02. despedidas

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Al cabo de unos minutos llegamos también al edificio de Jimin, así que Taehyung y yo nos volvimos a quedar solos. Él vivía en la parte más alejada del fraccionamiento, así que ser escolta para todos era algo habitual para él. Siempre teníamos este tramo de trayecto solo para nosotros dos, pero de solo pensar que de ahora en adelante se alargaría su solitaria caminata...

— Gracias por prestármela — una vez enfrente de mi edificio, me saque su chaqueta.

Pero él negó con la cabeza.

— Dámela luego — dijo. — Mañana.

Sonreí débilmente, asintiendo y volviéndome a poner la prenda. Mis pies se quedaron pegados a la tierra; no quería moverme.

Desde el día que nos conocimos en el patio de la escuela y me ayudó a levantarme del suelo porque unos niños habían corrido muy cerca mío haciendo que me cayera, Taehyung siempre ha sido así. Ya fuera con una palmada en la espalda luego de toser por fumar mal un cigarro o dándome su ropa cuando hacía frío, él nunca dejaba de cuidarme. Siempre me mostraba que me observaba con pequeños gestos como esos.

— Hoy fue divertido — dije, — pero no vuelvas a robarle nada a tu hermano, que da miedo.

Él sonrió.

— Está bien.

— Y Taehyung... Sobre lo de hace rato-

— Venga, Sora, no hagamos esto ahora, ¿si?

— Pero es importante.

— Has pasado la vida entera planeando cómo sacarnos a todos de aquí — me tomo la mano, — déjanos hacernos cargo de nosotros mismos ahora.

— Es que no puedo.

— Es lindo que te preocupes tanto pero-

— No, Tae, en serio. No es que quiera ser así, pero ustedes son medio cortos.

El chico se rió.

— Ven aquí.

Antes de que pudiera decir algo más, me atrajo hacia sí y me abrazó. Esta vez con más fuerza.

— Oye —hablé contra su pecho, pero me chito empezando a mecer suavemente nuestros cuerpos como si estuviéramos en medio de un baile.

La la la la la la la la, domingo romántico — empezó a canturrear esa vieja canción que habíamos oído en un comercial de cereales mientras nos hacía dar vueltas. No fui capaz de seguir con mi cara de dura, así que me solté a reír. — La la la la la la la, hermoso y brillante día.

— Kim Taehyung, baja la puta voz. La señora Lee va a escucharte y nos va a lanzar agua desde su ventana.

Una melodía en el viento, un dulce silbido...

Continuó haciéndonos dar vueltas hasta que logre zafarme y correr hacia los escalones. Sin embargo, Taehyung no tardó en alcanzarme de nuevo.

— Suéltame — solté, lo más alto que pude con susurros. — Eres molesto como un mosquito.

— Pensé que te gustaba oírme cantar.

— ¿A ti te gusta escuchar animales muriendo? Porque es lo mismo.

— Ah, jinjja — se rió, dejándome ir por fin.

Le di un manotazo inofensivo en el pecho, todavía sonriendo.

— Tonto.

Acabamos por sentarnos en los escalones de la entrada del edificio para admirar la horrenda y poco glamorosa vista de las otras estructuras en el condominio.

sempiterno • kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora