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Se despertó de repente, con el rostro sudado y la respiración agitada. Pasó una mano por su pelo, echándolo hacia atrás, sentándose en aquella cama, la cual se sentía totalmente diferente al colchón donde solía dormir. Y ahí se percató, de que esa no era su cama, ni su habitación, ni su casa. Se volcó hacia delante sujetando su cabeza con sus manos al sentir que se mareaba, y una presión incesante se coló en su cabeza. Esa sensación sí que le resultaba bastante familiar: la resaca. Se tomó unos minutos para recuperarse, de todo, del dolor de cabeza, del mal sueño que había tenido, de los recuerdos que comenzaban a surgir por su mente como una película. Entonces rememoró sus palabras, sus acciones, y supo al instante donde se encontraba. Estaba en la habitación de Irish.

      Se levantó de la cama con dificultad, y divisó sus zapatos a unos centímetros de los pies de la cama. Estaba completamente vestido, salvo por sus zapatillas y su chaqueta, la cual no consiguió encontrar en aquella habitación cerrada. Se preguntó dónde estaba ella, porque tampoco se hacía ver en ese espacio. Permaneció sentado en el borde del colchón, procesando y ordenando quizá las imágenes que lograba recordar de unas horas antes.

      La cara de Irish era ilegible, dibujó una mueca en su rostro que no podía descifrarse de ninguna forma. Pero no pasaron muchos segundos para que ella terminara moviendo lentamente su cabeza, asintiendo, afirmando que haría lo que él le pidiera, tanto como si tenía que llevarlo a su casa, de nuevo.

Vamos, te ayudo a levantarte.

      Aún con las manos cogidas, Irish se incorporó, tirando levemente del cuerpo débil de Eryx. Él hizo un esfuerzo, y a pesar de que todo a su alrededor pareciera dar vueltas, logró levantarse del suelo, y quedar a la altura de la castaña, incluso unos centímetros más arriba. Ahí fue donde verdaderamente se percató de su altura, era más baja que él, quizá le llegaba por el hombro. Irish soltó una de sus manos, para después coger su brazo y colocarlo sobre sus hombros, como hizo aquella noche de la pelea. Y él simplemente se dejó llevar, sin rechistar, sin decir absolutamente nada en todo el camino hasta el coche. Se limitó a mirar al suelo, perdido en la forma irregular de caminar de ella, perdido en sus propias palabras, sin creer aún que hubiera sido capaz de decirlas.

      Llegaron costosamente al coche, y Irish le abrió la puerta, a lo que él se sentó en el asiento del copiloto aún en silencio. La fémina dio la vuelta al coche y se montó, abrochando el cinturón al instante. Se detuvo para mirarlo antes de arrancar, y soltó un pequeño suspiro, no sabía a qué se debía su ausencia, pero presentía que seguro que no era a nada bueno.

Gracias soltó mirando sus manos.

      Ella negó con la cabeza, sujetando el volante inmóvil con sus dos manos.

No tienes que agradecerme nada, creo que sabes por lo que lo hago... dijo, pero se corrigió a sí misma a pesar de que él no se inmutara. Me refiero, no te conozco, ni tú a mí, salvo de las veces que hemos coincidido, pero desde el primer día que te vi en la reunión, tú me..., me intrigas Eryx.

     Fue la segunda vez que pronunció su nombre, la primera fue en la absurda llamada de los tres segundos, por la cual prefirió no preguntarle. Eryx asintió sin decir nada, simplemente se giró un poco y se colocó el cinturón de seguridad. Irish entendió que él volvió a desconectar quizá, supo que no volvería a articular palabra, y arrancó el motor después de unos segundos. Maniobró haciendo un cambio de sentido en la carretera, aquello no estaba permitido, pero sabía que no iba a aparecer ningún otro coche en esa remota calzada. Retomó el camino hacia su casa, justo como él le había pedido unos minutos antes. El trayecto fue silencioso, aunque no incómodo. Eryx se permitió desviar su mirada hacia ella unas cuántas veces, rezando para que Irish no se diera cuenta. Se veía concentrada, frunciendo el ceño ligeramente, pero también cansada, necesitaba irse a dormir con urgencia. Se preguntó si habría tenido un mal día, si la habría molestado llamándola, si quizá tuviera mejores cosas que hacer que rescatarlo de aquella situación. Y por un momento se sintió afortunado, de poder haber sido la primera opción de alguien, sobre todo de alguien como ella.

Mamba negra #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora