3- Voto de silencio

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POV MORGAN

Llegamos a la oficina de Dumbledore y nos obligo a sentarnos en las sillas que estaban enfrente de su escritorio, mientras nos daba un discurso que no escuche, porque estaba más concentrada en aguantarle la mirada. 

— Tienen que irse —fue lo único que escuche de todo su discurso, cuando dejo de mirarme.

— ¿Por qué?

— Porque el ministerio estará aquí en cualquier momento —respondió, mirando su anillo.

— ¿El ministerio?  —cuestioné y asintió.

— Si, el ministerio los quiere llevar a juicio, para mandarlos a Azkaban de la forma legal —fruncí el ceño—. Así que tienen que desaparecer hasta que todo se calme.

— Esto nunca se calmará —espetó Matheo seriamente.

— Estamos conscientes que todos quieren nuestra cabeza —habló Regulus como si toda esta situación no fuera nada.

— Si escapamos ahora, siempre estaremos huyendo —aseguró Tom, mientras analizaba opciones.

— Y sino lo hacen estarán en Azkaban por el resto de sus vidas.

— No —todos me miraron— Tú me prometiste algo —Dumbledore aparto la mirada.

— Lo siento Morgan —ni siquiera me miro para decirme eso— pero no puedo protegerlos más.

No lo culpo del todo, porque nadie en su sano juicio estaría dispuesto a protegernos, no después de todo lo que hemos hecho.

— No necesitamos que nos protejan —protestó Tom.

— Solo necesitamos donde quedarnos por un tiempo —agregó Draco.

— Tampoco puedo ayudarles con eso.

Iba hablar, porque estaba dispuesta a protestar, cuando un fuerte ruido en la puerta se hizo presente. 

— ¡Un segundo! —gritó Dumbledore— tienen que irse ahora —murmuro observándonos— no los pueden encontrar aquí o ...

— No podemos desaparecer, no tenemos magia —le recordó Regulus, interrumpiéndolo.

— Yo tengo magia —recordé, aunque no sabía porque de un momento a otro ya la tenía de nuevo. 

— No la puedes utilizar —me dijo apresuradamente Dumbledore—. Tu magia no durará mucho y entre mas la utilices, más rápido.... —el ruido en la puerta se hizo más fuerte— te explicaré todo después, ahora tienen que irse.

— Pero ...

— ¡Ahora! —nos grito en un susurró.

— ¿Y por donde se supone que nos vamos a ir? —preguntó Draco de mala gana.

— Tengo una idea —sonreí de oreja a oreja y todos me miraron aterrados.

— No —protestó Matheo— tus ideas siempre te ponen en peligro.

— Y lo más probable es que esta no sea la excepción —murmuré—, pero no tenemos tiempo de pensar en otra cosa. 

— Morgan ...

— Los veo en unos minutos —lo interrumpí y sin esperar a que me dijeran algo más, lo empuje hacia la chimenea, la cual funciono como trazlador, para que todos desaparecieran.

— Te acabo de decir que no puedes seguir utilizando tu magia y es lo primero que haces —me regañó.

— Y yo pensaba que te había quedado claro que sin importar la situación, siempre los voy a proteger, así me ponga en riesgo a mi para salvarlos. 

La venganza de los RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora