01. casa del árbol

153 16 5
                                    

— Mierda, Sora, sube de una vez.

Sentí que Tara sacudía la escalera de madera para hacerme apurar mis movimientos.

— Eso intentó, pero aquí arriba sólo hay polvo y mugre — me queje. — No hay donde sentarse.

— Oh, disculpa — escuche a Jimin, — ¿quieres que vayamos a otro lugar, uno que se adapte a tus necesidades de princesa?

Chasqueé la lengua y miré hacia abajo para poder lanzarle una mirada pedante al chico castaño. Ser quisquillosa no era algo que se describiera en mi perfil, pero tampoco tenía muchas ganas de poner mi trasero sobre el hogar de un nido de gérmenes.

— Cierra la boca — mascullé.

La casa del árbol del patio común del pequeño condominio en el que vivíamos era muy vieja y daba la pinta de estar a punto de derrumbarse. Había sobrevivido durante varios años y nadie tenía idea de quién la había construido porque nunca hubo alguien que reclamará el crédito.

Cuando por fin estuve de pie justo en el centro del espacio, me dispuse a esperar a que Jimin, Tara y Taehyung me alcanzaran.

— ¿Soy yo, o esta basura parece temblar con cada paso que damos? — Tae inspeccionó la estructura con ojos atentos, pero con una de sus famosas sonrisas de aspecto inocente.

— Será mejor no movernos mucho. No quiero acabar el día con un brazo roto.

Jimin tomó asiento usando una vieja java de madera que había en la esquina y se frotó las manos como si fuera una mosca. Tara, por otro lado, se sentó directamente en el suelo y sin poner mucho reparo en la posible suciedad de su asiento, igual que Tae.

— Siéntate ya, Kim — me dijo el más alto, como si les estuviera aplastando algún plan, — te juro que el piso no es tan pegajoso como parece.

Hice una mueca de asco.

— Me puedo quedar de pie, sin problema.

— ¿Tienes miedo de manchar tus jeans de segunda? — se burló Jimin. — No tiene nada de malo ensuciarse un poco.

— No son usados. Los compró mi hermano y son los más lindos que tengo.

Taehyung dejó escapar un suspiro cansado ladeando el cuello de un lado a otro. En un rápido movimiento se quitó su chaqueta y después la extendió a su lado, haciéndome un asiento improvisado. Mi primera reacción fue negarme mientras arrugaba mi nariz, pero cuando el chico tomó mi muñeca para jalarme hacia abajo, reí y me dejé arrastrar.

— Bien, ya que la reina Isabel está contenta — Jimin exhalo, ahora sonriendo, — es hora de dar nuestra primera calada.

— Estás demasiado emocionado. ¿Deberíamos preocuparnos de que desarrolles una adicción?

— Solo tengo curiosidad — le hizo mala cara a Tara, quien disfrutaba de molestarlo, — eso es todo.

— Bueno, cállense ya. ¿Están listos?

Perfectamente coordinados, los tres miramos a Taehyung como si fuera tiempo de iniciar algún ritual de bajo presupuesto. La mano del chico se metió en el bolsillo de su pantalón y de ahí sacó una bolsa marrón pequeña cuyo contenido dejó caer sobre la palma de su mano.

sempiterno • kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora