07. componenda

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Baje de inmediato el bate y abrí la ventana. Taehyung tenía el labio partido, un corte en la ceja y varias manchas de sangre en la camiseta. Era visible que había sufrido varios golpes, así que me apresure a dejarlo pasar. Después de todo, él seguía importándome.

— ¿Qué te pasó?

El chico esbozó gestos de dolor mientras entraba a mi habitación. Se estaba sosteniendo el costado derecho, así que asumí que debía dolerle. Saqué la cabeza para asegurarme de que no hubiera nada sospechoso en el callejón antes de cerrar la ventana y las cortinas. Bajo otras circunstancias lo habría interrogado sin parar hasta que me contara todos los detalles sobre lo que le hubiera pasado, pero lo único que hice fue ir al baño para traer el botiquín.

Cuando volví a mi recamara, él estaba sentado al borde de mi cama.

— Perdón por venir, pero-

Lo chiste, colocando el seguro en la puerta.

No tenía idea de como sentirme en este momento. Había pasado semanas anhelando tener un momento a solas con él para poder obligarlo a que hablara conmigo, pero ahora mismo no podía concentrarme en otra cosa que no fuera detener el sangrado en su cara. Me senté a su lado, tome una gasa limpia y presione sus heridas con cuidado.

Mi mano tenía un ligero temblor, así que sostuve mi muñeca con la otra y evité verlo a los ojos. Podía sentir su mirada encima de mí.

— Tuve una pelea en el parque — explicó. — No fue nada pero- Auch.

— Lo siento — dije, pues había presionado de más sin querer. — No te muevas.

Podía sentir un cosquilleo en mi pecho. No lo había tenido tan cerca desde hace bastante tiempo, por lo que acariciar su rostro con gasas y alcohol se sintió como un patético sueño. Luego de un día tan normal como lo había sido hoy, ¿quién habría podido predecir que Taehyung iba a terminar aquí esta noche?

Una vez que desinfecte le coloque unas tiras blancas sobre su herida en la ceja. La del labio había sangrado bastante también, pero era mucho más pequeña que la primera. Antes de que le lavará la sangre parecía que los cortes eran peores, así que me tranquilicé cuando vi que en realidad sus heridas no eran tan severas.

Mientras me aseguraba de que las tiritas no se despegarán, Tae abrió ligeramente los labios. Él me había estado observando detenidamente durante todo el improvisado procedimiento de curación.

— Todavía no puedo creer que hayas vuelto — casi susurro, pero no contesté. Me limité a seguir atendiendo su cara. — ¿No vas a hablarme?

— ¿Qué quieres que te diga?

— ¿Por qué me abriste, entonces?

— Estabas herido. No soy una hija de puta, tampoco.

Note que una de sus comisuras se elevaba, pero no alcanzó a convertirse completamente en una sonrisa. Ese pequeño gesto fue equivalente a una punzada cálida en mi pecho.

— ¿Desde cuándo hablas con insultos tan feos como ese?

Ahí me detuve y lo miré a los ojos.

— ¿Puedes dejar de intentar conversar conmigo como si no hubieras sido un completo idiota?

Silencio. Continué con mi labor de enfermera cuando él se limitó a verme con un aire triste y pensativo. Luego le puse atención a su camiseta; estaba sucia y llevaba manchas por todas partes, así que busqué algo que darle en mi cajón de pijamas. Le lancé sobre el regazo una camiseta vieja que Seokjin me había heredado hace tiempo. Él, sin decir nada, se puso de pie y se alzó la camisa con sangre.

sempiterno • kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora