La zona en la que está el restaurante de la señora Chu era completamente residencial hace solo un par de años. A pesar de la insistencia de las grandes inmobiliarias para comprar el pequeño local de la mujer y construir una nueva y más alta edificación en su lugar, ella nunca había cedido y se mantenía firme a conservar su negocio. La hora de la comida era ajetreada gracias a eso, pues muchos de los oficinistas de los alrededores venían a comer aquí.
— ¿Quieres más jugo, Seongjin? — le pregunté al niño, deteniéndome en la mesa que compartía con uno de sus amigos mientras dividían su tiempo entre comer, colorear y jugar con pequeñas figurillas de soldados. Tome el envase vacío luego de que asintiera. — Vuelvo enseguida.
— ¿Puedes traer unos dumplings? — pregunto antes de que me fuera. — ¡Fritos!
— Claro. ¿Para ti también, Hyunsu?
El otro niño asintió con un poco de timidez.
— Por favor.
— Vaya, ¿oíste eso, Seongjin? Tu amigo tiene modales. Me agrada — sonreí y alce mis cejas en su dirección. — Podrías aprender una o dos cosas de él.
Hyunsu apretó sus labios con una sonrisa mientras el otro esbozaba una expresión de indignación, poniendo pausa a la pelea entre sus soldados de plástico. Se ofendía cada vez que alguien le robaba la atención, así que provocarlo suele ser una tarea sencilla.
— ¡Noona! — hizo puchero.
Le revolví el cabello antes de irme y lo animé a seguir jugando mientras Hyunsu volvía a tomar los crayones con una expresión risueña. Pasé entre las mesas hasta llegar al mostrador en donde Yejin, mi única compañera empleada, atendía la caja registradora.
— ¿Pidió más comida? — pregunto, haciéndome espacio para que pudiera abrir el refrigerador detrás de ella y tomar el jugo para Seongjin. — ¿Ya le preguntaste si tiene dinero?
Bufé entre dientes, con diversión.
— Tienes que dejar de molestarlo — la acuse, para después girarme a la ventanilla que daba a la cocina y tocar el pequeño timbre para llamar la atención de la cocinera. — ¡Un plato de dumplings para la mesa preferencial, señora Chu!
— Aigo, ¿todavía tiene hambre? — se quejó ella, haciéndome reír. — Ese niño me va a dejar en la bancarrota.
— Es lo que yo digo — asintió Yejin, retomando su papel. — Pero no se preocupe, jefa. Estoy anotando todas las ordenes del enano para llevarle la cuenta cuando acabe.
La señora Chu río y se fue a lo suyo en la cocina.
— ¿Eres consciente de la rivalidad que tienes con un niño de ocho años? — mofe a Yejin. — Tendrán que dejarlo algún día.
Se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.
— Me gusta ver sus caras asustadas cuando creen que tienen que pagar la cuenta.
— Eres mala — sonreí, — ¿te lo han dicho antes?
— Mis sobrinos, tal vez.
— Rezaré por ellos.
Un plato para la mesa seis apareció en la barandilla, así que lo tomé para llevarlo.
— Dile a Seongjin que nos tiene que dejar propina — me dijo Yejin, — ¡y que no volveremos a aceptar caramelos!
Me reí mientras empezaba a pasar de nuevo entre las mesas. De camino a llevar la comida, aproveche para dejar el empaque de jugo frente a Seongjin. El niño estaba arrugando su cara en un gesto hacia Yejin, para luego sacar su lengua. No tuve que mirar hacia atrás para revisar si ella le estaría devolviendo la mueca, pues estaba cien por ciento segura de que así era. Le di un golpecito en la nuca a Seongjin a modo de regaño, haciéndolo reír a él y a su amigo.
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sempiterno • kth
Hayran Kurgu❝ Cuando eres joven solo corres, pero vuelves a lo que necesitas. ❞ Sora y Taehyung son amigos de la infancia que tuvieron que crecer en medio de pandillas, drogas y violencia callejera. Se permitieron soñar con salir de ahí y empezar vidas nuevas q...