La cena transcurrió más incómoda para algunos que para otros. Patrick devoraba la comida de la mesa, ajeno a la mirada matadora que su pareja le estaba dando al chico que tenía en frente. Irish no se sentía tranquila del todo, no podía esperar a la hora en que salieran de allí, y Eryx le contara todo. Tenía curiosidad, se encontraba rezando internamente porque fuera una tontería sin importancia para ambos, quizá solo se conocían del instituto, podrían haber ido a algunas asignaturas juntos.
Phoebe dio un largo trago a su copa de vino, mientras que Eryx trataba de conectar su mirada lo mínimo con la de la morena. Irish no le había permitido beber alcohol, y puso la excusa de que debía conducir delante de sus amigos, para después haberle brindado una mirada de advertencia. Si tan solo hubiera sabido que necesitaba esa bebida para poder sobrellevar esa noche. Si tan solo le hubiera dejado beberlo, podría devolverle esa desafiante mirada a Phoebe, darle de su propio merecido.
—Bueno..., Phoebe, me tienes en ascuas —comentó la chica a su lado—, ¿qué era eso tan importante que me tenías que decir?
La pareja sentada en frente de ella se miraron cómplices, formando una amplia sonrisa, mostrando sus perladas dentaduras. Irish arrugó levemente las cejas, y perdió la cuenta de cuántas veces lo había hecho en todo el rato que llevaban allí. Phoebe volvió a girar la cabeza para mirar a su mejor amiga, a la vez que agarró la mano de Patrick por encima de la mesa. Los ojos de Irish fueron directos a aquel brillante diamante que decoraba el dedo anular de ella. La castaña abrió notablemente sus orbes, en un gesto de sorpresa, a pesar de que su compromiso pudiera ser algo esperado para sus seres queridos, verdaderamente no aguardaba esa noticia.
—¿Te vas a casar? —preguntó alzando un poco el tono de voz, debido a la emoción que sintió. Phoebe asintió con la cabeza repetidas veces, exteriorizando de igual forma su ilusión.
—Sí —soltó riendo levemente—, Patrick me lo pidió el sábado pasado. —Desvió su vista hacia su prometido, y le dejó un casto beso en los labios, sellando su amor, y compromiso de alguna forma delante de los presentes.
—Me alegro mucho, por los dos —habló Irish con una sonrisa dibujada en su rostro, haciendo resaltar un pequeño hoyuelo en su mejilla derecha, del cual solo fue consciente Eryx.
—Enhorabuena —dijo él, recibiendo sobre su figura los marrones focos de Phoebe.
La morena realmente sintió ganas de estamparle la palma de su mano en su mejilla, hasta dejarla marcada. Jamás sería capaz de admitir que se sentía celosa, y ciertamente lo hacía. No tenía muy claro si él no merecía a su mejor amiga, o por el contrario, era Irish la que no estaba a la altura de ese dios griego. De todo lo que le había enfurecido de verlo allí, resaltaba la convicción de que seguía viéndose ridículamente atractivo, incluso más que hacía años, por no mencionar el hecho de que hubiera llegado junto a ella. Egoístamente, deseó hacerle pasar un mal rato, que viviera una de las peores noches de su angustiosa vida, buscaba provocar una discusión entre ambos, sin importarle en absoluto lo que pudiera llegar a sentir la castaña que lo acompañaba.
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Mamba negra #PGP2022
Teen Fiction«Dicen que no hay razón para vivir con el corazón roto»