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Sábado noche, de vuelta en el bar en el que trabajaba, y para su sorpresa Dylan entraba por la puerta cuando ella se encontraba sirviendo a una clienta. El castaño procedió a atarse el pequeño delantal negro en la cintura y se metió detrás de la barra, a penas a unos metros de Irish. Era la segunda vez que lo veía tras su discusión, y no podía evitar sentirse inmensamente culpable. No sabía si era por no haberse puesto en su piel lo suficiente, o por los sucesos ocurridos la noche anterior con Eryx. No estaban juntos, pero verdaderamente no habían zanjado nada, y ella ya había besado a otro chico. 

        El turno pasó entre miradas disimuladas de Irish, pero Dylan ni siquiera se paró a verla, solo la ignoraba. Como si no existiera, como si nunca hubiera compartido momentos con ella. Cuando hubieron terminado, recogieron todo y se dispusieron a salir. Él salió primero y Irish se apresuró para alcanzarlo, aunque se encontró con que la estaba esperando para cerrar completamente el local. Decidió aprovechar esos minutos en los que sabía que no podía huir.

—Lo siento por lo del otro día —dijo ella, buscando de alguna forma la mirada azul de Dylan, aunque no encontrándola en ningún momento. Él simplemente se mantuvo en silencio—. Háblame por favor.

        Lo único que se ganó fue un largo suspiro por parte del joven. Pero al menos algo había causado en él, tras horas fingiendo que ella no estaba.

—¿Y qué quieres que te diga? —habló por fin—. ¿Qué dije todo desde la rabia? Pues sí, pero estuve todo el puto día preocupado por ti —dijo parando con lo que estaba haciendo y mirándola—, mientras tú estabas con él...

—Solo salimos, pero no pasó nada —se excusó la castaña—. Aunque después sí han pasado cosas.

       Dylan negó con la cabeza, aún sin devolverle la mirada. Irish sentía que él merecía una explicación, sintió que necesitaba contárselo para no sentirse más así, culpable. 

—Irish, está bien, no éramos novios, pero nos estábamos conociendo —soltó esta vez sí posando sus iris azules en ella—. Siento que jugaste con mis sentimientos.

       Irish bajó la cabeza, pero se encontró a sí misma haciendo un gesto de negación. En ningún momento pretendió hacer aquello, aunque era cierto que debería de haber hablado con él en el momento en el que se le pasó por la cabeza la idea de que podía herirle.  

—Nunca tuve la intención de jugar contigo —confesó—, pero lo siento Dylan, lo siento mucho.

        El castaño se encogió de hombros, no supo si estaba aceptando sus disculpas, o simplemente lo hacía para dejarla tranquilarla, y no se creía lo más mínimo. 

—Solo te diré una cosa Irish —dijo terminando de cerrar el bar, y girándose de nuevo hacia ella—. Ya no somos niños, debemos afrontar nuestros problemas —soltó de repente. 

—¿Podemos al menos llevarnos cordialmente? —pidió ella, no quería perderlo, de eso estaba segura.

        Él suspiró y continuó bajando la persiana metálica hasta que esta tocó el suelo. Al haber acabado, dirigió sus iris azules hacia Irish.

—Yo..., supongo que sí, al fin y al cabo trabajo contigo.

         Dylan terminó despidiéndose dejándola algo confusa. Se quedó allí de pie durante unos minutos, procesando lo que había pasado, hasta que decidió que mejor lo pensaría mientras caminaba hacia su casa.


        Una semana algo ajetreada para Irish, la cual pasó como un parpadeo, debido a su poco tiempo libre, sin embargo, también se sintió como un mes entero, por la ausencia del castaño de ojos verdes. No la había llamado, no había respondido al único mensaje que ella le envió. No había aparecido. No quiso imaginarse nada malo, aunque le costaba. Los últimos sucesos que había vivido con él habían sido buenos, no le agradaba que su falta se debiera a algo relacionado con su último encuentro.

Mamba negra #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora