12. augurio

14 5 1
                                    

No podía dejar de tamborilear los dedos sobre la superficie de la mesa. Mi vista estaba clavada en la puerta, a la espera de que el chico de sonrisa rectangular y ojos almendrados se dignara por fin a aparecerse en clase.

— Seguro que hoy tampoco viene, Sora. Deja de ver hacia allá como una maniaca, que das puto miedo — me dijo Jimin, sentado en la silla a mi derecha, cruzando el pequeño pasillo. Me lanzó una bola de papel a la cabeza y esta cayó al suelo. — Van cinco personas que se te quedan viendo porque creen que las ves a ellas. No tardan en reportar tu trasero en dirección por acoso.

— No puede faltar hoy. Hay prueba de mates.

Tara soltó una risa.

— Joder, ni siquiera Jimin estudio para eso — se burló. — ¿Crees que va a recordarla?

— Pero, ¿qué dices? Si estudie — se quejó el castaño, realmente ofendido. — ¿Por qué me quieres hacer quedar siempre como un tonto?

Por el rabillo del ojo, vi que la chica le daba un empujón juguetón al otro.

— ¿Creen que esté bien? — pregunté. — No me ha contestado ningún mensaje, tampoco.

Jimin recogió el papel que me había lanzado y luego se estiró para revolver mi cabello.

— Sabe cuidarse solo. No te preocupes.

Pero, como era obvio, no pude dejar de pensar en ello ni siquiera cuando el señor Han entró al aula y nos ordenó guardar todo lo que estuviera en nuestras mesas para poder iniciar el examen. Taehyung tenía más de una semana sin venir a clases y tampoco habíamos podido dar con él fuera de la escuela. No teníamos idea de donde estaba. Justo cuando las cosas iban volviendo a la normalidad, tenía que pasar algo que las hiciera descarrilarse de nuevo. Había llegado a ir a su casa y subir el árbol para echar un vistazo por su ventana más de una vez (sin decirle a nadie, obviamente), pero él nunca estaba ahí. No atendía su celular, no contestaba mensajes y yo estaba vuelta una completa paranoica porque no tenía idea de cómo se encontraba.

Acabé más de la mitad de la prueba cuando Yohan, mi compañero de banca, entró corriendo al salón cortándole la concentración a varios. Pude alcanzar a pillar una corta parte de su explicación al profesor; algo sobre una mamá de viaje y una hermana menor con gripe. El señor Han lo observó con dureza, pero acabó por dejarlo entrar y darle una copia del examen.

Intenté no mirar a mi izquierda cuando lo sentí sentarse al lado. Ni siquiera me inmuté cuando hizo que la mesa se moviera y cuando noté sin querer que había marcado la respuesta errónea en el tercer ejercicio. Sin embargo, cuando percibí lo nervioso que estaba mientras sus ojos recorrían la hoja frente a él una y otra vez, no pude ignorarlo más.

Resolví rápidamente el último problema que me quedaba y, una vez que estuve segura de que el maestro estaba concentrado en otra sección del salón, le di un pequeño toque a la mesa con mi lápiz para llamar la atención de Yohan. Él entendió al instante cuando señalé mi examen y luego el suyo, así que empezó a copiar mientras yo vigilaba al profesor.

Incluso ayudé a Jimin un par de veces, luego de sentir su rogona mirada a mi derecha.

Al cabo de diez minutos Yohan me hizo saber que había acabado y entregue mi prueba al profesor para después encontrarme con Tara en el pasillo.

— ¿Por qué tardaste tanto? El examen me pareció sencillo, así que debió ser un juego de niños para ti.

— Ayude a Yohan a responderlo.

— Ah. Llegó tarde, ¿no? Pobre. Tenía toda la cara roja cuando entré al salón. Casi me eché a reír al imaginarlo corriendo por toda la escuela.

— No seas mala — sonreí, viéndola reír. — Es un chico muy dulce.

sempiterno • kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora