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Tres días, tan solo habían pasado tres días desde que llegaron a ese lugar, y Eryx no se había permitido salir de su habitación ni uno de ellos, salvo por lo estrictamente necesario. No se había atrevido a dar la cara, ni siquiera frente a Liam, pero era a lo que estaba acostumbrado. Solo habían sido necesarias unas horas para arrepentirse de haber llegado hasta allí. Irónicamente, deseaba volver a casa, porque aunque no disfrazara el dolor de ninguna forma, ahí podía dejarse ser.

           Había pasado alrededor de un mes sin beber, hasta la noche antes de partir, la noche en la que debería haber estado con ella, despidiéndose. Se le hizo demasiado insoportable como para mantenerse sobrio. Y ese desliz le estaba pasando factura. Quizá era una de las razones por la cual no se atrevía a dar la cara, a salir, sabía que sus ojos, su actitud le delataban. Ya le parecía suficiente suplicio compartir habitación con Liam, y ser el principal oyente de sus acarameladas conversaciones con Mike cada noche. Fingía que estaba dormido, y se esforzaba por intentarlo antes de que el castaño marcara en su teléfono, pero siempre era en vano. Salvo esa noche, aquella noche fue diferente. 

            Liam acababa de llegar cuando Eryx se encontraba acostado entre las sábanas. El cuarto constaba de dos camas individuales, y un armario lo suficientemente grande para que cupiera la ropa de ambos. Detrás de la única puerta que había, además de la de la entrada, había un pequeño baño, sin ducha. Las duchas eran comunicatarias, para el disgusto de Eryx. 

—¿Por qué no has venido a cenar? —preguntó Liam, quitándose la chaqueta y los zapatos, al mismo tiempo que se sentaba en su cama.

            Eryx se revolvió en el colchón, y se atrevió a mirarlo, parpadeando unas cuántas veces en el acto.

—No tenía hambre.

            En parte era verdad. Tenía el estómago revuelto, tan solo habría salido a por agua para su garganta seca, pero tampoco fue capaz. 

            Trató de esconder su desesperación ante su acompañante, y se acobijó bajo las mantas, en busca del calor que estas podían transmitirle. 

             Liam se deshizo de ropa, colocándose un pantalón de chándal corto, aquel parecía ser su pijama. Se sentó de nuevo en la cama, y lo visualizó agarrar su teléfono. Eryx se giró en el colchón, dispuesto a cerrar los ojos y tratar de conciliar el sueño como de costumbre. El sueño que nunca parecía aparecer. La persona al otro lado de la línea no pareció demorarse mucho en coger la llamada, ya que Liam saludó alegre. No podía entender cómo estaba tan entusiasmado por escuchar a Mike cuando habían hablado esa misma mañana, hasta que alcanzó a percatarse de que el rubio no era el que estaba al teléfono.

—¿En serio? —alzó un poco la voz, y se rio levemente—. No creía que Archie fuera tan travieso.

            Todas las células de su cuerpo se despertaron, su piel se erizó, y consiguió sentir el calor que tanto buscaba. Su anatomía se calentó tan rápido que sintió la necesidad de destaparse hasta la cintura, y lo hizo. Se mantuvo en su posición, mirando directamente a la pared, imaginando quizá que entre esta y su cuerpo estaba ella, que era él con quien hablaba por telefóno, que le contaba la travesura que podría haber hecho esa bola de pelos negros.

Mamba negra #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora