5- Pacto de sangre

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Los siguientes 5 minutos fueron realmente caóticos, todos los magos y brujas gritaban y se empujaban para salir de ahí a como diera lugar, mientras que nosotros nos defendíamos con sillas y mesas, porque mi magia decidió no funcionar en el momento menos oportuno, así que no podía defendernos.

Al final, la resistencia (que éramos nosotros 5) fue derrotada por el gran grupo de hombres de negro que estaban detrás de nosotros. Fuimos cayendo uno por uno y al final a todos nos llevaron a la misma celda, donde pasamos unos minutos solos, antes de que Dumbledore llegara a vernos.

— Tengo buenas y malas noticias.

— ¿Nos sacarás de aquí? —le pregunte con esperanza.

— No, pero logre que no los enviarán a Azkaban.

— ¿Y cual es la mala? —preguntó Regulus con curiosidad.

— Tienen que disculparse enfrente de todos y convencerlos de que han cambiado.

— Hemos cambiado —afirmó Draco.

— Pero ni de chiste nos vamos a disculpar —agregó Matheo.

— Preferimos ir a Azkaban, antes que disculparnos —espetó Tom.

— Tienen una hora para que cambien de opinión —Dumbledore nos miro con lastima antes de desaparecer por donde había llegado.

[...]

La hora que nos dio, no sirvió de nada, porque en ningún momento hablamos entre nosotros para ponernos de acuerdo, ya que Regulus y Draco se fueron a una esquina a murmurarse cosas, Matheo se fue hacia la esquina contraria y se sentó en el borde de la ventana, donde estuvo todo el rato con la cabeza pegada en esta y Tom se fue a sentar al otro lado de ellos, con la espalda recargada en la pared, así que decidí irme con él, porque no tenía ganas de lidiar con la situación que tenía pendiente con Draco, Regulus y Matheo.

Estaba acostada en las piernas de Tom, porque para este momento me sentía tan débil que ni siquiera me podía mantener sentada, mientras que él me acariciaba el cabello con delicadeza, así pasamos varios minutos hasta que un grupo de  5 hombres entraron a la celda.

Uno de ellos llevaba un antifaz, así que asumo que el es el líder, los otros 4 a pesar de tener mascaras iguales, se podían diferenciar por las diferentes armas que traían. El líder llevaba
dos espadas en la espalda, el más alto llevaba un arco, el más chiquito traía dos dagas, el musculoso llevaba una espada y el hombre que se acercaba a mi, traía unos chacos.

— Será mejor que ...

— Qué te calles —lo interrumpió el hombres del arco, mientras le apuntaba a Matheo en la cabeza, antes de que el pudiera completar su amenaza.

— Tú vendrás con nosotros —me aviso el hombre del antifaz y negué.

— Yo no iré a ningún lado con ustedes.

El hombre de los chacos y el de las dagas se miraron entre si y se sonrieron maliciosamente, para luego mirarme a mi.

El hombre de las dagas me tomó del brazo con fuerza, levantándome del suelo a pesar de que Tom intentó detenerlo, pero no lo consiguió, debido a las esposas que todos teníamos en las muñecas. Una vez que estaba de pie, me lanzó hacia el hombre del antifaz que estaba junto a la puerta. Si hubiera estado en condiciones normales, me hubiera resistido y probablemente les hubiera dado una buena pelea, el problema es que estaba tan débil que hasta me costaba trabajo estar de pie.

— Si la tocan ...

— Si alguno vuelve a abrir la boca, los 4 verán como nos divertimos con su querida amiga —espetó el hombre del arco sonriendo con malicia.

La venganza de los RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora