11. escolta

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Vendré por ti.

Había pasado casi una hora desde que esas palabras salieron de la boca de Taehyung. Él todavía no regresaba y yo estaba al borde de un colapso nervioso. ¿Cuánto más iba a tardar? ¿Esos hombres seguían ahí? ¿Le habría pasado algo? ¿Tendría esta noche un final horrible? No podía soportarlo más. A pesar de haberlo evitado exitosamente durante los primeros minutos de espera, había comenzado a imaginarme las peores posibilidades.

Mi celular vibró. Tenía varios mensajes, pero solo leí los nuevos. 

Jimin otra vez.

Háblanos, mierda !!!
23:13

¡¡¿¿¿Para qué quieres un puto celular si no lo vas a contestar?????!!!
23:14

Jimin, pareces mi madre.
No molestes ahora.
23:14

¡Coño, que si sabe teclear! ¿Dónde estás? ¿Sigues en la fiesta?
23:14

No, me fui hace rato.
23:15

¿Ya vienes a casa?
23:15

Todavía no.
23:15

¿Estás con Taehyung?
23.15

No.
23:16

¿Pasó algo? Dime dónde estás. Iré por ti.
23:16

Me mordí el labio inferior y  me senté sobre la java casi rota. ¿Qué podía hacer? Tae había dicho que volvería y que él mismo me iba a llevar a casa. No me habría dicho eso si esas no fueran sus intenciones... Aún así, no era capaz de mantenerme quieta porque sabía que era posible que le hubiera sucedido algo.

Sora ????
23:18

Volví a mirar la pantalla, pero no hice más que ver la notificación. Jimin dejó los mensajes y mejor me llamó, pero no contesté. Me metí el celular en el bolsillo de la chaqueta y seguí esperando en la oscuridad.

Esperando.

Esperando.

Y esperando más.

Sin darme cuenta ya estaba otra vez en el suelo, intentando ver más allá de los árboles. Mis pies no fueron capaces de mantenerme inmóvil, por lo que empecé a caminar en círculos. Mantenerme activa ayudaba a que sintiera menos frío, también. De repente comencé a odiar este jodido vestido.

Mientras juntaba y separaba mis pies en un bobo intento de entretenerme, me sobresalte al oír hojas secas ser pisadas. Asomé la cabeza y di con él; por fin había regresado.

— Taehyung — corrí hacía él luego de bajar, pues aún estaba casi a mitad de la calle. Fui disminuyendo la velocidad al notar su semblante perdido. El chico me miró pero no mostró ninguna señal de reconocer mi presencia, sino que permaneció casi arrastrando sus pasos. Volví a llamarlo, pero fue lo mismo. Cuando estuvimos bajo la luz del farol me di cuenta de que su ropa estaba sucia y su labio sangraba. — Ay, por Dios, ¿qué te pasó?

Le puse la mano en el brazo pero la retiré cuando sentí su camiseta pegajosa. Había sangre por todo su brazo y torso. La camiseta se le pegaba al cuerpo debido a ella.

— Sora...

Fue en ese momento que por fin me vio a los ojos. Su mirada parecía vacía. No era como aquella vez que llegó hasta mi ventana luego de venir de una pelea... Esto era extremadamente diferente.

sempiterno • kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora