Mike se levantó aquel día con extremadas ganas de enfrentarlo. Con mucha vida, con expectación. Encendió la ducha como cada mañana, y canturreó cualquier melodía del último disco de Ed Sheeran mientras enjabonaba su lechosa piel. Al terminar, envolvió su cuerpo en una toalla azul, y salió del baño llegando hasta su habitación. Se dispuso para vestirse con algo casual, y terminó de recoger, haciendo la cama y tirando la ropa sucia al cesto donde la acumulaba antes de ir toda a la lavadora. Se sabía apañar viviendo solo, no le costaba, le agradaba. A pesar de echar en falta algo de compañía, algunas veces.
Se sentó en el cama ya hecha, para rebuscar unos calcetines en el cajón de la mesita de noche, y cuando los encontró, se topó con aquella foto, aquel marco negro encima del mueble. La foto siempre estaba ahí, y mentiría si dijera que no la miraba cada mañana. Tras haber tenido esa conversación con su mejor amigo, ahora la observaba con otra perspectiva a como acostumbraba a hacerlo. Siempre le había gustado coleccionar recuerdos, fotos, regalos, en su móvil, por todo su apartamento, para así no echar de menos a quien no tenía cerca, para poder rememorar tiempos anteriores más fácilmente. Le gustaba pensar en el pasado, ciertamente, pocas cosas le atormentaban como para no querer hacerlo. Esa fotografía había sido tomada unos días antes de que Eryx no volviera a ser el mismo, recordaba que habían quedado para jugar a las cartas, y pasar la tarde, como solían hacer. Ese día su amigo acabó la noche con esa morena, y fue la última vez que la vio. Ese día cesaron sus encuentros con Phoebe, tras cuatro meses viviéndolos, y verdaderamente llegó a verlo más liberado, hasta que pasó lo que pasó. Había enmarcado esa imagen hacía un año aproximadamente, porque aunque no le gustara pensarlo demasiado, lo echaba de menos, mucho. Añoraba las tardes que gastaban realmente no haciendo nada, extrañaba las estupideces que compartían, y los inusuales gustos musicales en los que Eryx trataba de adentrarle. Sus chistes extremadamente malos. Echaba de menos a su alocado amigo, y deseaba poder volver a verlo algún día.
De pronto vinieron a su mente numerosos momentos vividos con el castaño, habían crecido juntos, y no podía negar que habían vivido una imprudente adolescencia, pero al fin y al cabo, eran eso, adolescentes, con las hormonas por los cielos y con muchas ganas de vivir la vida. Recordó cuando bailaron por los pasillos de un hotel en un viaje de fin de curso del instituto, habían bebido mientras jugaban al strip póker con unas chicas que se alojaban en el mismo sitio que ellos. Acabaron semidesnudos, solo en su ropa interior, y salieron al pasillo a cantar y bailar, totalmente despreocupados. Lo gracioso llegó cuando su profesora les enseñó los vídeos que habían grabado las cámaras de seguridad. Les calló una buena bronca, pero mereció la pena.
Terminó de colocarse el calzado, y salió de la habitación, aún con esa foto en su cabeza. Sentía que debía encontrar la forma de hacerlo disfrutar como lo hacía años atrás. Aunque hubiera cambiado, aunque no fuera la misma persona, algo similar a ese Eryx permanecía en su interior, y tenía que sacarlo a relucir. Porque parecía consumirse, y no podía dejar que aquello ocurriera. Esa chica de ojos marrones apareció en sus pensamientos, tenía la certeza de que le iba ayudar. Tenía la seguridad de que con su compañía, podrían traerlo de vuelta. Se lo había propuesto, y lo iba a cumplir.
Salió de casa, bajando hasta dar a parar a la calle. Se subió en el coche y condujo ciegamente, aunque con un destino concreto. Y de repente se acordó de por qué se había levantado con esa ilusión. Detuvo el motor cuando llegó, y esperó dentro del vehículo a que la figura de ese chico apareciera delante de su azul mirada. La noche en la que conoció a Liam, el amigo de Irish, cuando ellos decidieron irse solos, el castaño y él se quedaron un buen rato más. Mike lo llevó hasta su casa, sin embargo, permanecieron dentro de su coche conversando, horas. Le había caído demasiado bien, y se habían visto un par de veces tras aquella noche. No le había contado nada a Eryx, y sabía que por parte de Liam, Irish también desconocía de sus quedadas. No pretendían ocultarlo por siempre, pero de igual forma no tenían la certeza de cuánto podría durar aquello, de cuándo era apropiado contarlo, o simplemente no sabían qué era realmente.
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Mamba negra #PGP2022
Teen Fiction«Dicen que no hay razón para vivir con el corazón roto»