7- Lo hago por tu bien

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Cuando llegue a Hogwarts lamentablemente me tope con el grupo de Potter, el cual claramente estaba intentando evitar, pero no lo conseguí. Intente pasar de largo para evitar problemas, pero al parecer Potter no tenía las mismas intenciones que yo, porque se interpuso en mi camino cuando intente pase a su lado.

— ¿Dónde esta tu grupo de idiotas? —escuche la burla de todos y apreté mis labios.

Respire profundó y fingí una sonrisa.

— El único séquito de idiotas que tengo, es el que está parado  enfrente de mí justo ahora —hablé refiriéndome a todos los que estaban detrás de Harry.

— Ya quisieras que alguno de nosotros fuera parte de tu séquito.

— Te recuerdo que ya lo fueron en su momento —hice una mueca— y la verdad es que no quiero volver a repetir eso.

Dicho eso, intente seguir mi camino, pero Potter no quería dejar la conversación ahí, porque nuevamente se puso enfrente de mi, impidiendo que siguiera mi camino.

— Muévete —le ordené de mala gana.

— No quiero.

— No me hagas perder la paciencia Potter —le advertí y ahora a el se le formó una sonrisa en la cara.

— ¿Por qué no? —hizo una pausa— sería divertido ver lo que puedes hacer sin magia.

— Si mal no recuerdo, la última vez que "no tenía magia" te lo demostré, así que no creo que te parezca divertido —di un paso hacia él, mientras lo miraba a los ojos— cuando tomé tu cabeza y la estrelle contra ...

— ¿Sucede algo aquí? —Dumbledore interrumpió mi amenaza.

— En absoluto —mentí y me aleje de Potter.

— Me alegra escuchar eso —se giro hacia mi.

— ¿Me acompañas? —me preguntó y asentí— el ministro te busca —me tensé al escuchar eso y me detuve de golpe.

Estoy en muchos problemas.

— ¿Morgan? —me sacó de mi pequeño trance Dumbledore.

— ¿Que te pasa? ¿Es que ahora le tienes miedo al ministro? —se burló de mi Potter y me volví a acercar a él.

— Te aconsejo que no te metas conmigo —le susurre al oído— porque con o sin magia, puedo partirte en dos igual que a una varita seca.

— ¡Morgan! —me llamo por segunda a vez Dumbledore.

— Eso ya lo veremos —me aseguró con valentía.

[...]

Cuando llegamos a la oficina de Dumbledore, el ministró estaba sentado en el escrito, fingiendo una gran sonrisa, mientras esperaba a que Dumbledore se fuera, para regañarme por lo que había pasado.

— ¿Dónde está el frasco con la sangre? —fue directo y eso me hizo cambiar toda mi actitud, porque verdaderamente creí que iba a empezar a atacarme, pero en vez de eso, estaba ansioso, lo cual me daba a entender que yo tenía cierta ventaja ante él.

— ¿Lo perdiste? —pregunté con burla.

— Se que lo robaste tú.

— ¿Por qué crees eso? —pregunté incrédula.

— Porque se que no completaste todos los trabajos —me dijo regalándome una mirada fría y me tensé nuevamente al recordarlo.

Ya había matado a dos personas, pero cuando llegue al tercer nombre en la lista, se me hizo raro que fuera la única mujer entre todos los nombres, así que me dio un poco de cuerpo sidas y me puse a investigar que era lo que había hecho esa mujer para terminar en esa lista y al descubrirlo no pude hacerlo, porque esa mujer lo único que había hecho, era enamorarse de la persona equivocada.

La venganza de los RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora