pequeños instantes hasta que sus verdes ojos se cruzaron con los míos y la sonrisa más hermosa del mundo apareciera en su rostro; esa sonrisa que era solo mía, me dije.

—¡Kara! — Ella se escuchaba tan feliz que el corazón se me detuvo un par de momentos. — Que bueno verte. — Yo estaba ahí, con la boca abierta mientras ella caminaba hacia mi con ese salvaje cabello que le quedaba precioso y esas blusas medio abiertas que le quitaban el aliento a media ciudad. — Parece que no te he visto en años.

One Shot SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora